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Autos #Diego maradona

Maradona, Coppola y una Ferrari negra imposible de conseguir

Si algo quedará para siempre son las historias y anécdotas, en este caso Diego deseaba una F40 de edición limitada.

Maradona, Coppola y una Ferrari negra imposible de conseguir

Diego se fue, aunque no del todo, y millones de argentinos los despidieron. Con él quedan sus gambetas, sus goles, su magia, su paso por la tierra. Entre tantas vivencias hay muchas anécdotas y una de ellas es la vez que pidió modificar el diseño de una Ferrari.

“¿Guille, me compras una Ferrari?”, le dijo Maradona a su amigo y representante Coppola cuando corría el año 1986 y ya se iba al Mundial de México. El modelo del Cavallino Rampante era una F40, de la que fabricaban 40 unidades y el mejor jugador de la historia quería una.

Soltó la pregunto y Coppola se puso a pensar cómo la conseguía. Teniendo en cuenta que se trataba de Maradona iba a ser más fácil, pero Diego quería algo más: “¡Negra! Que sea negra, Guille”.

A partir de ese momento a Coppola se le complicó porque Ferrari solo fabricara sus modelos en color rojo. Hasta se sentó mano a mano con el mismísimo Enzo Ferrari para poder conseguirla.

Finalmente, entre tantas gestiones, Guillote lo consiguió y la Ferrari terminó siendo negra. Claro que tuvo su costo, nada menos que 480 mil dólares.

Pasaron los días, México 86, Copa del Mundo, Diego Eterno y el regreso a Italia. Mientras el avión aterrizaba, con la Ferrari en la pista, Coppola encaró al entonces presidente del Napóli, Corrado Ferlaino: “Presidente, ¿por qué no se la regala?”.

Ya con Diego a punto de aterrizar, el presidente le preguntó el valor. Coppola no dudó y le sentenció “1 millón de dólares”, 870 mil el auto y 130 por la famosa pintura negra. Como la relación entre Maradona y Ferlaino no era la mejor, el presidente aceptó para agasajarlo con un gran regalo.

Baja Diego del avión, la ve flamante, lo abraza a Coppola, no podía creer que se acordó. Su representante le dio los créditos a Ferlaino, a quien también le agradeció eufóricamente como si la relación ya estaba sanada.

Pero lamentablemente, faltaba una gambeta más. “No tiene estéreo, Guille, no la quiero”, soltó Diego.

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