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Cine y series #Netflix#stranger things

Crítica | Stranger Things S03E03

"Stranger Things" sigue abriendo misterios y conflictos que, tarde o temprano, van a colisionar. Mientras tanto, sus personajes se embarcan en más de una misión detectivesca.

Crítica | Stranger Things S03E03

ACLARACIÓN: Está reseña contiene spoilers de la tercera temporada de Stranger Things.

Con sólo tres capítulos adentro, la tercera temporada de “Stranger Things” dejó bien en claro que va full ‘coming of age’, pero en plan ingenuidad ochentosa y no tan rebuscada y conflictiva como historias más recientes a la “Lady Bird” (2017) o “Eighth Grade” (2018). Acá no hay redes sociales que compliquen las cosas, ni excesos, pero sí un ente interdimensional que pone a Hawkins y a sus habitantes patas para arriba. Nuestros jóvenes protagonistas recién comienzan a abandonar la niñez para transitar la pubertad desbordada de hormonas, y estos cambios, no tan paulatinos, afectan a unos más que a otros.

El pobre Will Byers lo viene pasando mal desde aquel primer episodio en 2016. Ahora, liberado del yugo del Upside Down, intenta recuperar el tiempo perdido junto a sus amigos, entre juegos de rol y aventuras al aire libre, pero el resto de la pandilla ya está en otra, ocupando sus días con romances de verano que van y vienen, y mensajes en ruso por descifrar. Al pibe, mucho más sensible que sus compañeros -parece que a los hermanos Duffer les gusta jugar con la ‘ambigüedad’ y no se deciden si definirlo como gay o no, ¿dónde estaría el problema?-, le pesa esta nueva dinámica y huye a su guarida en el bosque para recordar los buenos viejos tiempos, antes de que el Mind Flayer vuelva a hacer de las suyas.          

Will no es el único que percibe este arribo. Eleven y Max siguen avanzando en su relación amistosa y, jugando con los poderes de la chica, empiezan “espiando” a Mike y sus compinches para luego seguir azarosamente con Billy. Así descubren que algo extraño anda sucediendo con él y con Heather Holloway (Francesca Reale), la guardavidas (supuestamente) desaparecida que, en sus visiones, lo pasa bastante mal. Después de investigar por aquí y por allá, y revolver en la habitación del muchacho, Eleven logra sacar algunas imágenes en concreto, sospechando que Heather fue secuestrada. Lo raro del asunto es que Bill puede sentir su presencia, algo que ya había ocurrido con Mike, pero nosotros sabemos que se debe a que el pibe está controlado por el Upside Down.

Con la pubertad, las amistades se complican 

ChapterThree: The Case of theMissingLifeguardes un capítulo en la que todos los personajes la juegan de detectives. Además de Max y Eleven en busca de la guardavidas perdida del título, tenemos a Nancy, que no se deja amilanar por las burlas y las bromas de sus compañeros -todos señores grandes, machirulos y muy desagradables- que no creen en la historia de las ratas. Como el guión no permite que los mande al cuerno y haga la suya, ella sigue investigando y decide volver a la casa de la señora Driscoll en busca de pruebas para demostrar su hipótesis. Claro que Jonathan decide acompañarla, y lo que descubren es un tanto perturbador, ya que la viejita parece haberse contagiado de la misma “enfermedad” que afectó al roedor.

Mientras tanto, en el centro comercial, Dustin, Steve y Robin siguen intentando descifrar el mensaje de los rusos y descubrir a los “espías” que deberían estar diseminados por el lugar. Después de varios intentos fallidos, y primeros planos de traseros femeninos en calzas, Robin logra decodificarlo, sacando la conclusión de que este hace alusión a una entrega que se llevará  a cabo por la noche en el mismísimo mall. ¿Qué hacen agentes rusos armados haciendo delivery  trasnochado en un shopping de Hawkins? Es todo un misterio, como la facilidad de estos pibes para interpretar mensajes ultra secretos.

Si algo queda en claro durante esta temporada, y este episodio dirigido por Shawn Levy en particular, es que StrangerThings” decidió abrazar un lado más ñoño, fantasioso e inverosímil cuando se trata de sus misterios, uno que prefiere romper la suspensión de la incredulidad en favor del entretenimiento. ¿Dónde quedó esa aura terrorífica inspirada en Stephen King y John Carpenter? Hasta “Los Goonies” (The Goonies, 1985) tienen un poco más de coherencia dentro de sus aventuras fantásticas.  

¿Qué anda planeando el Azotamentes desde el otro lado?

Igual, todo funciona dentro de este universo creado por los hermanos Duffer, que sigue abriendo interrogantes capítulo a capítulo. A los rusos desparramados por Starcourt y la desaparición de Heather, hay sumar el problemita de los imanes y los campos magnéticos que ponen nerviosa a Joyce. Tras plantar a Jim durante su no cita, la señora Byers se emperra en ir hasta los laboratorios de Hawkins para cerciorarse de que ninguna mano macabra haya vuelto a experimentar con el Portal y el “otro lado”. La excursión viene bien para que Hopper y Joyce tengan un momento íntimo y se sinceren sobre algunos sentimientos, miedos y planes para el futuro. También demuestra que el lugar fue clausurado y abandonado hace meses, pero el jefe de policía tiene un encontronazo violento con un sujeto desconocido.      

El final de “The Case of the Missing Lifeguard” le pone un poco de picante al asunto cuando Eleven y Max llegan hasta la casa de la guardavidas y descubren que todo va viento en popa. Heather, Billy y los padres de la chica tienen una velada más que agradable, pero nada es lo que parece a simple vista y los Holloway terminan convirtiéndose en las nuevas víctimas del Upside Down. Todo resulta estar interconectado, y a través de los ojos de Billy el Mind Flayer (ese bicho enorme en forma de araña que aparece al final de la segunda temporada) logra reconocer a Eleven como la chica que lo dejó encerrado del otro lado.  

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