Un efectivo de la Policía bonaerense declaró que fue Máximo Thomsen quien dio el nombre de Pablo Ventura cuando agentes de esa fuerza allanaron la casa donde se alojaban los ocho acusados del crimen de Fernando Báez Sosa, la mañana posterior al hecho, y preguntaron de quién era una zapatilla con manchas de sangre que habían hallado en el lugar.

"Thomsen manifestó que (la zapatilla) era de Pablo Ventura", aseguró el oficial Mariano Rolando Vivas ante el Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 1 de Dolores.

Con esta respuesta, se devela uno de los grandes interrogantes del caso. Es que tras quedar involucrado en el hecho, el remero, oriundo de Zárate, al igual que los ocho imputados, permaneció detenido durante casi cuatro días.

Posteriormente, y gracias a imágenes de la cámara de seguridad de un restaurante, se pudo demostrar que la madrugada del 18 de enero, Ventura no había salido de Zárate.

Más temprano, declaró en la quinta audiencia del juicio a los ocho imputados -Máximo Thomsen (23), Enzo Comelli (22), Matías Benicelli (23), Blas Cinalli (21), Ayrton Viollaz (23), y Luciano (21), Ciro (22) y Lucas Pertossi (23)- Andrea Ranno, recepcionista de un hotel ubicado en la misma cuadra que el boliche Le Brique.

La testigo aseguró que escuchó a uno de los jóvenes decir: "Le rompí toda la jeta, ¿viste?". Y: "Le llené la jeta de sangre". 

"Todos se sentían partícipes de ese festejo. Venían muy exaltados, muy contentos, contentísimos y felices", declaró.

Ventura, por su parte, declaró el miércoles y reiteró que quería saber quién lo había implicado en el crimen. "Es muy de cobarde nombrar a alguien cuando fuiste vos el que lo hizo", dijo.

A su vez, dijo a la prensa que miró a los acusados "una o dos veces", y notó que ellos no podían devolverle la mirada.