El accionar femenino fue clave y determinante en la Revolución Rusa: el levantamiento de las obreras textiles de Petrogrado se llevó a cabo el 8 de marzo de 1917, aunque en el calendario ruso aún era 23 de febrero -razón por la que también se conoce este hecho como la Revolución de Febrero.
Gestada exclusivamente entre obreras, activistas femeninas y mujeres militantes del Partido Bolchevique, aquel día se convocó a una huelga general para reclamar el fin de la guerra, del régimen zarista y del hambre: no más jornadas de 13 horas en un entorno laboral insalubre ni interminables filas a la intemperie para conseguir algo de pan.
Con este objetivo, esta célula concentrada en el barrio de Vyborg abandonó los talleres textiles y fue en grupos de cientos de personas visitando taller por taller para sumar adhesiones. Allí donde no eran escuchadas, tiraban piedras, bolas de nieve, palos incendiados contra las puertas y ventanas, y/o tomaban las instalaciones: al final del día, 20% de Petrogrado y 30% de los textiles estaban en huelga.
Por supuesto, los encontronazos con el Ejército y la Policía no faltaron, pero el primero de ellos -conformado en su mayoría por campesinos- terminó cediendo ante la fuerza feminista y se unió a su reclamo.