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Un 2021 de recuperación económica, aunque el repunte no llega a todos por igual

La actividad económica recuperará casi todo lo perdido durante el año pasado. Incluso, algunos sectores muestran mejores rendimientos que los de 2019. Sin embargo, la reactivación no se siente en los ingresos de los más postergados.

Un 2021 de recuperación económica, aunque el repunte no llega a todos por igual
La actividad industrial ya funciona a niveles prepandemia.

La actividad económica recuperó en este 2021 gran parte de lo perdido durante el año de la pandemia y el confinamiento, que terminó con un derrumbe del 10%. 

“Ya recuperamos todo lo perdido por la pandemia y empezamos a recuperar lo perdido durante el gobierno de Cambiemos. Falta mucho, pero estamos saliendo de la mano de la producción y el trabajo”, festejó el ministro de Desarrollo Productivo en Twitter al compartir los datos de la actividad de septiembre, que reflejaron un crecimiento de la economía del 4,8% respecto al mismo mes de 2019 y del 2,6% contra septiembre del 2018.

“El dato de actividad económica de septiembre muestra lo fuerte y sólida que está resultando la recuperación económica. Con esta evolución de la actividad consecuente con la política económica para la recuperación que estamos llevando a cabo, proyectamos un crecimiento del PIB para 2021 de casi 10%“, dijo el ministro de Economía, Martín Guzmán, en relación al mismo dato.

Los números son aún más alentadores en la producción industrial. Este jueves, el Indec difundió que, desde que comenzó el año hasta octubre, las fábricas están produciendo un 5,5% más que en 2019. Además, Matías Kulfas estimó que la industria crecerá un 9% en noviembre respecto al mismo mes de 2019 y señaló que en hay 42 mil puestos de trabajo industriales más que a finales del 2019. 

Pero la reactivación del mercado laboral es mucho más tímida en los sectores no industriales. El empleo registrado en el sector privado recuperó el 75% de los puestos perdidos durante la pandemia. Para retomar los niveles de febrero de 2020 deberían incorporarse 47.000 trabajadores, sin tener en cuenta el crecimiento poblacional. 

Sin embargo, esto se da en un contexto de crecimiento de la ocupación registrada (SIPA), que ya supera los niveles prepandemia. La ocupación total creció un 1,2% en septiembre de este año respecto a febrero de 2020. La divergencia tiene una explicación: los asalariados registrados privados cayeron un 0,8% mientras que los monotributistas aumentaron en un 6,9% y los monotributistas sociales lo hicieron un 9,8%.

La recuperación económica que registra la actividad productiva se da en el marco de una precarización del mercado de trabajo, que se extiende hasta el crecimiento del empleo “en negro”. El último informe del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA advierte que tres de cada cuatro trabajadores cuentapropistas o independientes no hacen aportes a la seguridad social. El 29,6% de los asalariados tampoco tiene aportes. De esta forma, el 47,2% del total de los trabajadores está excluido del beneficio.

La consecuencia directa de este escenario es una multiplicación de trabajadores pobres. Para la UCA, el 28,2% de las personas que tienen un trabajo se encuentran bajo la línea de pobreza. Se trata del porcentaje más alto desde que este índice comenzó a elaborarse, en 2010.

Según el mismo informe, la media de los ingresos mensuales del total de ocupados fue de $50.534 durante el 2021, bien por debajo del valor de la canasta básica que elabora el Indec para cualquier mes del año. La precarización del trabajo llevó a que entre 2019 y 2021 el poder adquisitivo de los ingresos laborales de los ocupados cayera el 7,4%.

¿Cómo es posible que la firme recuperación de la actividad no se traslade en mejoras socioeconómicas?  Una inflación que se ubica por encima del 50% interanual golpea a los sectores de menores ingresos con mayor fuerza.

La contraparte de la caída en el poder adquisitivo del salario fue un incremento en los beneficios corporativos. Durante el segundo trimestre del año, la participación de la remuneración al trabajo asalariado en la cuenta generación del ingreso cayó 10 puntos respecto al mismo período de 2020, mientras el excedente bruto de explotación creció casi 4 puntos. Así, los salarios se quedaron con sólo el 40% de la torta generada en el país, mientras las ganancias empresariales acapararon más de la mitad.

Estos números pueden ayudar a explicar un incipiente cambio de humor en la cúpula empresarial. El reciente acercamiento del establishment al Gobierno se da en el marco de la difusión de la encuesta de expectativas de IDEA. De las respuestas de 250 ejecutivos de empresas, el 69% espera que las ventas aumenten o se mantengan estables en los próximos doce meses. 

La pregunta es de dónde saldrán los recursos para satisfacer el optimismo en un país donde el 43,8% de las personas vive en la pobreza, según la UCA. 

Pese a que el tema suele ser ocultado en los medios tradicionales, es imposible hablar de pobreza sin hablar de su contraparte: la riqueza. Como mostramos anteriormente, estamos viviendo un proceso de transferencia de ingresos desde trabajadores hacia empresarios, lo cual profundiza la tendencia hacia la concentración de patrimonio.

Según un informe del Instituto sobre la Inequidad Mundial (World Inequality Lab), dirigido por Thomas Piketty, uno de los economistas más prestigiosos del mundo, América Latina es una de las regiones más desiguales y se ubica primera a nivel mundial en concentración del patrimonio. El 10% más rico del subcontinente concentra más del 75% de la riqueza total de la región, mientras el 50% más pobre apenas llega al 2%.

El informe advierte que el caso argentino se mantiene por debajo de los niveles de desigualdad de América Latina, aunque el 10% de quienes tienen mayores ingresos gana 13 veces más que el 50% de la base de la pirámide social. Sin embargo, advierte quién firma esta nota, en caso de sostenerse la tendencia actual podríamos acercarnos a los estándares regionales en poco tiempo.

Máxime, en el marco de lo que será un nuevo programa con el FMI, que condicionará la política económica con sus clásicas recetas de ajustes y reformas estructurales. En este marco, el oficialismo anuncia que buscará cerrar un acuerdo con el Fondo que no afecte los intereses de las mayorías populares, pese a que la evidencia histórica demuestra que esto nunca ha ocurrido. ¿Esta vez será diferente?

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