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Oscar Wilde: la condena que acabó con su vida y sus últimos días como indigente

El 27 de mayo de 1895, el célebre escritor era condenado a dos años de trabajos forzados en prisión. En 1897 recuperó la libertad, pero ya nada sería igual. Un recorrido por la vida del excéntrico autor y sus últimos días en París, en la indigencia y bajo otra identidad.

Oscar Wilde: la condena que acabó con su vida y sus últimos días como indigente

El 27 de mayo de 1895, en una Inglaterra puritana, cerrada y durísima en lo moral –tal como la describió Luis Antonio de Villena, autor de Wilde total–, Oscar Wilde era condenado a dos años de prisión por homosexualidad, por amar a quien no debía, al menos en los tiempos del siglo XIX.

Wilde había nacido el 16 de octubre de 1854 en Dublín, Irlanda, en el seno de una familia adinerada. Se casó con Constance Lloyd, hija de Horace Lloyd, consejero de la reina, con quien tuvo dos hijos: Cyril y Vyvyan.

Oscar Wilde junto a su esposa, Constance Lloyd, y uno de sus hijos.
Oscar Wilde junto a su esposa, Constance Lloyd, y uno de sus hijos.

Tras el nacimiento de su segunda hijo, Wilde comenzó a tener relaciones extramatrimoniales con otros hombres. Pero hubo uno que lo enamoró perdidamente. Se trataba de Alfred Douglas, un atractivo poeta de 21 años e hijo del influyente marqués de Queensberry, quien, al percatarse de la relación que su hijo mantenía con el escritor, intentó, por todos los medios, separarlos.

Fue una nota lo que terminó por desatar la furia del irlandés. “Para Oscar Wilde, que alardea de sodomita”, decía. Cansado de la persecución, e incentivado por Alfred, Wilde decidió llevar a juicio al marqués. Pero el proceso terminó girando en su contra.

Cuenta Villena que antes de ir a la cárcel, Wilde recibió un ofrecimiento para escaparse a Francia, donde su orientación sexual no era vista como un delito. Sin embargo, el escritor decidió quedarse en Inglaterra, donde su suerte ya estaba echada.

Wilde y Alfred Douglas. El padre del joven poeta nunca aprobó la relación e intentó, por todos los medios, ponerle fin.
Wilde y Alfred Douglas. El padre del joven poeta nunca aprobó la relación e intentó, por todos los medios, ponerle fin.

El autor de El retrato de Dorian Gray fue condenado a dos años de trabajos forzados en la prisión de Reading. “Esos trabajos consistían más que nada en desgastar a la persona, castigar el cuerpo con ejercicios inútiles, darles papillas que provocaban vómitos... cosas espantosas. Wilde salió de la cárcel muy destruido como persona, como individuo, y fue desarrollando enfermedades. Algunos dicen que la causa de su muerte fue una sífilis que había tenido de joven y que, combinado con todas esas condiciones, acabó con él”, explica Villena.

En prisión, Wilde escribió De profundis, una extensa carta destinada a Alfred Douglas en la que se muestra arrepentido por su forma de vida anterior y reflexiona sobre el arte y la amistad y las cosas que son verdaderamente importantes.

Dos años después, una vez cumplida la condena, Wilde abandonó la prisión. Pero ya nada era igual. Su apellido era considerado casi como un insulto, su familia lo consideraba un oprobio y su esposa le prohibió volver a ver a sus hijos.

Arruinado, desahuciado, emigró a Francia, donde dejó de ser Oscar Wilde para convertirse en Sebastian Melmoth.

Nunca más volvió a escribir, aunque sí logró terminar La balada de la cárcel de Reading, su última obra.

Enfermo y alcohólico, vivió sus últimos tiempos en la indigencia, con el poco dinero que le prestaban sus amigos, quienes, contrariamente a lo que se cree, no lo abandonaron.

“Quien vive más de una vida muere más de una muerte”

Oscar Wilde hizo honor a sus propias líneas: llegó a la cima del éxito, conoció los rincones del infierno y murió, en 1897, desterrado y despreciado por su propia familia. Sebastian Melmoth, por su parte, fallecería en París, en noviembre de 1900, en un hotel que hoy exhibe, ufano, la factura que Melmoth –o Wilde– dejó sin pagar.

La tumba de Oscar Wilde, ubicada en el cementerio del Père-Lachaise, en París, Francia.
La tumba de Oscar Wilde, ubicada en el cementerio del Père-Lachaise, en París, Francia.

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