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Ciencia #evolución#Darwin

¿Se equivocó Darwin?

Los famosos pinzones, que fueron una pieza clave para la postulación de la teoría de la evolución por selección natural, no serían ejemplo de nada. 

¿Se equivocó Darwin?
Darwin pinzón

Uno de los modelos clásicos que se utiliza para ejemplificar cómo funciona la selección natural, uno de los principales mecanismos que explica la diversidad de vida en nuestro planeta, es el de los pinzones, pájaros que Darwin observó en las islas Galápagos durante su revolucionario viaje a bordo del Beagle.

Según postuló luego gracias a la ayuda del famoso ornitólogo John Gould, las diversas formas que tenían los picos de las múltiples sub-especies que llegó a identificar se debían a adaptaciones específicas que les habían permitido ingerir diversos alimentos. Así, por ejemplo, un pico más grueso permitía acceder a alimentos más duros y uno más fino y alargado, conseguir otros que estuvieran más escondidos.

    Desde entonces, los pinzones fueron utilizados como ejemplo del modo en que los diferentes modos de alimentarse de las aves terminaban generando cambios adaptativos a nivel anatómico. Esta idea fue reforzada por los importantes estudios de Peter y Rosemary Grant, quienes analizaron más de 25 mil ejemplares a lo largo de varias generaciones y pusieron en evidencia que, en efecto, las modificaciones en los picos emergían en buena medida como respuesta a cambios dietarios (lo cual, de paso, contribuyó a mostrar que a veces la evolución no requiere períodos tan enormes de tiempo para tornarse visible).

Un nuevo estudio publicado este mes en la revista Evolution sugiere sin embargo que la relación entre dieta y forma del pico no es tan lineal y que, por lo tanto, habría que revisarla, especialmente para precisar el análisis de animales extintos cuyos hábitos alimenticios se infieren de los restos fósiles y no pueden ser observados directamente en la naturaleza. Si bien dicha relación puede ser verdadera para el caso de los pinzones, los autores advierten que no debería ser utilizada tan linealmente como modelo para explicar las diferencias visibles del pico en todas las aves.

En el trabajo, se utilizan métodos comparativos filogenéticos (que miden la relación de parentesco entre especies) en un amplio número de aves para determinar en qué medida  la forma de los picos se debe a que les otorga algún tipo de ventaja mecánica para la alimentación.
 
Los autores (Guillermo Navalón, Jen A. Bright, Jesús Marugán-Lobón y Emily J. Rayfield) llegan a la conclusión de que la dieta explica apenas el 12 por ciento de las variaciones en la forma del pico y que, además, formas similares se asocian con regímenes dietarios diferentes. Esto no significa que Darwin no tuviera razón para el caso específico de los pinzones, pero sugiere que “lejos de constituir una adaptación ejemplar para la alimentación, la diversificación (en la forma de los picos) podría haber sido ampliamente contingente, dependiente de compromisos (trade offs) y constricciones (constraints)” en el proceso evolutivo.  
 

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