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Cine y series #El buen mentiroso

Análisis | El Buen Mentiroso es un thriller lleno de sorpresas

Helen Mirren e Ian McKellen son pura química en este thriller des supenso con demasiadas vueltas de tuerca. 

 

Análisis | El Buen Mentiroso es un thriller lleno de sorpresas

Bill Condon es un realizador multifacético con una extraña y variopinta trayectoria. En su haber tiene cosas como “Candyman 2” (Candyman: Farewell to the Flesh, 1995), joyitas independientes como “Dioses y Monstruos” (Gods and Monsters, 1998), musicales como “Soñadoras - Dreamgirls” (Dreamgirls, 2006) y el desenlace de la saga “Crepúsculo” (Twilight). Su último paso por los cines fue con el mega éxito del live action de “La Bella y la Bestia” (Beauty and the Beast, 2017), una película que deja en claro su buenas intenciones, pero no sus destrezas tras las cámaras.

Con “El Buen Mentiroso” (The Good Liar, 2019) vuelve a juntarse con Ian McKellen de la mano de la adaptación de la novela homónima de Nicholas Searle, un thriller de misterio que nos lleva a la Londres de 2009, donde Roy Courtnay (McKellen) y BettyMcLeish (Helen Mirren), dos viudos con ganas de sociabilizar, concretan su primer encuentro vía un sitio de citas en Internet. De entrada queda claro que Roy es un hombre tosco y que Betty todavía no está preparada para intimar, pero ambos van encontrando sus puntos en común y, tal vez, las claves para un futuro juntos.

Lo que Betty no sabe es que Courtnay es un estafador de profesión. Junto a su compañero de fechorías, Vincent (Jim Carter), se encargan de buscar a los aspirantes más incautos y sacarles su dinero, muchas veces, con un poco de violencia de por medio. Tras descubrir que McLeish tiene una pequeña fortuna ahorrada, esta ex profesora de Oxford se convierte en su próxima víctima, más allá de que su nieto Stephen (Russell Tovey) tiene unas cuantas reservas sobre este hombre reservado que, de repente, se muda a la casa de su ingenua abuela.

Condon y el guionista Jeffrey Hatcher (“Mr. Holmes”) se apoyan en estos dos monstruos de la actuación para plantear un primer acto muy llevadero que logra atraparnos (y conquistarnos) con los encantos de este delincuente, sus misterios y lo que pueda pasar. De a poco, se va develando que Courtnay esconde algo mucho más grave que su prontuario criminal y es ahí donde la trama se empieza a descarrilar. De repente, “El Buen Mentiroso” suma revelación sobre revelación, vuelta de tuerca sobre otra vuelta de tuerca, y un pasado enmarañado que la convierte en otra película. Así, ambas historias intentan convivir dentro de la narración sin mucho éxito, porque lo que arrancó de una manera más ‘inocente’, se transforma es un drama con otros condimentos, medio sacado de la galera.   

Estos encuentros no son nada fortuitos 

Imposible entrar en detalles sin revelar puntos importantes de la historia, pero sólo nos podemos conformar con esa primera mitad, mejor estructurada por los realizadores. La atmósfera de engaños y suspenso que se crea, siguiendo los detallados tropos del género, choca con lo anticlimático de un desenlace apresurado que sólo busca lograr un impacto en el espectador. Lamentablemente, no lo consigue, desaprovechando buenas ideas y las actuaciones de sus dos protagonistas.    

En Mirren y McKellen, un poco más en este último, residen las verdaderas virtudes del film que se sostiene gracias a sus carismas y actuaciones. No estamos tan acostumbrados a ver a Sir Ian Murray en un papel tan oscuro (bah, mentira) y se agradece que Hollywood todavía tenga tiempo y ganas para sus estrellas más maduras. La química que se establece entre ambos intérpretes es tan sincera como palpable; así también como las locaciones reales elegidas por el director, tan identificables de Gran Bretaña y Alemania.  

Siempre hay que desconfiar 

El resultado final de “El Buen Mentiroso” se hubiera beneficiado de la clásica máxima ‘menos es más’. Entendemos que Hatcher sigue los lineamientos de la novela, pero ahí reside el arte de la adaptación, puliendo y dejando lo que mejor favorece a la trama en sus diferentes formatos. La falta de simplicidad y la abundancia de giros narrativos es el obstáculo más grande para esta historia, que hubiera sido más apreciada con muchos menos elementos. Probablemente, también hubiera sido OTRA historia, pero eso no podemos saberlo.      

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