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El Bananero: "Mi mirada del mundo es que lo único que me tomo en serio es la joda"

El youtuber habló vía Skype con Julio Leiva, el conductor del ciclo Caja Negra de Filo.News. 

El Bananero: "Mi mirada del mundo es que lo único que me tomo en serio es la joda"

Adrián Nario, popularmente conocido como El Bananero, es el nuevo invitado de Caja Negra, el ciclo de Filo.News conducido por Julio Leiva. Desde Miami, el youtuber habló sobre su infancia, su adolescencia, la cuarentena, el alcohol y su irreverente humor.

"Estoy de la cama al living como diría Charly", inicia, asegurando que durante el aislamiento está "todo el día mirando tele" y que de vez en cuando se asoma a la puerta y ve "que hay un poco de gente".

El típico pie de cualquier conversación que se tenga estos días fue seguido por el relato de la infancia del entrevistado: "Mis padres se fueron de Uruguay por el tema de la dictadura, por su vinculación política con los Tupamaros. Mi padre no era militante como tal, pero estudiaba en la facultad de veterinaria".

"En cualquier dictadura mucha de la gente que no estaba de acuerdo y tenía la posibilidad de irse se iba. Mis padres se iban a Canadá y se quedaron en Estados Unidos. Me crié como un pequeño yanqui chiquitito come hamburguesas. Lo mejor de mi día era cuando mis padres terminaban el turno en la pizzería que tenían a las diez y media de la noche y me llevaban a los jueguitos de McDonald's, porque era el único momento libre para pasar conmigo", cuenta.

Y agrega: "Cuando termina la dictadura en el '84, mi padre hizo una torta de guita vendiendo la pizzería y nos volvimos para Uruguay. Él quería sacarme de esa burbuja en la que vivía que me junte con mis primos. Y yo lo odié. Yo estaba contento con mi televisor, con mis regalos. Me puso en una escuela pública y eran todos unos salvajes me hacían bullying por mi acento o porque le daba manzanas a las profesoras".

"Alrededor de los 13, 14 años era el mejor de la clase, aunque no lo crean. Tenía las mejores notas. Era alcahuete de la profesora, abanderado en la escuela. Cuando empieza surgir ese volcán de la adolescencia de ganas de salir, de conocer chicas, yo carecía de toda esa chispa. Mi padre me agarró y me dijo: 'Mirá que la vida no es todo esto de ser mejor. Hay otras cosas en la vida que deberías disfrutarla. Salí, jodé, mandate alguna cagada'", cuenta.

"Yo venía de una crianza de súper obediencia y fui obediente.  A las dos semanas ya empecé a chupar cerveza, al mes y medio ya empecé a fumar porro, y en cuestión de un año ya había tomado ácido, cocaína, todo. Fue bastante extremo, pero fue una cuestión de obediencia, ¿no?", añade.

A la hora de definirse, El Bananero dice que "más que un creador de contenidos" es un "rockero frustrado": "Trato de hacer todo lo que hace una estrella de rock, pero como estrella de Internet".

"En 2004 me salió la oportunidad de laburar en un canal de televisión. Yo estaba en New Jersey, me fui a Miami y me cambió la vida. Fue lo mejor: estoy enamorado de Miami y quiero morir en Miami", cuenta.

En la jerarquía de cosas que existen en la vida la joda es lo máximo

Sobre sus primeros pasos en los videos, recuerda: "Mandaba un mail a 20 personas que eran mis amigos de Uruguay. Y una vez me llegó una cadena de un mail original que yo había mandado: había cuatrocientas personas en ese mail. Tenía diez cuentas de Gmail, copiaba el máximo de destinatarios posible y spameaba todo para que llegara mi contenido. Así fue como llegué, no es como hoy que tenés share, el botoncito. Antes tenías que hacer guerrilla".

Actualmente, afirma que "el principal problema de YouTube es la entrada de guita": "Antes, que no había gente lucrando con eso, yo subía escenas hardcore de gan bang cinco grones con una rubia y no me lo bajaron. El tema es que cuando empezó a convertirse en una fuente de ingreso, ahí es cuando fue que mearon fuera del tarro, porque se convirtió en la televisión online de todo el mundo".

"En esta era de lo políticamente correcto o de la cancelación porque hiciste un video y pusiste una palabrita fuera de contexto dicen 'Vamos a cancelarlo, vamos a hacerle la vida un infierno'. Siempre que saco un video tengo palpitaciones en el ano, porque siento que me lo van a bajar. Si no siento eso, siento que no estoy siendo auténtico conmigo mismo. La consigna además de hacer reír es transgredir un poco y meter un par de dátiles en el orto", expresa.

Y aclara: "Es humor. No es mi ideología, mi forma de ver el mundo. Es una forma de encontrar cierta gracia en cosas que existen en la sociedad. Es una forma de encontrar cierta gracia de cosas que existen en la sociedad como el machismo que me parece lamentable como el feminismo hardcore descerebrado que no tiene mucho sentido de ser. Esos extremos sacan lo peor de la gente".

"Mi idea es mantenerme relevante haciendo reír a la gente, pero si me bajan todos los videos no puedo hacerlo. Tengo que cerrar el orto antes de hacer un chiste. Muchas veces lo filmo y digo esto me lo van a bajar seguro, entonces no lo pongo. A veces hago una edición que está el chiste ese y digo 'Hubiera quedado bueno con eso, pero me hubieran bajado el video'. Me gusta hacer reír, pero tampoco me gusta lastimar gratuitamente. Opacás un poco la risa cuando a alguien lo afecta. Que lo lastime es innecesario", agrega.

Y sigue: "Mi mirada del mundo es que lo único que me tomo en serio es la joda. Nada es serio. Si empieza reinar la seriedad en mi cabeza la empiezo a pasar mal. Me empiezo a maquinar. Soy una persona muy sensible por eso me creé esta forma de ver las cosas para que no me afecten. Si te ponés a analizar la verga que es el mundo, a dónde está yendo y todo, te tenés que boletear. No es muy prometedor. Yo me cago de la risa. Me voy a cagar de la risa del coronavirus. Me voy a cagar de risa si me muero en dos días. Es la mejor filosofía que encontré".

A la hora de lidiar con el reconocimiento y las multitudes, El Bananero no encontró mejor forma que hacerlo bajo la influencia de sustancias: "Yo iba a hacer todos los meet and greet mamado. Un desastre. La verdad tenía pánico escénico. Mi fuerte era estar acá en la computadora, filmarlo, editarlo, pero ponerme frente a tanta gente... el culo me tiraba guiñadas".

"Pero que la gente me empiece a reconocer es que el azúcar pique los dientes: me hice adicto instantáneo a ser reconocido y ser famoso. Esa era la meta que perseguía", confiesa.

"Es esa conexión instantánea que por ahí nadie la exterioriza, porque quedas como un pajero o como un desagradable, un guarango, pero todos lo llevamos adentro. Es como un culto secreto que todos piensan igual, pero no lo pueden exteriorizar. Soy el pajero mental que todos llevan adentro", concluye.

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