Nicolás Maduro apoyó públicamente la idea de México y Uruguay de abrir un canal de diálogo entre gobierno y oposición para lograr una salida a la crisis institucional generada el 23 de enero cuando Juan Guaidó se auto proclamó presidente. 

"Hoy, mañana y siempre estaré listo para ir a encontrarme con este muchacho de gorrita y capucha, voy. Estoy listo para el diálogo", dijo Maduro sobre Guaidó.

No sería la primera vez que el chavismo y la oposición se junten con mediadores internacionales para encontrarle una salida a la crisis de Venezuela. Hace solo un año atrás, con auspicio de los gobiernos de México, Nicaragua, Bolivia y San Vicente y las Granadinas, más República Dominicana, que ofició de anfitrión. 

Los principales puntos de aquel acuerdo que discutieron durante más de un mes fueron: la apertura de un canal humanitario para paliar la crisis, la liberación de presos políticos, el llamado a elecciones y libres y con supervisión internacional y el fin de la intervención al Parlamento de mayoría opositora. 

Por la oposición era Julio Borges el líder de las negociaciones, mientras que por el chavismo estaba el ministro Jorge Rodríguez. 

Si bien Maduro y compañía nunca se mostraron abiertos a ceder en los pedidos opositores, los países que auspiciaban el diálogo se mostraban esperanzados en firmar un documento consensuado. 

No obstante, en el medio de las negociaciones el chavismo convocó a elecciones presidenciales para mayo, que luego terminaría ganando Maduro.

Dos semanas después y sin acuerdo por una nueva fecha de las elecciones -el oficialismo quería aprovechar la victoria que había tenido a fines de 2017 en las gubernamentales- ambas partes se retiraron de la mesa.

Eso impulsó que México se retire de las negociaciones y el 7 de febrero las negociaciones se dieron por terminadas, cuando incluso los representantes del chavismo no se presentaron en la mesa.