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¿Cómo viven las villas el aislamiento obligatorio?

Nacho Levy, director de La Garganta Poderosa, compartió un informe sobre cómo afrontan los barrios esta cuarentena.

¿Cómo viven las villas el aislamiento obligatorio?
Cómo viven las villas el aislamiento obligatorio. (Foto: Facebook Nacho Levy)

Las villas, el otro grupo de riesgo. Así se titula el informe que Nacho Levy, director de La Garganta Poderosa, compartió en sus redes sociales y que refleja cómo los barrios atraviesan el aislamiento preventivo, social y obligatorio.

A continuación, un resumen del texto publicado.

  • ¿Cómo se viene llevando la cuarentena en las casas donde la cuarentena no tiene tan lindas casas?

Como se puede. El coronavirus distingue clase social y no es lo mismo quedarse en la casa cuando la casa tiene todos los servicios vitales, que cuando la casa se vuelve un cóctel de trampas mortales.

Según el último relevamiento que realizó nuestro propio Observatorio Villero, hoy están viviendo entre 4 y 10 personas en cada hogar, acomodadas así, "como se puede".

El coronavirus llegó para sumarse a las demás epidemias que venían azotando a las villas con impunidad: el riesgo eléctrico, la precariedad, esos cables asesinos que no por mala suerte fueron causal de muerte, los incendios, la desocupación en la batalla, la desnutrición que trae déficit de talla, la narcopolicía, los pobricidios, la trata del terror, los femicidios con silenciador... Una infinidad de epidemias que no supieron infectar a toda toda toda la sociedad: hay que frenar la pandemia de la desigualdad.

  • ¿Cómo siguen funcionando los comedores de los barrios?
Los comedores funcionan como pueden | Foto: Twitter @gargantapodero

Siguen funcionando por amor al amor, gracias al motor comunitario que fabricó la villa en 70 años de resistencia. Funcionan mal o funcionan bien, también gracias al entramado de organizaciones sociales. Funcionan porque la dignidad no tiene frenos, porque si no funcionaran, la curva del coronavirus hoy estaría infectando al ARSAT. Y entonces ahí están, entregando viandas para que no se produzcan aglomeraciones, haciendo el delivery que no pagan las jubilaciones y abrazando con empatía a los inmunizados del pan de cada día: albañiles, recicladoras, ayudantes, vendedoras ambulantes, trabajadoras y trabajadores de la economía informal que, cuando dejan de laburar, ¡dejan de morfar! Donde se termina la comida, se termina el aislamiento.

  • ¿Cómo garantizan la salud donde no llegan los insumos ni las ambulancias ni un ataúd?

En las villas se hace muy difícil escalar hasta la tercera edad, porque hay un laberinto de dificultad para sobrevivir a la niñez, la juventud y la adultez, rampas y trampas que no siempre se pueden sortear. Hay 20 años de diferencia entre la longevidad del barrio Zavaleta y la glamorosa Recoleta.

Hoy las distintas asambleas vienen desplegando sus propias postas de salud, a lo ladran y a lo sancho del territorio nacional, en especial, para el acompañamiento de nuestras viejitas y viejitos, como cajas multiplicadoras de gritos para contener, cuidar, atender e informar.

  • ¿Cómo se ameseta la curva de los femicidios cuando el coronavirus gana el monopolio de los homicidios?

Todas las Casas de las Mujeres y las Disidencias que componen el Frente de Géneros, están desdoblando sus brazos cotidianamente en cada órbita local, mientras acompañan 327 casos a nivel nacional.

Todos nuestros barrios tienen ahora compañeras asignadas a monitorear las denuncias y las amenazas que sólo circulan en ámbitos de confianza, porque la única esperanza es la comunidad al servicio de la sororidad, con guardias en casos particulares y con muchísimas vecinas trabajando desde sus hogares, para salvaguardar la vida de otras compañeras, vidas villeras que ojalá valgan tanto como la de cualquier tipo, ahora que "todos jugamos en el mismo equipo".

  • ¿Cómo se cuida la gente de la villa de los que van a cuidar a la gente de la villa?

Sobre calles casi vacías, ahora llenas de policías, los apremios están al desorden del día. ¿Cuántos van? Los violentos que no quedan registrados, ni son viralizados por el conjunto de la sociedad, nunca terminan pasados a disponibilidad y entonces nos queda nuestra propia capacidad de organizarnos, para cuidarnos de los que vienen a "salvarnos".

Foto: Twitter @gargantapodero

Cada dispositivo de control popular al accionar policial funciona en base a un mapa de seguimiento barrial, en el cual se identifican los puestos de las fuerzas inmersas en cada territorio y los puntos rojos de inseguridad que genera la Seguridad, como así también las instituciones de apoyo permanecen abiertas y una lista de vecinos alertas en cada sector del barrio, que mantienen entre sí las comunicaciones permanentes para monitorear el trabajo de los agentes.

Desde ahí, se asiste a vecinas y vecinos detenidos arbitrariamente por el artículo 205, para que la versión vecinal llegue con ahínco hasta el Poder Judicial. Al detectar situaciones de violencia policial, un responsable designado se pone a disposición de la víctima inmediatamente, por si requiere algún tipo de atención urgente y dispara nuestro protocolo de acompañamiento, en ese mismo momento.

  • ¿Cómo se han ampliado, adaptado o tenido que reinventar nuestras redes de organización popular?

Cada una de las asambleas poderosas en Argentina, en articulación con otras de América Latina, tienen coordinadores de todas las áreas que atraviesan nuestra agenda barrial, por encima de cualquier diversidad cultural: referentes de tierra, de salud, de educación, de géneros, de deportes, de economía, de comunicación, de control a la represión, de cultura y de varias ramas más, pero el coronavirus nos obligó a establecer además 4 nuevas referencias para contener las emergencias: alimentarias, sanitarias, de violencia institucional y de violencia intrafamiliar; para que se puedan centralizar las notificaciones y para que no debamos convocar a grandes reuniones.

Foto: Twitter @gargantapodero

Desde que comenzó el aislamiento, todo ese acompañamiento se come nuestro tiempo y también nuestro financiamiento comunitario, que va desde las recaudaciones de cada barrio y cada cooperativa, hasta la última estrategia efectiva de autogestión, tragándose incluso el pequeño colchón de reservas que las asambleas suelen guardar para que los peques puedan conocer el mar, cuando llegan las vacaciones, incluyendo las más desesperadas campañas de donaciones.

  • ¿Cómo salimos adelante?

No sabemos, pero vamos a invertir mucho corazón y cabeza para vencer. Y para distribuir la riqueza, porque no existe otra forma de combatir la pobreza y porque nadie se puede aislar en ayuno: hay que repartir la guita, ¡empezando por la de uno! La guerra no es contra un virus, es contra el egoísmo. Y realmente sí, será muy difícil hacerles entender a los pibes de cualquier esquina el valor que tiene tu vida, tan indiscutiblemente sagrada, mientras les hagamos creer que la suya no vale nada. Vamos, ¡tenemos mucho trabajo! Y esta vez también, es por abajo.