Ir al contenido
Logo
Genero #Newsletter#género

La violencia de Bublé, la revictimización y el peligro de las redes sociales

Varios videos en donde se ve un claro maltrato giraron por la web y el escrache masivo al cantante canadiense fue fatal. Pero, ¿y Lopilato? ¿Qué pasa con quien vive una situación así y se ve expuesta a la opinión de millones de personas? ¿Sufre? ¿Está bien el escrache? ¿Cómo actuar ante estas situaciones? En esta nota, algunas respuestas. 

La violencia de Bublé, la revictimización y el peligro de las redes sociales
Michael Bublé, cantante canadiense y esposo de la actriz argentina Luisana Lopilato. (Michael Bublé, cantante canadiense y esposo de la actriz argentina Luisana Lopilato.)

La violencia de género dentro de las parejas nos espanta. A esta altura, ver una secuencia agresiva de un hombre hacia una feminidad a través de, por ejemplo, redes sociales, nos deja en un lugar incómodo y sentimos que algo tenemos que hacer pero, ¿qué se puede hacer?  

El sábado a la noche una publicación de Twitter con un fragmento de un vivo entre el cantante Michael Bublé y la actriz Luisana Lopilato generó miles de comentarios. En el mismo, el canadiense sacude de forma agresiva a su esposa que lo interrumpe sin darse cuenta. Las imágenes son fuertes, la sensación de incomodidad es inevitable. "No podemos quedarnos calladas, él es un violento y algo hay que hacer", se lee en Twitter al respecto. 

A raíz de ese y de otros fragmentos de video se ve cómo el vínculo entre la pareja, por lo menos en ese contexto, se tensa. Las reacciones de Bublé ante los actos de Lopilato aterran y el nivel de indignación social marca algo positivo: la desnaturalización de la violencia machista. Aún así, la forma en la cual se trató y se trata este tema es, cuanto mínimo, irresponsable y peligrosa. 

¿Por qué? ¿No está buenísimo visibilizar un maltrato semejante? ¿No es válido ayudar a una persona en situación de violencia? ¿No hay que decir nada? Hay respuestas para todas estas preguntas, pero primero es importante aclarar algunas cosas. 

En una situación de violencia de género, quienes trabajan con esta problemática, priorizan lo que quiere, necesita y desea la persona que se encuentra en una secuencia semejante. La voz de la mal llamada (más adelante intentaremos explicar por qué mal llamada) víctima, debe ser prioritaria y esencial a la hora de realizar una denuncia.

El video, que se replicó miles de veces, es de algunos vivos que la pareja realiza desde sus redes sociales para charlar con sus seguidores y seguidoras durante la cuarentena. Lo cierto es que la actriz no subió las imágenes en pos de denunciar a su marido. Ergo, de pronto y sin aviso, a Luisana le explotó el teléfono con notificaciones de miles de personas desconocidas que le avisaban que su pareja era una persona violenta y que tenía deliberadamente que separarse.  

Cuando una mujer realiza una denuncia en una comisaría, lo que suele suceder es que, durante el procedimiento, tiene que exponer una y otra vez la situación de abuso vivida. O sea, tiene que volver varias veces lo que, en principio, quiere dejar atrás. A eso se le llama revictimización, generar en quien está en una situación de violencia, sin escapatoria, una instancia de repetición del acto que necesita olvidar. Lo mismo sucede con los medios de comunicación, por ejemplo, cuando publican fotos de mujeres golpeadas o escenas de violencia. En este caso, lo que pasó en las redes con el video coincide con este loop infernal que hay que evitar. 

Aún así, la visibilización de la agresión por parte de Bublé, generó un debate por demás interesante y muchas preguntas sin responder: ¿Qué hacer en una situación así? ¿Cómo actuar si no estoy dentro de la pareja pero veo que hay violencia?

Para entenderlo, Filo.News habló con Verónica Misseri, trabajadora de la línea 144, sobre qué hacer cuando detectamos este tipo de acciones.   

¿Redes infinitas? Sí, pero limitadas   

"Muchas veces, cosas que tienen que ver con una buena intención de denunciar que algo no esta bien, como lo que sucedió en este caso desde las redes, si bien es valido porque esta bueno visibilizarlo, después se torna en una situación de denuncia en donde todos podemos hablar pero no hay una lectura de fondo. En cualquier situación de violencia una no aconseja hacer una denuncia o un escrache por redes sociales, a menos que esto sea una forma más de acompañar una situación que ya se viene encarando desde otras áreas e instancias", aclara Misseri.

"La línea lo que trabaja es el posicionamiento de la mujer en situación de violencia. Respetar sus tiempos. A veces es necesario pararse como una interlocutora que puede ayudar a acelerar esos procesos, sí, pero sólo acelerarlos, no accionar sin su consentimiento", agrega la especialista. 

¿Cómo? ¿No puedo tuitear ni exponer que lo que veo me parece violento? Como poder, se puede y, de hecho, como eso sucedió, esta nota existe. Lo que habría que preguntarse, en todo caso, es qué buscamos cuando lo hacemos, cuál es la finalidad. Porque muchas veces eso puede malir sal y desde nuestras computadoras o celulares, no hay mucho que podamos hacer al respecto. "Ante cualquier situación de violencia en donde decidimos involucrarnos, no podemos hacerlo emitiendo puras opiniones, que es lo que pasa en las redes, si una quiere ayudar en serio, ¿no? Nosotras cuando laburamos estas situaciones, lo primero que hacemos es ver su recorrido e historia y de habilitar la escucha. Creo que las redes sociales permiten la visibilización y poner en palabras algo que antes estaba naturalizado pero tienen la limitación de que en si, frente a una situación puntual, es poco lo que pueden hacer", explica la especialista. 

De culpas y responsabilidades

Si bien todo lo que toca las redes sociales cobra una dimensión de superficialidad compleja que mezcla memes graciosos con comentarios ásperos y lecturas profundas, la violencia de género dentro de las parejas es un tema delicado. 

En nuestro país un varón violento mata a una mujer cada 26 horas y casi el 70% de esos femicidios son cometidos por parejas o ex parejas de las víctimas. O sea, siete de cada vez diez veces, las consecuencias de tal agresión son trágicas.

Salir de un vínculo violento es, aseguran quienes trabajan con este tipo de problemáticas a diario, un asunto delicado que debe abordarse con el mayor de los cuidados. "Primero porque eso expone a la persona que está en situación de violencia que, además, en general convive con su agresor", indica la especialista y agrega: "Por otro lado, porque muchas veces esas intervenciones van en la linea de corresponsabilidad. Porque la mujer, en este caso Luisana, tendría que estar dejándolo a Bublé ya que hay una clara situación de violencia según lo que se ve y, si no lo deja, es responsable de lo que le esta pasando".

Entonces, por más buena intención que tenga nuestro comentario en Twitter, terminamos culpabilizando a quien queremos ayudar. 

"Hay que entender que frente a cada situación de violencia no hay una sola forma de intervención. Entonces lo primero que una tiene que hacer es elaborar una especie de plan, idealmente en conjunto con esa persona. Si se contacta un tercero, nosotras siempre priorizamos que se pueda comunicar la persona que esta atravesando esa situación, sin dejar de lado el acompañamiento y los consejos", explica.

Romper los círculos de la violencia

¿Por qué importa tanto que la persona que protagoniza la situación sea quien quiera denunciar? "Nosotras nos preocupamos mucho por reforzar, además de la escucha y el espacio de contención, las herramientas. Entonces siempre tiene que estar la voluntad de la persona que atraviesa esa situación porque es la única forma de que esa salida sea efectiva. Ya que trabajamos en la construcción de los vínculos en general, mas allá de lo emergente de la situación puntual, para que esa persona pueda pensar en vínculos lejos de la violencia. No porque sean responsables, sino para que empiecen a asumir cuáles son las situaciones de violencia que no corresponden y que quizás en otro momento naturalizaba", sostiene Misseri. 

El trabajo es de hormiga. Despacito y sin avasallar a la persona involucrada, quienes trabajan para ayudar a salir de este tipo de situaciones, realizan una labor minuciosa. Ya sea para que las feminidades puedan escapar sin salir lastimadas como para que, de ser posible, nunca más se encuentren en un vínculo similar. 

Pero todos estos cuidados a la hora de tratar un tema así, esta vez no importaron. La etiqueta de "persona pública" le valió a la actriz una jornada repleta de agresiones, burlas y revictimización. Es que la gente vio violencia y saltó al segundo. La indignación, un poco bienvenida y otro poco descontrolada, también fue tendencia y la interpretación por parte de miles de usuarios respecto a los videos, meticulosa.   

El tema es que las opiniones de terceros en este tipo de cuestiones pueden entorpecer cualquier avance. Además, creer que sabemos lo que la otra persona necesita sin siquiera darle voz, es volverla a un lugar de vulnerabilidad del cual se busca salir.

Entonces, ¿qué? ¿Hay que callar? "Una cosa es no quedarse callada y otra es ver cuál es el objetivo de hablar. A mi me parece que los vídeos de esta pareja son disparadores de debate sobre la violencia, el tema es sobre cuando se limitan a un vínculo en particular. Una puede hacer una interpretación del general, porque estas situaciones las viven millones de mujeres y feminidades en el mundo. Ahora, puntualizar en el vinculo que tiene esta pareja me parece que no aporta nada. De hecho, la persona en situación de violencia se siente atacada porque se la está haciendo responsable de ese vinculo que sostiene y muchas veces eso contribuye a obstaculizar las acciones que se puede hacer. Es muy delicado el asunto como para tomárselo livianamente", detalla la especialista. 

¿Pero cuál es el límite? ¿Siempre tengo que preguntarle a la persona? ¿Y si esa persona no quiere y está en riesgo su vida? Bueno. Acá es donde los límites se ponen borrosos porque no se trata de una ecuación. Cada caso, como así se refirió Misseri, es distinto y cada situación merece un trato y un acompañamiento diferente. Las cosas a tener en cuenta son muchísimas y no siempre se acciona igual. "Es importante también entender que todo esto no quiere decir que frente una situación de riesgo, si la persona no quiere ser ayudada, hay que desistir. No. Muchas veces, cuando la vida corre peligro, no se llega a poder elaborar la voluntad de la persona en ese momento, pero sí luego, a corto y largo plazo", aclara.

De la pasividad a la acción

Una de las palabras más usadas durante todo este debate fue "víctima". Al hablar de violencia de género no podemos escaparle a esa etiqueta. La mujer que se encuentra encerrada en un vínculo peligroso y agresivo es "víctima" de esa situación y ese enunciado, que se repite una y otra vez, se tatúa en la frente de quien atraviesa estos vínculos sin posibilidad de elección.

A menos que.

Sí. Llegó el momento de cuestionarnos también esa palabra. Lo que significa, la carga que aporta y lo difícil que es tomar las riendas si desde el enunciado casi que es cancelada la posibilidad. "El concepto de victima no va para describir a una persona en situación de violencia, porque justamente le quita la parte necesaria de autonomía. La palabra víctima está muy asociada a al asistencialismo. No es victima de violencia sino que es un sujeto atravesando una situación de violencia. Al hablar de situación de violencia, posibilitamos pensar la transformación de esa situación. Sino queda como una condena, algo que le tocó y no creo que sea de esa forma. Así como una se puede encontrar en un vinculo violento, también puede salir", explica clara la especialista.

Empoderarse, tomar las herramientas que nos pertenecen en ese tipo de secuencias, es la tarea. Ser sujetas activas de derechos y reconocernos como tales, clave a la hora de poder salir de este tipo de vínculos. "Me parece que el concepto de situación de violencia habilita el pensar la posibilidad de transformar. El concepto de victima esta muy asociado también a esa feminidad que necesita del otre para salir de esa situación. Y si bien es cierto, la mujer en situación de violencia va a necesitar de otres, no será porque no pueda sola sino porque el problema que atraviesa no es de responsabilidad propia y su vinculo particular, sino que tiene que ver con todo un discurso que no sólo avala esa situación que atraviesa sino que, de hecho, la fomenta. La palabra víctima está asociada al mismo discurso que cuestionamos cuando intervenimos en situaciones de violencia", indica. 

A veces las cuestiones que tienen que ver con el lenguaje, quedan minimizadas por la coyuntura que es particularmente apremiante. La situación de violencia de género en nuestro país, aunque avanza en cuestión de derechos, en la práctica continúa siendo un genocidio a cuenta gotas. Y así como lo que no se nombra, no existe, lo que sí se nombra condiciona y pone límites. 

"Me parece se cree que se puede entender lo mismo al decir víctima que persona en situación de violencia, pero la realidad es que también el lenguaje contribuye a visibilizar o invisibilizar cosas que en los hechos no son tan así. No es un capricho dialéctico, tiene que ver con un posicionamiento en relación a la intervención. Consideramos que quien atraviesa una situación de violencia tiene la posibilidad de decidir respecto de su vida y eso es fundamental, tanto para quienes acompañamos como para quien necesita salir de ese espiral de agresión tan complejo", finaliza. 
 

  • Newsletter
  • género

Ultimas Noticias