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El problema con el coronavirus está en el aire, no en las superficies

¿Por qué insistimos en seguir desinfectando superficies tratando de prevenir el coronavirus? ¿Es realmente efectivo? ¿En qué deberíamos enfocarnos?

El problema con el coronavirus está en el aire, no en las superficies

Habiendo pasado ya un año de comenzada la pandemia de coronavirus, la evidencia reunida, y por ende lo que sabemos al respecto, creció considerablemente. Algo en lo que se puso mucho foco desde el inicio fue en la limpieza y desinfección de superficies, sin embargo, un artículo publicado recientemente en la revista Nature analiza esto y aclara que las mismas no son una fuente importante de contagio.

"A medida que la evidencia se ha ido acumulando durante el curso de la pandemia, la comprensión científica sobre el virus ha cambiado. Todos los estudios e investigaciones de los brotes apuntan a que la mayoría de las transmisiones ocurren como resultado de que las personas infectadas arrojan gotas grandes y pequeñas partículas llamadas aerosoles cuando tosen, hablan o respiran. Estos pueden ser inhalados directamente por personas cercanas. La transmisión por superficies, aunque posible, no se considera un riesgo significativo", declara. "Pero es más fácil limpiar superficies que mejorar la ventilación". 

Parte del problema, sostiene la publicación, es que los especialistas no pueden descartar la posibilidad de transmisión de fómites (es decir, a través de objetos) y que muchas agencias de salud no fueron claras sobre cómo tratar las superficies a medida que la ciencia fue avanzando en la comprensión del tema. 

Para entender esto hay que saber que en un principio, cuando todavía no estaba tan clara la forma de contagio, el enfoque en los fómites tenía sentido y surgió como posibilidad debido a lo que la gente sabía sobre otras enfermedades infecciosas.

"En los hospitales, los patógenos como el Staphylococcus aureus resistente a la meticilina, el virus sincitial respiratorio y el norovirus pueden aferrarse a los rieles de la cama o hacer autostop de una persona a otra en un estetoscopio médico".

"Entonces, tan pronto como las personas comenzaron a enfermarse por el coronavirus, los investigadores empezaron a limpiar las habitaciones de los hospitales y las instalaciones de cuarentena en busca de lugares donde el virus podría estar al acecho. Y parecía estar en todas partes".

Eso que parecía estar en todas partes era, justamente, ARN viral. Y si bien se realizaron estudios que mostraron que este perdura en materiales como el plástico y el acero inoxidable, fueron a partir de experimentos llevados a cabo con cantidades enormes de virus, "nada que se pueda encontrar en el mundo real".

Aquellos experimentos que, por el contrario, si utilizaron cantidades más realistas en sus pruebas, notaron que no fueron capaces de infectar células, resultando en algo que ellos llamaron como "el equivalente al cadáver del virus".

Investigaciones de otro tipo, como la de la ingeniera ambiental Amy Pickering y sus colegas en la Universidad de Tufts, tomaron muestras semanales de abril a junio de superficies interiores y exteriores alrededor de una ciudad en Massachusetts y estimaron el riesgo de contagio sobre la base de los niveles de contaminación por ARN y la frecuencia con la que las personas tocaban superficies como pomos de puertas y botones en los cruces de peatones.

¿El resultado? El riesgo de infección al tocar una superficie contaminada es de menos de 5 en 10.000, más bajo que las estimaciones del SARS-CoV-2 a través de aerosoles, y menor que el riesgo de transmisión superficial de influenza o norovirus.

“La transmisión de fomite es posible, pero parece ser poco común”, sostuvo Pickering. "Muchas cosas tienen que encajar en su lugar para que suceda esa transmisión".

Al día de hoy, enfatiza el artículo de Nature, sabemos que son las personas, no las superficies, las que deberían ser el principal motivo de preocupación. "Lavarse las manos es fundamental, porque no se puede descartar la transmisión superficial. Pero es más importante mejorar los sistemas de ventilación o instalar purificadores de aire que esterilizar superficies".

 "Si ya hemos prestado atención al aire y tenemos tiempo y recursos adicionales, entonces sí, limpiar esas superficies de alto contacto podría ser útil", agrega, si bien sostiene que es mucho trabajo y probablemente tampoco esté reduciendo tanto la exposición.

En definitiva, una higiene de manos razonable, así como el uso de barbijos y el distanciamiento social para reducir la exposición de contactos cercanos es un mejor lugar para concentrar los esfuerzos

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