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Dolores Reyes y Daniel Burman hablan sobre "Cometierra", la serie basada en la novela

¿Cómo dialoga hoy la serie con la actualidad? ¿Cuáles fueron los desafíos de la adaptación? ¿por qué es importante la tierra? Responden la escritora y el director de esta histora que cautivó al público.

Dolores Reyes y Daniel Burman hablan sobre "Cometierra", la serie basada en la novela

La novela "Cometierra" escrita por Dolores Reyes, y que se convirtió en un récord de ventas, llegó a Prime Video a partir de la adaptación dirigida por Daniel Burman. La historia se centra en una adolescente que descubre que tiene un don a partir de comer tierra: puede ver dónde se encuentran personas que están desaparecidas.

"Cometierra" narra la vida de Aylín, una adolescente que descubre sus habilidades sobrenaturales el mismo día que desaparece su profesora y amiga, Emma. Aylín vive en un barrio empobrecido en las afueras de Ciudad de México, y su vida cambia drásticamente cuando empieza a recibir visiones inquietantes al comer tierra. Estas visiones, aunque perturbadoras, parecen estar conectadas con aquellos que han estado en ese lugar y proporcionan pistas sobre el paradero de Emma.

La búsqueda de Emma se entrelaza con otros casos de personas desaparecidas, como el niño autista Ian Ortiz y la hermana de Vero, Mariana. Su relación con su don es ambivalente, ya que aunque le proporciona las claves para resolver los misterios a su alrededor, también le causa un profundo conflicto interno sobre su identidad y el costo personal de sus habilidades.

Dolores Reyes y Daniel Burman conversaron con este medio acerca de cómo dialoga hoy la serie con la actualidad, cuáles fueron los desafíos de la adaptación, por qué es importante la tierra, entre otros temas.

- Dolores, ¿cómo creés que dialoga la serie con la actualidad donde tenemos un femicidio cada 35 horas y en octubre salió la cifra de que hubo 11 femicidios en dos semanas?

- Con mucha tristeza. Siento que en particular en Argentina, bueno, ese diálogo y la esencia del personaje de Cometierra está más vigente que nunca. Incluso cuando se está tratando de negar el femicidio y sacarlo del Código Penal, la realidad desmiente esto. Ahora tenemos triples femicidios, dobles femicidios, una avalancha terrible de vidas que nos faltan, que nos son arrebatadas, femicidios de madres e hijas o hijos. Me da mucha tristeza e incomodidad de que justamente la vigencia de Cometierra en estos momentos sea tan visceral.

- Daniel, ¿cómo fue el desafío de adaptar las escenas en donde la protagonista come tierra?

- Fue un desafío enorme, porque no queríamos romantizar demasiado el método. Queríamos mantener, en el mejor de los sentidos, lo primitivo del recurso. Y, de hecho, el recurso con el que lo hicimos fue muy primitivo. Fue toda una lección, un gran campo de experimentación, porque teníamos que mostrar a alguien que come tierra y lograr que fuese visualmente agradable, que no generara rechazo, pero que al mismo tiempo fuera consecuente con su don y con la narrativa. Estoy muy orgulloso del resultado al que llegamos, no solo en la serie, sino en ese aspecto en particular que mencionás, que fue uno de los desafíos más grandes. Incluso a mí, al leer la novela, ya me producía una sensación fuerte, y cuando lo ves en pantalla ese efecto también está muy bien logrado.

- Dolores, ¿por qué elegista la tierra como elemento principal en esta historia?

- Es una pregunta que me remueve muchas cosas. Nací en el ’78, en Argentina, en plena dictadura de Videla, y crecí viendo a organizaciones de mujeres buscando a sus hijos e hijas en la tierra, abriéndola, buscando un hueso, un cráneo, una astilla para poder darle —no voy a decir sentido, pero sí significado— a una historia; un principio y un fin. Después, con la vuelta de la democracia, esa búsqueda muchas veces se desplazó hacia mujeres víctimas de femicidio que nos faltan, y hacia otras víctimas. Siempre estamos buscando a alguien: a Luana, a Tehuel, a Liam, a Sofía, a tantos nombres. La respuesta está en la tierra, en lo que no podemos ver. Yo siento que la tierra sabe: por un lado, porque es parte de su cuerpo; y por el otro, porque están estas organizaciones, estas madres y padres que buscan, y faltaba una conexión entre ambas cosas.

- ¿Cómo se conecta esto con la protagonista, Aylín?

Ahí aparece este personaje, Cometierra. Acá difiero de Daniel: él habla de una superheroína, y yo hablo de una chica con un don que, en sí mismo, es pequeño. No es alguien que vuela o detiene balas; es alguien que conecta con un elemento central de la naturaleza. La tierra sostiene conocimiento y alimento para la vida, pero también guarda lo tanático, el lugar donde reposan los cuerpos cuando la vida ya no está. Ella puede leer esa sabiduría y transmitirla a quienes buscan, y en esa dimensión social adquiere un rol fundamental.

- Daniel, ¿cuál fue tu reinterpretación de Cometierra?

No difiero de lo que dice Dolores: de alguna manera, la idea de lo superheroico que tenemos instalada siempre tiene que ver con héroes solitarios que poseen un don mágico y luego deben ocultarse de la sociedad porque no son aceptados. Acá, en cambio, hay una versión mucho más atractiva. Es un don que se vuelve funcional cuando se enlaza y se combina con un tejido social que la protagonista construye con quienes la rodean. Eso es algo bastante único y diferente. No son los Avengers, donde cada uno llega con su herramienta. Son pibes del barrio, cuyo mayor don es no aceptar la realidad tal como es. Eso ya es muchísimo. Para mí fue muy movilizante y una enorme responsabilidad trabajar con un material como la novela de Dolores. También fue muy importante contar con su mirada en el proceso, porque era muy fácil perderse. Te diría que es uno de los materiales más arriesgados con los que trabajé en mi vida, y estoy muy contento con el resultado al que llegamos.

- Dolores, el año pasado tu libro estuvo en agenda pública, una censura que llevó una lectura colectiva. ¿Crees que esta adaptación es una reivindicación o un valor nuevamente a tu obra?

- Yo siento que Cometierra tiene vida propia. Incluso me parece ridículo querer censurarla, la historia ya circula, el personaje se vive como real. Muchas veces tengo que contestar mensajes aclarando que no, la vidente no existe, que es un personaje ficticio. Ha adquirido una corporalidad, una existencia tan fuerte que querer negarla es triste. Como toda forma de censura, provoca impotencia y puede hacer daño; mucho daño. De hecho, he recibido mensajes espantosos que me generaban efectos desagradables, y me dolía pensar: yo estoy viviendo en este mundo, en este país, en este momento. Pero verla en un audiovisual es, de alguna forma, un paso más en esa circulación: el personaje tiene vida propia y me ha trascendido. ¿Qué más puede querer una como autora que dejar un personaje circulando en el mundo, más allá de quien lo creó?

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