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¿Aumentó la ludopatía online y sus consultas en cuarentena?

El aislamiento está afectando psicológicamente a muchas personas, y provoca que aquellas con más riesgo de adicción no puedan gestionar correctamente la ansiedad e irritabilidad producidas por la situación o la abstinencia. ¿Qué pasa con el juego online que se convirtió en una vía de escape para estos estados actuales? 

¿Aumentó la ludopatía online y sus consultas en cuarentena?

"Tengo 28 años y hace un tiempo conocí ciertas páginas en Internet para jugar con dinero. Al principio era solo una distracción, pero cada vez quería jugar más y más, hasta que hace 7 u 8 meses me descontrolé por completo", cuenta Pedro angustiado y preocupado por su situación.

Situación que se acrecentó estando en cuarentena, porque el tiempo frente a la pantalla es mucho mayor y lo que a él le produce el juego, es imposible de controlar.

"Ingreso, pierdo, vuelvo a ingresar para recuperar y vuelvo a perder", remarca en su relato, y admite: "Después me arrepiento", pero claro, ya es tarde. "Gasto el dinero que me queda para pasar el mes, lloro, me castigo, me digo de todo a mí mismo, pero en cuanto tengo la oportunidad, juego otra vez", se sincera.

"Hace unos meses pedí un préstamo por todo lo que he gastado, y tengo miedo de utilizar ese dinero para seguir jugando. Ya no quiero jugar más, quiero salir de esto. Solo no puedo, por eso pedí ayuda", dice.

Ludopatía online | Imagen ilustrativa

La ludopatía -cualquiera sea su índole- es una adicción y como tal el ludópata presenta los mismos rasgos que cualquier otro adicto: repetición de una conducta o acción que resulta placentera y aumento de su frecuencia para obtener los efectos deseados; pérdida de control de la persona derivada del fallo de los mecanismos cerebrales de inhibición de la conducta; aparición del síndrome de abstinencia si se interrumpe el hábito.

Es una enfermedad reconocida por la Organización Mundial de la Salud y por la Asociación Americana de Psiquiatría, que consiste en la alteración progresiva del comportamiento del individuo por la que experimenta una necesidad incontrolable de jugar, por encima de cualquier consecuencia negativa. Y cuando hablamos de jugar, nos referimos a juegos que tienen una capacidad adictiva, juegos en los que transcurre poco tiempo entre la apuesta y el premio obtenido.

Una persona adicta al juego entra en una especie de espiral, comienza a jugar, a tener problemas con el juego, eso le acarrea problemas económicos y sociales, y luego se le desencadenan diversos trastornos como ser la ansiedad o la depresión. 

Y una vez que ingresa a esa espiral, le es muy difícil salir. Así lo reconoce Alejandra, quien está a punto de cumplir 37 años: "A pesar del daño terrible que me hizo el juego aún no he podido dejarlo. Soy adicta desde hace 10 años, perdí mucho dinero, perdí a mi familia y buenos trabajos. Y se que sigo viva solamente porque tengo un hijo chiquito, aunque el amor que le tengo no me es suficiente para ponerle fin a este infierno".

"En los últimos días recurrí a una persona que no sabe nada de mi adicción para pedirle dinero porque ya no sé a dónde más recurrir, estoy muy endeudada", se lamenta y reflexiona: "Es insólito, porque cada vez que pienso en todo lo que tengo que pagar, lo primero que se me viene a la cabeza como 'solución' es el juego. Obvio, el final siempre es el mismo, en vez de solucionar algo, lo empeoro. Claro que quiero ponerle un freno, pero hasta ahora no he podido".

¿Cómo debe tratarse una persona con ludopatía? 

Para que el tratamiento sea exitoso deben combinarse distintos tipos de terapias. La terapia farmacológica es de gran utilidad, ya que los medicamentos ayudan a frenar los impulsos y a manejar los sistemas de regulación de la conducta. Es necesario que los fármacos se acompañen de psicoterapia individual, cuyo objetivo es reforzar las conductas positivas y suprimir las negativas. La implicación familiar y del entorno desempeñan un papel crucial porque su rol es tratar de reforzar ciertos factores, como las habilidades sociales o la autoestima, para darle al individuo ese pilar que le falta y que, de alguna manera, encuentra en el juego.

"Se trabaja psicológica y psiquiátricamente. Desde la psicología se trabaja en el control de los impulsos y tratando de encontrar dónde está esa angustia que genera una conducta compulsiva al juego; conducta que la persona no puede frenar por sí sola. Y como psiquiatra se trabaja desde lo farmacológico. Una de las herramientas suele ser la terapia cognitiva conductual", explica en diálogo con Filo.news Gerladine Peronace, médica psiquiatra especialista en adicciones.

Ahora bien, nuestros uno de nuestros testimonios reconoció estar jugando más en cuarentena porque su adicción desde un principio estuvo relacionada con el juego online, pero... ¿Qué pasa con aquellas personas adictas que no están pudiendo asistir a las salas de juego? ¿Se vuelcan al juego online? ¿Ha aumentado la ludopatía online en los últimos dos meses por este motivo?

Ludopatía online | Imagen ilustrativa

"A ciencia cierta no te se decir si aumentó o no la ludopatíaonline en cuarentena. Pero no dudo que sí, que la respuesta rotunda sea un 'Si', porque aumentó el consumo de todo y mucho más el uso de las distintas tecnologías. Con el mal uso de Internet en este momento no dudo que el juego online haya aumentado", señala Peronace.

Y agrega: "Habría que ver si aumentaron las demandas de consultas a algún profesional o alguna institución que se dedique a recibir ludópatas".

Por eso, fue que también charlamos con Jugadores Anónimos de Argentina, una asociación sin fines de lucro que nuclea en todo el país a 66 grupos de adictos al juego. Ellos se autodenominan como una hermandad de hombres y mujeres que se juntan a compartir experiencias para ayudarse en la adicción al juego.

No cuentan con psicólogos, ni especialistas de ningún tipo: "Nos vamos recuperando a través de la experiencia del otro, funcionamos como espejos. Esa es nuestra forma de recuperación", detalla Fernando, quien forma parte de la oficina regional de la asociación, la cual nuclea a todos los grupos.

"Estamos hermanados por una misma adicción. La ludopatía es una enfermedad emocional que se puede detener pero no se puede curar", sostiene Fernando.

Quien además asegura que "hay menos consultas que cuando no había cuarentena", aunque en su opinión considera que hubo un aumento del juego online porque por más de que las consultas hayan bajado, las pocas que reciben en la línea telefónica suelen ser por apuestas online.

"Nosotros no manejamos estadísticas, pero sí los caso que más se ven ahora son las apuestas online porque al estar cerradas las salas de juego las pocas llamadas que estamos teniendo son de personas que están jugando de forma online, lo cual es igual de destructivo que un casino real, quiniela o sala de juego", manifiesta Fernando.

Regularmente los integrantes de Jugadores Anónimos se reúnen de manera presencial, pero a raíz del aislamiento social obligatorio a causa del COVID-19 los grupos debieron suspender sus reuniones, hasta que se levante la medida. Frente a esta situación de carácter mundial, la asociación buscó, rápidamente, hallar una alternativa eventual, a fin de brindar una red de contención, y para esto se  solicitó autorización al Comité de Relaciones Internacionales, para organizar conferencias telefónicas, mediante una plataforma virtual.

Bajo estas circunstancias las reuniones se dan de manera virtual, de forma diaria, en el horario de 19:00 a  21:00, y se mantendrán así mientras dure el período de aislamiento social obligatorio.

¿Cómo acceder a la comunidad? A través de  la página web: www.jugadoresanonimos.org.ar, o mediante una llamada telefónica a la Línea Vida: (11) 4412-6745: "Esta línea funciona 24 hs. Aquellas personas que tienen problemas con el juego compulsivo pueden llamarnos a esta línea y nosotros le vamos a brindar nuestra ayuda", remarca Fernando.

El propósito fundamental de esta asociación es el de dejar de jugar y ayudar a otros  jugadores compulsivos a hacer lo mismo, mediante un programa de recuperación de doce pasos, basado en principios espirituales (no religioso), tales como: humildad y el amor, entre otros.

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