Los minutos en que comenzaron a circular las primeras versiones acerca de los últimos momentos de Diego Armando Maradona fueron tensionales y cruciales. La sociedad en vilo. Sin embargo, ante la perplejidad de millones de personas se confirmó: murió a sus 60 años.

"Estoy devastado", fueron las primeras palabras de Claudio Paul Caniggia, compañero del Diez durante sus años en la Selección Argentina y en Boca. Un vínculo que acaparó cámaras y que fue testigo hasta de un beso, que selló esa complicidad.

"Era mi hermano del alma... espero que sepan entender, no tengo palabras en este momento. Solo quiero decirle a su familia que los acompaño en este dolor", se solidarizó con hijos, e hijas, hermanas y hermanos, nietos y amores.

Significativamente el mensaje previo que El Pájaro tenía publicado en su cuenta de Twitter era un retuit de un saludo que envió ante el reciente cumpleaños número 60 de Maradona, hace menos de un mes, el 30 de octubre. "Diego Armando. ¿Qué más puedo decir? Es el Dios del fútbol. Te quiero, amigo", había mencionado en dicha oportunidad.

El ex futbolista, director técnico de Gimnasia y Esgrima de La Plata, el pibe de Villa Fiorito, el padre que faltó en muchas casas, el ídolo y dios popular y el hijo sano de un sistema patriarcal murió este miércoles 25 de noviembre, paradójicamente fecha que también conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, tras sufrir un paro cardiorrespiratorio en la casa de barrio Villanueva, en la zona de Nordelta, Tigre, donde se había instalado tras haber sido operado recientemente en la Clínia Olivos por un hematoma subdural. Inmediatamente ambulancias llegaron al lugar pero no pudieron reanimarlo.

Hoy no sólo permanecerá en la memoria colectiva, sino en los corazones de un pueblo, su huella ante un sistema clasista y meritócrata sin olvidar aquellos y aquellas que sufrieron con y por él.