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Análisis | Sin equipo y sin funcionamiento: el Mundial nos dio un baldazo de realidad demasiado pronto

El seleccionado hoy es una gran incógnita; cronología de cambios abruptos que nos ponen ante una situación delicada para enfrentar el jueves a Croacia
Análisis | Sin equipo y sin funcionamiento: el Mundial nos dio un baldazo de realidad demasiado pronto

¿Quién es Jorge Sampaoli? ¿El técnico que hizo de la U de Chile y la selección de ese país un equipo insoportable para el rival? ¿El que había armado un conjunto enérgico y ambicioso más allá del rival? ¿O éste que puede optar por lo que no estaba en sus planes nada menos que para un debut mundialista? ¿Es el que se desvivía por dirigir a Messi en una cita de esta naturaleza? ¿O el que dice que no le puede enseñar nada?

En nuestra naturaleza contradictoria, seguramente haya espacio para cambios tan abruptos. En la conducción que debe tener un entrenador, no queda margen para semejantes idas y vueltas.

La selección mostró, entre tantas cosas, un preocupante estancamiento en su partido frente a Islandia: la dependencia de lo que pudiera hacer Messi, el traslado lento de pelota (que ordena a un rival de por sí ordenado) y la inacción frente a un adversario bien replegado se habían observado en todos los partido del ciclo. Es decir, el tiempo pasó y lo esencial no se mejoró. 

 

El fútbol argentino no tiene brillantes jugadores en cantidad. Brasil, España y Alemania están claramente por delante en este sentido. Hasta quizás selecciones de un segundo escalón, como Inglaterra y Bélgica tengan sus calidades mejor repartidas. Por eso era necesario que Sampaoli encontrara rápido el equipo y desde allí generar el funcionamiento. 

Sin embargo Argentina llegó al Mundial con varios puestos en duda: el arquero, el lateral derecho, uno de los centrales, el acompañante del 5, el centrodelantero. Demasiados. Se sumó inoportunamente la lesión de Lanzini. Así salió a jugar con un grupo de jugadores que lejos están de ser hoy titulares obvios: Caballero, Salvio de 4, Rojo, Biglia, Di María, Meza. Peor: más allá de lo inconveniente que sería cambiar más de medio equipo, sucedería lo mismo con los que podrían reemplazarlos. El funcionamiento disimularía estos problemas. Pero es muy difícil encontrarlo si rápido no se encuentra el equipo.

La titularidad de Biglia desnaturalizó los ensayos anteriores. No había necesidad de protegerse por adentro, como dijo el técnico el día anterior para explicar la suplencia de su apuesta, Giovani Lo Celso, que ni siquiera entró. Sí Ever Banega, que tiene más pase profundo que Biglia, pero se había perdido varios entrenamientos por una lesión muscular.

Cuesta incorporar que, tan rápido, Argentina tenga un partido decisivo en el Mundial. Su empate más la victoria de Croacia a Nigeria, imaginando un escenario accesible para Islandia contra los africanos, obliga a una victoria propia el jueves para no depender de resultados ajenos. De una posible y dolorosa eliminación temprana se habla, sí. Tan lejos de aquel título mundial que prometía Edgardo Bauza sin demasiados argumentos. Más cerca de tantos problemas que tuvo la selección en los últimos tiempos.

 
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