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Se producen más de 450 millones de toneladas de plástico por año

Los seres humanos estamos consumiendo cerca de cinco gramos de microplásticos por semana a través de los alimentos, el aire y el agua. Es el equivalente al peso de una tarjeta de crédito.

Se producen más de 450 millones de toneladas de plástico por año

De los 2 millones de toneladas anuales que se producían en 1950, hemos pasado a más de 450 millones en la actualidad, y las previsiones señalan que, de continuar a este ritmo, esa cantidad se duplicará en 2050. Esto da cuenta del profundo impacto ecológico y sanitario que generan algunas actividades industriales. En las dos primeras décadas de este siglo se produjo el 50% del plástico que se fabricó en toda la historia. 

En este sentido, en un artículo de la revista Pulso Ambiental de FARN, Verónica García, especialista en Ecosistemas Marinos y Pesca Sustentable de Fundación Vida Silvestre Argentina, explica que las investigaciones de los últimos dos años revelan que la sangre, pulmones, colon, placenta, materia fecal y hasta la leche materna humana contiene microplásticos.

Además, 11 millones de toneladas de residuos llegan anualmente a los océanos, afectando más de 800 especies marinas y costeras, de acuerdo con el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

Un estudio de 2017 publicado por Greyer y otros en la revista Science, dice que del total de plástico producido desde 1950 hasta 2015 la mayor parte (79%) terminó en rellenos sanitarios o vertederos, el 12% se incineró y solo se recicló el 9%.

“A pesar de los esfuerzos, el reciclaje es insuficiente. Para solucionar este problema es importante no solo mejorar la gestión de los residuos plásticos, sino también reducir la producción y el uso desmedido del material”, advierten desde Unplastify, en su artículo publicado en la revista Pulso Ambiental, en dónde abordan el rol de las políticas para minimizar el uso de estos residuos.

A nivel internacional, en marzo de 2022 el PNUMA aprobó la creación de un comité intergubernamental con el mandato de negociar un tratado de carácter vinculante para 2024, cuyo objetivo es hacer frente a la grave contaminación por plásticos a lo largo de todo su ciclo de vida, desde la producción hasta el descarte. Lo hizo mediante una histórica resolución firmada en Nairobi, que lleva por título “Poner fin a la contaminación por plástico: hacia un instrumento internacional jurídicamente vinculante”.

En noviembre de ese mismo año, se dio  un primer paso en la concreción del tratado cuando se llevó a cabo la primera reunión del Comité Internacional de Negociación (CIN) en Uruguay. Allí se empezaron a fijar las bases para este necesario proceso, cuyo resultado será un texto que incluirá aspectos vinculantes y otros voluntarios. La Argentina fue parte de esa discusión y, como integrante del grupo de América Latina, ha apoyado el desarrollo de un tratado vinculante, señalando la vulnerabilidad de los países del continente ante impactos transfronterizos. Desde la postura oficial de la Argentina también se resaltó la importancia de una implementación efectiva y se mencionó la necesidad tanto de contemplar el enfoque de derechos humanos vinculados al ambiente y la salud como de reconocer el rol de las y los recuperadores urbanos, dándoles participación.

En Argentina, Leandro Gómez, magíster en Administración Pública y coordinador del programa inversiones y derechos del Área de Política Ambiental de FARN, explicó: "Mientras se avanza en la agenda internacional, la Argentina tiene a su vez múltiples desafíos para afrontar en relación con los plásticos, tanto desde la esfera de la regulación —por ejemplo, en la búsqueda de sancionar una ley de envases— como desde los aspectos de diseño e innovación en la producción, así como en la gestión de  los residuos".

Mirko Moskat, coordinador del área Basura Cero del Taller Ecologista, advierte que es fundamental que en la Argentina se desarrollen políticas nacionales que aborden integralmente esta problemática, al menos desde dos caminos complementarios. A través de normativas basadas en el principio de responsabilidad extendida del productor y normativas que avancen en la prohibición de elementos prescindibles o problemáticos, como ya muchas ciudades lo están implementando.