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Día Mundial del Cerebro: El impacto de la neuroplasticidad en la superación de adicciones

En el marco del Día Mundial del Cerebro, especialistas explicaron cómo la neuroplasticidad se convierte en un aliado esperanzador en la lucha contra las adicciones. 

Día Mundial del Cerebro: El impacto de la neuroplasticidad en la superación de adicciones
Neuroplasticidad: La clave para superar adicciones

Millones de pensamientos, emociones y acciones toman forma en el cerebro. A pesar de los avances científicos, sigue siendo uno de los mayores enigmas de la humanidad. Es tal su complejidad que posee la capacidad única de evolucionar a lo largo de toda nuestra vida. Gracias al fenómeno llamado neuroplasticidad, puede reorganizarse, formar nuevas conexiones y cambiar su estructura en respuesta a diversas experiencias y hábitos. Y en el contexto de las adicciones, esta habilidad de adaptación y cambio ofrece esperanza y nuevas oportunidades de recuperación.

“La neuroplasticidad es una propiedad constante en nuestro cerebro, es inevitable, y no requiere de nada especial más que estar vivo para suceder”, definió el Dr. Adolfo García, Director del Centro de Neurociencias Cognitivas de UdeSA, Senior Atlantic Fellow del Global Brain Health Institute, Investigador de la USACH y CSO de TELL. Y prosiguió: “Ahora bien, puede esculpirse y potenciarse en ciertos dominios mediante la exposición sostenida a diversas experiencias o la práctica rutinaria de algunas actividades”.

Según explicó el especialista, la plasticidad cerebral es esencial para el desarrollo del encéfalo, “desde la fase embrionaria hasta la vejez”. “Durante el desarrollo fetal, se destaca la neurogénesis, que consiste en el nacimiento de nuevas neuronas. Luego, desde la infancia hasta la adultez, se hacen más comunes fenómenos como la sinaptogénesis, que implica la creación de nuevas sinapsis para conectar las neuronas ya existentes”, detalló García.

En el proceso de formación de hábitos y vicios, se establecen conexiones neuronales específicas que refuerzan comportamientos repetitivos. Sin embargo, la neuroplasticidad ofrece una puerta hacia el cambio al permitir que estas conexiones sean modificadas o incluso eliminadas a través del aprendizaje y la exposición a nuevos estímulos. Lo que demuestra que el cerebro no es una entidad estática y que, con la estrategia adecuada, es posible romper con patrones perjudiciales y abrir camino hacia hábitos más saludables.

La liberación de dopamina en el consumo de estupefacientes

La drogodependencia está estrechamente relacionada con la liberación de neurotransmisores, como la dopamina. “El núcleo biológico de la adicción es el sistema de recompensa del cerebro, también conocido como sistema dopaminérgico, el cual se activa con cada recompensa natural y necesaria del ser humano, como lo es dormir, comer y socializar. Cada actividad se relaciona con una cantidad de placer”, explicó Damián Barreiro, psicólogo clínico especializado en adicciones.

De acuerdo con el profesional, al ingerir sustancias, nuestro cuerpo experimenta una liberación de dopamina, superando con creces los niveles generados por otras actividades cotidianas. “Por lo que, el cerebro interpreta esta acción como esencial, debido a la cantidad de placer que generó a bajo costo y de manera cuasi inmediata”, indicó Barreiro.

Si el uso de drogas comienza a una edad temprana, cuando el cerebro está en un período de alta plasticidad, estas conexiones pueden fortalecerse aún más. “Por cada año que se anticipa el consumo de sustancias, aumenta un 5% las probabilidades de terminar generando una adicción. Un chico que prueba la marihuana a los 14 años tiene un 5 % más de probabilidades de ser adicto que alguien que lo prueba a los 15” , aclaró el psicólogo.

En esa línea, aclaró que existen diferencias individuales en la plasticidad cerebral que pueden influir en la susceptibilidad a las adicciones y en la capacidad de recuperación. “La genética, las experiencias de vida y la salud mental” pueden desempeñar un papel en la forma en que el cerebro responde a los consumos compulsivos.

Algunas personas pueden tener una mayor predisposición genética a desarrollar hábitos nocivos debido a la forma en que sus cerebros responden a ciertos estímulos o recompensas. Por otro lado, aquellos con una mayor plasticidad cerebral pueden tener una mejor capacidad para superar las adicciones, ya que su cerebro puede adaptarse más rápidamente a los cambios positivos.

Reconfigurando el cerebro hacia la recuperación

“A partir del momento que el paciente llega a la consulta, empieza una experiencia emocional correctiva. La persona puede empezar a hablar de aquello que tanto lo dañó y de esa manera elaborarlo”, aseguró Barreiro. “A partir de la exposición al trauma, uno se apropia de su historia y puede generar un cambio profundo en relación de cómo se siente con eso”, especificó.

Un tratamiento destacado es la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC), que se enfoca en identificar y transformar patrones de pensamiento y comportamiento que alimentan la dependencia. Mediante prácticas constantes de nuevas formas de pensar y actuar, se estimula la plasticidad cerebral, fomentando la formación de conexiones neuronales más saludables.

Otro enfoque efectivo es la Terapia de Exposición y Prevención de Respuesta (TEPR). Las personas se enfrentan gradualmente a estímulos relacionados con el hábito compulsivo, pero sin permitir el consumo. Al hacerlo, se debilitan las conexiones neuronales asociadas con la búsqueda de recompensa adictiva.

Al comprometerse con la abstinencia y seguir un enfoque terapéutico, las personas tienen la oportunidad de remodelar su cerebro y redirigir la neuroplasticidad hacia hábitos más saludables. Esto implica aprender habilidades de afrontamiento, adoptar estrategias para manejar el estrés y descubrir nuevas actividades gratificantes que no estén relacionadas con el consumo de drogas.