¿Por qué van a sacrificar 17 millones de visones en Dinamarca?
Tras la noticia del sacrificio de los visones, desde Filo.news conversamos con Nicolás Jacobsen, argentino residente en Dinamarca, y con Michelle Fiszlejder, militante de Jóvenes por el Clima, para ahondar sobre esta problemática.
Hace algunos días, Dinamarca y los visones vienen siendo un fuerte tema de debate en todas partes del mundo. Y es que, desde que el coronavirus se esparció por el planeta, todos estamos más sensibles en lo que respecta a salud y cuidado personal.
Nadie quiere que esto, que es un episodio único en la historia, se repita. Eso incluye al ya mencionado país nórdico y a sus autoridades, quienes decidieron sacrificar a 17 millones de ejemplares de visones en pos de evitar que continúe la mutación del SARS-CoV-2 y que arruine el avance de los distintos laboratorios del globo en el desarrollo de la vacuna.
Por supuesto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ya tomó postura sobre el asunto, afirmando que es normal la mutación de los virus. Sin embargo, cuando una persona contagia a un animal y el animal vuelve a contagiar al humano, el virus muta aún más, tornando alarmante la situación.
Desde Filo.news, en busca de profundizar sobre esta cuestión, conversamos con Nicolás Jacobsen, ciudadano argentino residiendo en Dinamarca, y con Michelle Fiszlejder, periodista y militante en Jóvenes por el Clima Argentina.
¿Qué son los visones?
El visón es un mamífero cuya distribución natural se emplaza en el norte del continente americano, específicamente en México y Estados Unidos. Pero, para venderse su piel, varios países decidieron llevar varios ejemplares a sus tierras.
A Europa, el continente que es de interés en la actualidad, llegó a principios del siglo XX, específicamente en la década de 1920, obviamente, por su ya buen valor en la industria peletera. Como no existía especie alguna que amenazara a los visones, estos pudieron reproducirse y esparcirse a gusto.
En tanto lo que ocurre hoy, en día, según un estudio de la ONG Human Society International, en la Unión Europea se contabilizaron 34.7 millones de visones en criaderos durante 2018. La mitad de ellos estaba en Dinamarca.
Foto: Reuters.
¿Cómo se vive en Dinamarca?
Trazando una línea de tiempo, Dinamarca comenzó la pandemia con tres semanas de confinamiento estricto que se fue flexibilizando a medida que la curva de contagios descendía y que el calor aplacaba la transmisión del coronavirus.
Según comenta Jacobsen, la población danesa, cuando llega al verano, suele vacacionar en el sur europeo: España, Italia, Francia, Grecia. Como este verano las fronteras de los países más afectados -justamente, los mencionados previamente- estuvieron cerradas, los daneses debieron vacacionar en su país, lo que ciertamente colaboró para que la suba de casos no pudiera darse.
“Lo que se notó fue, en septiembre, una suba en los contagios diarios”, explica Jacobsen, que reside en Dinamarca desde hace ya 17 años. “Se esperaba, obviamente, que, ya entrando en el invierno, existiera una segunda ola de contagios. Lo que no se esperaba era que llegara tan pronto, que todavía estamos en otoño”.
La explicación que da Jacobsen es que, al existir una mejora de casos, a fines de agosto (todavía verano) se retomó el ciclo lectivo escolar y universitario, por lo que los casos aumentaron significativamente. A los datos: en la última quincena de agosto se registraron 1652 casos totales, siendo 91.1 el promedio por día y 136 el pico más alto (16 de agosto) y 57 el más bajo (26 de agosto); mientras que, en julio, fueron 968 los casos totales, siendo 31.2 el promedio diario, teniendo el pico máximo recién el 27 de agosto (109 en un día) y ocho días con 0 casos diarios.
Con respecto a estos nuevos casos de coronavirus mutado, el temor social no se asemeja en lo absoluto al que existía en Dinamarca cuando la pandemia tocó la puerta en el país. “La situación es normal: no hay un pánico terrible o desesperación, como cuando era todo muy desconocido. Obviamente molesta y se pierde la paciencia, pero no hay un estado de desesperación social”.
El miedo puede llegar a pasar por otro lado. En materia económica, el sacrificio de estos 17 millones de visones, podría llevar a pensar que será un gran golpe para la economía danesa.
“El visón es el tercer animal de importancia en la producción de Dinamarca”, explica Jacobsen. “Primero vienen las vacas por la producción lechera y después los cerdos por la carne porcina”. Además, juega un papel mucho más importante el sector de energías renovables y sustentables.
#Denmark ���� has announced that several people have been infected with a mink-related strain of the #COVID19 virus. WHO is working with the Danish authorities on research and control efforts.
Cuando Jacobsen llegó a Dinamarca para realizar un máster en Relaciones Internacionales, se asentó en Aalborg, la capital de Jutlandia Septentrional, una de las cinco regiones danesas y la que está ubicada más al norte del país, como su nombre lo indica.
Aalborg es uno de los once municipios de la mencionada región y, de esos once, siete tuvieron que ser sometidos a restricciones para evitar la proliferación de esta mutación del COVID-19 proveniente de los visones. Esos municipios son: Hjørring, Frederikshavn, Vesthimmerland, Brønderslev, Jammerbugt, Thisted y Læsø.
“Normalmente, yo estoy de lunes a jueves en Copenhague. Hago mi trabajo ahí y los jueves a la noche regreso y estoy tres días en mi casa”, detalla Jacobsen, que trabaja en la Sección Comercial de la Embajada argentina (para esta nota, declara desde su lugar de residente en Aalborg, no como vocero diplomático). “Ahora, por las restricciones que tenemos, no podemos salir de los límites del municipio. Yo tuve que hablar con los diplomáticos de la Embajada y quedamos de acuerdo con que yo voy a trabajar desde mi casa hasta tanto la situación cambie un poco”.
“Siempre hay una primera vez para todo”
Bueno, esta no es ni la primera, ni la segunda, ni la tercera vez que una enfermedad zoonótica causa todo este revuelo a nivel global. Para comenzar, una enfermedad zoonótica es aquella que pueden transmitirse entre animales y seres humanos.
“El 75% de las enfermedades emergentes de hoy son de origen zoonótico y es algo que ya se viene arrastrando hace un montón”, explica Fiszlejder. “La peste bubónica es de origen zoonótico, la gripe aviar es de origen zoonótico. Hasta el dengue lo es”. Por supuesto, esto se manifestó abruptamente desde el arribo del COVID-19 a nuestras vidas, pero es algo que ya sucede desde hace mucho tiempo atrás.
¿Desde hace cuánto? No es fácil delinear un origen, pero sí es posible afirmar que la industrialización de los países y la explotación ganadera aumentaron la circulación de este tipo de enfermedades. “Los criaderos o megagranjas, como las que hay en Dinamarca son una bomba de tiempo. Cuando tenés hacinados a tantos animales, las enfermedades proliferan y mismo el nivel de contagiosidad se incrementa y se reproduce con mayor magnitud”.
Pero, según afirma Fiszlejder, no es un problema endémico de Dinamarca. Por ejemplo, en los Países Bajos se preveía prohibir 128 criaderos de visones para, máximo, 2024 pero, por la coyuntura actual, el plazo se adelantó hasta marzo de 2021.
¿El sacrificio de la totalidad de visones era la única solución?
“En ese sentido, Dinamarca tomó una acción preventiva en cuanto a lo que pueden llegar a afectar estas mutaciones a los resultados de la vacuna”, detalla Fiszlejder, quien también estudia Sociología en la Universidad de Buenos Aires. “A mí me parece que el problema tiene que ser planteado de otra manera. Es decir, sucedió lo que sucedió con el coronavirus porque hay un avance de ciertas actividades productivas sobre la biodiversidad y los ecosistemas. Ahora está sucediendo en Dinamarca con las granjas y criaderos de visones”.
La pregunta que nos tenemos que plantear es: ¿Queremos seguir reproduciendo este tipo de lógicas productivas?
Por más que estemos separados por miles de kilómetros, los argentinos no estamos exentos de correr la misma suerte que Dinamarca. “Acá en Argentina se está luchando para que no se instalen estas megagranjas de cerdos que pueden provocar la aparición de estas enfermedades zoonóticas. Son lógicas productivas que están en todas partes del mundo y hay que repensarlas porque están amenazando no sólo a la biodiversidad, sino que nos están amenazando a nosotres como especie: como humanos, humanas y humanes”.
Porque el problema es específicamente con los murciélagos y con los visones porque nos trajeron un problema inmediato y concreto: un virus con el que convivimos hace ya ocho meses. Pero cuando se pierde un ecosistema o se avanza sobre una especie -que es lo que el hombre está haciendo hace años- los virus que estaban circulando en una sola especie y que creíamos lejanos, pasan a otras y, con el tiempo, inevitablemente, llegan a nosotros.
Quizás el problema de las megagranjas y criaderos de vacas, pollos y cerdos lo encontremos más adelante. Pero lo vamos a encontrar, y tenemos que asegurarnos de que no sea demasiado tarde. La solución está: “No es que lo que sucede en el mundo natural está escindido de lo que nos puede pasar como sociedad. Tenemos que entender que somos sumamente ecodependientes de nuestro entorno y del ambiente en el que estamos”, cierra Fiszlejder.