Manuel Merino, asumió la presidencia de la República del Perú tras la destitución del ex mandatario Martín Vizcarra en medio de protestas callejeras, críticas de buena parte del arco político y la reacción negativa de los mercados financieros.
Merino se convirtió en el segundo Presidente de Perú en lo que va del actual período quinquenal de gobierno, iniciado en 2016, reflejo de la fragilidad institucional que sufre el país, al tiempo que ratificó que “se respetará el proceso electoral en marcha”, con comicios generales convocados para el 11 de abril próximo.
“Es un momento difícil para el país, la población nos mira con expectativas y a la vez con preocupación; es innegable que atravesamos una crisis que hace que nos enfrentemos a dilemas permanentes y a decisiones constantes”, afirmó el flamante mandatario.
“Acá no hay nada que celebrar, es un momento muy difícil para el país y tenemos que asumirlo con entereza moral y valor democrático”, subrayó Merino, y sostuvo que el Congreso actuó “con el debido proceso” al destituir a Vizcarra en el segundo juicio político en menos de dos meses.
Merino se encontraba al frente del Congreso en virtud de que el partido centrista Acción Popular (AP), al que pertenece desde hace 41 años, obtuvo la primera minoría en las elecciones de enero pasado, celebradas para completar el período luego de la disolución del parlamento decretada por Vizcarra en septiembre de 2019.
El flamante presidente se reunió primero con los comandantes generales de las Fuerzas Armadas, quienes le expresaron su respaldo, y después recibió la banda presidencial de manos de Luis Valdez, que se convirtió en titular interino del Congreso.
En su discurso marcó que la salud será una de sus prioridades en referencia a que Perú, con más de 922.000 casos y casi 35.000 muertos por coronavirus es el tercer país con mayor tasa de mortalidad por habitante en la pandemia.
“Tenemos que hacer el esfuerzo para dejar de ser el país con el peor manejo de la pandemia y garantizar las medidas necesarias para que una segunda ola no nos encuentre con una vulnerabilidad como cuando empezó la emergencia sanitaria”, comentó.
En simultáneo a este evento, las protestas crecían en Lima, no solo en las inmediaciones del Congreso sino en diversos barrios en los que sonaron cacerolazos y en los que las concentraciones callejeras fueron reprimidas con gases lacrimógenos, balas de goma y disparos al aire, con un saldo de al menos 30 detenidos y dos heridos, según medios locales.