Día de los Parques Nacionales: un paseo por El Palmar
Cada 6 de noviembre es una oportunidad para conocer sobre estas áreas protegidas, quererlas y cuidarlas.
Día de los Parques Nacionales: un paseo por El Palmar (Foto: Secretaría de Turismo y Cultura de Colón)
Los Parques Nacionales son áreas protegidas que cumplen funciones de relevancia en la conservación de recursos naturales y culturales. Son sectores del territorio continental o marino de gran valor en cuanto a su biodiversidad y belleza escénica donde están limitadas las actividades humanas, contando con un estatus de protección legal. Argentina ha sido un país pionero en la región y de los primeros en el mundo, en materia de creación de Parques Nacionales.
La historia de nuestras áreas protegidas comienza hace 114 años, cuando el perito Francisco Moreno cedió a la Nación tres leguas cuadradas (unas 7500 hectáreas) de su propiedad ubicadas en cercanías de Laguna Frías y Puerto Blest, al oeste del lago Nahuel Huapi, con el fin que fueran “consagradas como parque público natural”, tal como escribió en la carta de donación fechada el 6 de noviembre de 1903.
La donación fue aceptada el 11 de febrero del año siguiente estableciendo el núcleo primitivo de las áreas protegidas nacionales a través de lo que fuera conocido como el “Parque Nacional del Sur”. Y treinta y un años más tarde se crearía en las tierras donadas por Moreno el que hoy conocemos como Parque Nacional Nahuel Huapi.
Un acercamiento al Parque Nacional El Palmar
La Provincia de Entre Ríos se encuentra en la convergencia de dos ecorregiones: la del espinal y la pampeana. Precisamente, en el Parque Nacional El Palmar se da esta transición, lo que explica tanta diversidad de flora y fauna en sus 8500 hectáreas. Están los pastizales pampeanos, debajo de los palmares; y hacia la costa del Uruguay, el Parque tiene un dador de vida que es el arroyo “Palmar”, que es reconocido como “Sitio Ramsar” por la UNESCO: se trata de un humedal protegido internacionalmente desde 2011 por su importancia ambiental y valor biológico.
El Parque Nacional El Palmar resguarda, precisamente, estas especies de palmeras yatay, únicas en el mundo. Pero, además, en la desembocadura del arroyo se forma un banco gigante de arena donde anidan especies migratorias de alto valor de conservación como las colonias de rayadores y tordos de collar, cuya observación es demandada por observadores que incluso contratan embarcaciones que parten desde Colón para poder avistarles.
En la ciudad de Colón se pueden contratar guías especializados en avistamiento, para que la visita al Parque Nacional El Palmar sea una oportunidad para tomar verdadero contacto con una naturaleza excelsa, muchas veces desconocida, y que requiere del conocimiento y la admiración social, que garantice su defensa y preservación. En la caminata habitual y doméstica camino al área de servicios del Parque, entre los pastizales, en cualquier alto en el camino, el canto de algún ave llama la atención y conmueve. Así se manifiesta la vida en este lugar. Reynamoras chicas, martinetas, copetonas, son muy buscadas por los más avezados avistadores. Para el público menos habituado, la diversidad conmueve con su presencia, sus colores, sus formas, sus sonidos, su armoniosa convivencia; incluso cuando se desconocen los nombres exactos y los datos históricos.
Numerosos senderos, entre aquellos que pueden recorrerse caminando y los que requieren vehículos, permiten a los visitantes tomar contacto directo con especies autóctonas en una reserva única en el mundo, que protege las palmeras yatay y alberga riquezas arquitectónicas y arqueológicas que perviven entre especies de monte y aves migratorias que habitan estacionalmente estas tierras.
Foto: Secretaría de Turismo y Cultura de Colón
En la zona de pastizales y lagunas, los carpinchos, conocidos como los roedores más grandes del mundo, se revuelcan en el barro, se alimentan y toman sol ante la atenta mirada de sorprendidos visitantes. En el ámbito común, aves autóctonas y otras que migran estacionalmente sobrevuelan el paisaje, descansan y nutren la mirada con inenarrables relatos silenciosos.
El circuito más reciente que tiene el Parque Nacional El Palmar es el de la selva, que en una hora y media recorre desde el sitio histórico toda la vera del Río Uruguay, con un paisaje característico de frondosa vegetación, propia de la selva ribereña y el ambiente en galería. Cerca de “La Glorieta”, sorprende la posibilidad de interactuar con los zorritos, que en este lugar suelen ser muy mansos. Entre arbustos y piedras, habitan el zorrito gris (pampeano) y el zorro de monte. Se recomienda habitualmente no alimentarles y, según la época, se les puede llegar a observar incluso con sus cachorros y circunstancialmente se puede apreciar a las zorras amamantando. En las lagunas, en tanto, guías han registrado el ingreso del yacaré ñato.
Foto: Claudio Treboux
Otra singularidad encantadora de este Parque Nacional es la presencia de aves migratorias que cruzan el Río Uruguay, al que toman como corredor biológico, y al acercarse a la costa, conmueven a quienes los admiran desde los miradores costeros. Aguiluchos langosteros completan su ciclo reproductivo en los bancos de arena, lo que representa, entre tantas otras, una de las postales más extraordinarias.
El Parque Nacional tiene también un muy cuidado camping que le permite a las familias, los grupos y los visitantes particulares, pasar la noche en el lugar, para poder conocer con más tiempo la abundancia de aves que habitan en la zona. Entre tantas especies, se puede ver al frutero azul, declarado monumento provincial. En lo que a vegetación respecta, quien elige quedarse en el lugar, puede darse permiso para recorrer sin apuro el circuito histórico donde, entre guayabos colorados, blancos y amarillos, se observan especies de gran porte como los “ibirá pitá”. También salen al paso enredaderas y ejemplares de ubajay, en caminatas que derivan en la playa, desde donde las postales del atardecer conmueven antes de regresar al camping.
Foto: Claudio Treboux
En los recorridos para observadores nocturnos, es un deleite capturar las floraciones de cactus que se abren cuando se retira el sol. En esas caminatas, deslumbran también los siempre singulares búhos y las seis especies diferentes de murciélagos que pueblan el Parque Nacional El Palmar. También cautivan en las jornadas de luna llena, las especies de “mayuato” o “aguará popé”; conocidas comúnmente como “osito lavador”: muy vistoso ejemplar, semejante al mapache. En el arroyo El Palmar, en tanto, la curiosidad tiene su premio cuando se dejan ver los lobitos de río, interactuando en comunidad.