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Análisis | Proyecto Power: una historia criminal de superhéroes alternativos

Los superhéroes llegan a la grilla de Netflix de la mano de una historia original y una pastillita poderosa. 

Análisis | Proyecto Power: una historia criminal de superhéroes alternativos

Las plataformas de streaming siguen siendo la única fuente cinematográfica que nos queda durante la pandemia. Así, Netflix u otras tantas se beneficiaron de la cuarentena, logrando que sus historias originales -o aquellas que adquirieron de otros estudios- ocuparan las listas de lo “más visto” de la semana, el mes, ¿el año? Seguramente. “Proyecto Power” (Project Power, 2020) hará lo propio durante este fin de semana, gracias a su planteo cargado de súper acción, bastante violencia y un grupo de personajes con extrañas habilidades.

La película de Ariel Schulman y Henry Joost -dos realizadores acostumbrados al bajo presupuesto y los pocos recursos de la saga de terror “Actividad Paranormal” (Paranormal Activity)- prueban suerte con los justicieros, tan de moda por estos días. La dupla se sube a la ola superheroica, pero se aleja de las adaptaciones comiqueras, y junto al guionista Mattson Tomlin (el mismo de la futura "The Batman" de Matt Reeves) nos traen una aventura original protagonizada por el oscarizado Jamie Foxx, Joseph Gordon-Levitt y la ascendente Dominique Fishback (“The Hate U Give”).

Todo arranca en Nueva Orleans cuando los jóvenes traficantes locales logran echar mano a una nueva y fascinante droga que pronto inunda las calles. Power, como se la conoce, le otorga un poder (je) único y particular a aquel que la consume. Una habilidad superpoderosa ligada a su propio ADN y sus características físicas, aunque solo les dura unos escuetos cinco minutos: tiempo suficiente para crear caos en la ciudad y poner en alerta a la policía. Seis semanas después del arribo de la pastillita, el descontrol se hace notar, obligando al oficial Frank (Gordon-Levitt) a tomar cartas en el asunto. ¿Su filosofía? “Si no puedes contra ellos, úneteles”, o algo por el estilo, ya que acepta combatir fuego con fuego, romper algunas reglas, y consumir la famosa píldora para poder hacerles frente a estos delincuentes imparables.     

Dejemos en claro que esto sigue siendo ilegal, aunque las intenciones de Frank son altruistas y sinceras. Su acceso a la droga viene por parte de Robin (Fishback), adolescente con talento para la música, que se dedica a traficar para ayudar a su mamá enferma. A diferencia de muchos, la chica nunca se sintió tentada para testear sus posibles poderes, ya que una “sobredosis” de Power es mucho más peligrosa que la de cualquier otra sustancia.  

La ley se hizo para romperse, ¿no?

Cuando Frank es descubierto por su superior (Courtney B. Vance), justamente, por ingerir ilegalmente la píldora, tiene la opción de ir a la cárcel o ayudar a atrapar al Comandante, supuesto culpable de introducir la droga en la ciudad. El “maloso” resulta ser Art (Foxx), un ex militar que sigue su propia agenda y tiene una misión personal contra los creadores de Power. Tarde o temprano, estos tres personajes se van a cruzar y unir fuerzas para detener a los verdaderos villanos.

“Proyecto Power” nos engancha con una premisa ‘original’ -la naturaleza de los poderes y su efectividad es de lo más interesante- y una primera media hora cargada de acción, muy bien llevada. Schulman y Joost nos meten de lleno en el meollo del asunto y nos presentan a tres protagonistas (y sus motivaciones) bien definidos, pero pronto empiezan a caer en todos los lugares comunes, sin saber qué hacer con el desarrollo de la trama y sus personajes. Las escenas de peleas y efectos especiales se apoderan de la narración, despojando a la historia de su verdadero contenido.

Cuidado con los que consumes

Los malos son arquetipos (latinos) mega desgastados, el complot que se esconde detrás se resuelve apresuradamente y lo estético -una cámara vertiginosa que se cuela por todos los rincones sin mucho propósito- se vuelve repetitivo a lo largo de dos horas de película que desaprovecha a sus intérpretes y las relaciones que se pueden establecer entre ellos. En esos lazos, a veces un tanto sensibleros, está la clave (y el alma) de esta aventura que pocas veces encuentra el equilibrio.        

Al final del día, lo único que importa es la acción y la espectacularidad de los poderes que se desprenden de la mentada droga. Los personajes y su humanidad pasan a un segundo plano, un verdadero desperdicio, ya que el trío tiene mucho para dar, sobre todo la carismática Fishback, el punto más alto y sobresaliente de la película. “Proyecto Power” falla, por ejemplo, en aquello que “La Vieja Guardia” (The Old Guard, 2020) sí logra establecer: nuestra conexión (y empatía) con los protagonistas y su disyuntiva particular, más allá del propio universo fantástico que crea a su alrededor.

Fishback, un nombre para tener en cuenta

A pesar de todo, y si nos ponemos menos exigentes, “Proyecto Power” cumple con lo que promete: una aventura cargada de acción y protagonistas con habilidades especiales. Los realizadores logran mantener el ritmo, nos entregan varias escenas superpoderosas (y cancheras), pero se siente la falta de presupuesto en la mayoría de los efectos especiales. La historia se desbalancea cuando más se toma a sí misma en serio y suma demasiadas subtramas que no siempre se resuelven con atino. No queremos decir que es “una más del montón”, aunque tampoco aporta nada nuevo a un  panorama justiciero recargado héroes y heroínas. El trío central da para más, como la idea de esta “pastillita” te puede convertir en un semidiós, al menos, durante cinco minutos.   

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