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Del escenario a la pantalla: cómo se vive la danza en tiempos de pandemia

Artistas de todo el país tuvieron que adaptarse a la cuarentena, incluso Melina, la joven de 22 años que asumió al frente de la escuela de danza familiar en plena pandemia. Conocé su historia, el presente de la danza en Argentina, la crisis que evidenció el confinamiento para el sector y el protocolo presentado al Estado. 

Del escenario a la pantalla: cómo se vive la danza en tiempos de pandemia
Especial danza y coronavirus

Cada martes a las 19, Melina se conecta a Zoom y empieza la clase. Como profesora de contemporáneo, confiesa que lo que más le cuesta es enseñar los pasos en el piso, ya que sus alumnes suelen confundir derecha e izquierda porque la cámara proyecta la imagen al revés, y también muchos no tienen el mismo lugar para bailar. De todas formas ya se acostumbró a esta nueva modalidad: “Sé que en algún momento vamos a volver al estudio, así que trato de tener una actitud positiva”. 

Estar al frente de una clase era algo que soñó toda su vida, y que lo consiguió a principios de marzo, cuando se hizo cargo de la escuela de danza de la familia. Bajo el nombre “Rincón del arte”, el espacio situado en Isidro Casanova reúne a docentes, bailarines y bailarinas de ritmos urbanos, jazz, zumba y contemporáneo.

A la semana del inicio de actividades, comenzó el aislamiento social, preventivo y obligatorio en Argentina. “La primera reacción cuando me enteré de la cuarentena fue bastante relajada, sabía que iba para largo. Después me preocupé un poco porque en mi casa la escuela era el único ingreso que había”, confiesa, en diálogo con este medio.

No fue la única: como ella, miles de trabajadores y trabajadoras de la danza de todo el país tuvieron que adaptar su rutina desde que comenzó la pandemia, en respuesta a las diferentes normas sanitarias. Así, los estudios cerraron, los escenarios quedaron vacíos y las clases se transmiten por streaming. 

En esta nota el caso de Melina Murat, el presente de la danza en Argentina, la crisis que evidenció el confinamiento para el sector y el protocolo presentado al Estado. 

Vivir para la danza y la danza para vivir: la historia de Melina 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Sus primeros pasos los dio de pequeña, cuando tenía apenas dos años. “Me subí por primera vez a un escenario cuando todavía usaba pañales”, recuerda. Define a su mamá, directora, creadora y docente de danza jazz Gladis Stratta, como su “profesora de toda la vida”. Atenta, ella iba a sus clases y observaba cada enseñanza, aprendía diferentes estilos, e incluso se animó a incursionar en comedia musical.

En busca de seguir ese camino, se anotó al profesorado superior de danza jazz a la par de la escuela secundaria. Cuando terminó, desde el Conurbano viajaba cuatro horas por día para estudiar la Licenciatura en Artes Escénicas con focalización en Danza en la Universidad de San Martín. Este año se recibe. 

“Llegaba de cursar, merendaba y daba clases hasta la noche de lunes a sábado. Estoy acostumbrada a tener rutinas así, soy muy inquieta”, indica. El arte corre por sus venas: “Al tener a mi mamá que era bailarina, mis tíos actores y mi papá iluminador, vivía entre ensayos, teatros y arte. De todas formas yo elegí este camino por mi cuenta, porque mi hermana se crió igual que yo y no se dedica a nada relacionado con la danza”, cuenta.

Hace más de 20 años, su mamá creó un estudio en el galpón de su casa. Aunque sigue siendo la directora, decidió dejar a cargo de la escuela a Melina, quien iba a manejar el lugar y trabajar como profesora. Debido a la pandemia empezó a enseñar pero desde su casa, y se encarga de manejar las redes sociales para difundir su trabajo.

En cuarentena, además de las clases, aprovecha para ensayar para la obra "Desamarro", con la compañía de contemporáneo "Movimiento Descentralizado", a cargo de Mauro Dann. Cuando no está bailando, se dedica a su nuevo emprendimiento “Old School”, que lo inauguró en pleno confinamiento para vender ropa por Instagram. 

¿Cómo trabaja la creatividad en estos tiempos? “En el encierro la inspiración está bastante ausente, aunque es llevadero”, confiesa y sigue: “El principal desafío, al menos para mí, es renovarse semana a semana en cuanto a la creatividad para que xl alumnx no se aburra ni se ‘estanque’, y también tratar de ser lo más claro y consciente posible para que todxs puedan aprender y entender los ejercicios sin que se lesionen el cuerpo”.

La “nueva normalidad” de la danza en la pandemia

Estudio "Rincón del Arte"

Cuando comenzó con las clases, Melina cuenta que se inscribieron muchos infantiles y adolescentes. Sin embargo, con la cuarentena los más pequeños decidieron no seguir en sus clases. “Yo creo que pasa más por una situación económica de los padres, además de que al ser más chicas, necesitan de la motivación de la profesora y sus compañeras para animarse a más”, opina.

Para ella, adaptarse a la nueva rutina fue “bastante complicado”, y aunque trata de llevar adelante la clase de la misma manera que la presencial, entiende que hay ejercicios que requieren de mayor destreza. “Hay algunos profesores que envían las clases grabadas por Youtube y después hacen encuentros en vivo para repasar. Pero nosotras decidimos hacer toda la clase en vivo, creemos que es más fácil o directo para corregir al alumno”, detalla. 

De todas formas, explica que existen ciertas desventajas con la modalidad online: “La más notoria es el no poder corregir. El profesor siempre agarra/toca al alumno para acomodar ciertas partes del cuerpo así los ejercicios pueden ser bien ejecutados y logren entenderlo, esa es la desventaja más fuerte que tienen las clases virtuales. También, al ser un grupo, no pueden generarse coreografías, siempre deben ser individuales para que todos puedan hacerlas”, considera.

“Hay que encontrar la manera de que el alumno tenga las consignas súper claras, repasar todo varias veces hasta que lo aprendan y recién ahí el docente puede ponerse a mirar a la cámara para poder corregir todo lo posible. Si bien no es lo mismo y hay veces que te frustra, logramos adaptarnos a este modo porque es la única forma que tenemos”, siguió.

Melina Murat

Al igual que en su caso, el streaming se convirtió en una herramienta fundamental para el desarrollo de las clases en los estudios de todo el país; así, el Instituto Pergolezi presentó la iniciativa “Virtual Stage 2020” para dar a conocer su talento vía online, y el Instituto Alejandra Picerno prepara la primera muestra virtual de danza en cuarentena. 

Mientras tanto, diferentes coreógrafos se animaron a diferentes propuestas, como el coreógrafo Leonardo Reale con sus “Reportajes en cuarentena” en Instagram, las entrevistas de Lucke Acosta a colegas, los challenges de Maxi Marcolongo o Matías Napp y las clases por Zoom de Julio Bocca.

Además, diferentes encuentros históricos también tuvieron que adaptarse a esta modalidad: desde la gala anual “Danzar por la paz” a beneficio de la Unicef, al igual que diferentes festejos como el Día de la Danza o los 30 años del Ballet Folklórico Nacional. 

Sin embargo, ¿por qué es necesario volver a bailar de manera presencial? En diálogo con Filo, desde el Movimiento Federal de la Danza (MDF) señalaron que "el espectáculo en vivo implica una relación artista-espectador en una simultaneidad temporo-espacial, y requiere de la interacción que se da entre espectador y artista".

"El cuerpo actuante, sintiente, creador de sentido, que se sitúa frente a los ojos del espectador, lo afecta y a la vez se ve afectado por él: ver bailar en un escenario es ver también la fuerza cinética del bailarín, que provoca una respuesta del espectador y esto no puede conseguirse en la pantalla", siguieron.

Luego explicaron: "El espectador da una respuesta kinestésica a través de su cuerpo, tal como reproducir en sí mismo, en parte, la experiencia del bailarín. Esta correlación existente entre lo físico y lo psíquico llamada ‘metakinesis’, es lo que llamamos apropiación de la obra, un desarrollo en el que el cuerpo del espectador pasa a ser un lugar estratégico donde transcurre la experiencia del hecho artístico". 

La danza es trabajo: la crisis que evidenció la cuarentena

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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“Tengo la suerte de que el estudio sea parte de mi casa así que no tengo el problema de pagar alquiler, solo lo usamos 2 días a la semana y después permanece vacío”, considera Melina. Sin embargo, entiende que no todos los trabajadores de la danza atraviesan la misma situación: “Muchos profesores tienen como única salida económica las cuotas de las clases, y al bajar tanto el alumnado e incluso la tarifa porque sino las clases de danza son el primer gasto que descartan, se complicó mucho para varios colegas”, asegura.

Debido a la crisis económica que se vive en la cuarentena, cientos de escuelas se ven obligadas a cerrar sus puertas, como el espacio de las hermanas Silvina y Vanina Escudero: “Es muy triste, no tuvimos otra opción”, dijeron. Así también lo tuvo que hacer el Centro Cultural Freire, icónico espacio artístico de Colegiales: “Ha llegado un momento en que no es posible seguir acumulando pérdidas”, revelaron.

El MFD indicó en un informe que existen un total de 450.000 trabajadores/as independientes de la danza entre artistas, gestores culturales, talleristas, docentes, intérpretes, coreógrafos/as, propietarios de salas y espacios independientes, de los cuales el 16% trabaja en condiciones de formalidad, el 42% lo hace de manera informal y el 42% en ambas modalidades. “La gran mayoría de los trabajadores/as ha visto seriamente impactada su economía frente a la coyuntura actual”, indicaron.

Foto: El otro diario

Así, según explicaron, la pandemia evidenció la falta de respaldo estatal a los artistas: “Los números evidencian una gran pérdida económica y la precarización de la actividad que se exacerba en este contexto. Esto atenta contra el sostenimiento de espacios de formación y academias en donde se dictan clases de danza, los cuales, al extenderse el tiempo de inactividad corren el riesgo de cerrar sus puertas”.

Según detallan, 36.310 estudios, escuelas, academias y centros de formación se encuentran momentáneamente cerrados por la pandemia. El 35% de los encuestados se encuentran sin actividad y el 65% dicta clases de manera virtual. De estos últimos el 54% no recibe dinero a cambio y el 83% considera entre regulares y muy malos los resultados. Por su parte, el 70% paga alquiler y el 93% manifestó tener dificultades para abonar el mismo al igual que los impuestos y los servicios.

Por esa razón, a mediados de junio un grupo de profesores y alumnos de danza se presentaron vestidos de negro frente al Teatro Colón de Mar del Plata, bajo la consigna “Necesitamos trabajar cuanto antes”. Lo mismo exigieron bailarines santiagueños, como Herman Cornejo, María Celeste Losa, Emanuel Gómez, quienes pidieron que “salven las salas de danza”. 

Mientras tanto, diferentes artistas impulsaron iniciativas solidarias en esta crisis: Bailarines, músicos, artistas y trabajadores del Teatro Colón se sumaron como voluntarios para asistir a las personas contagiadas de coronavirus Covid-19, mientras Buenos Aires Ballet (BAB) realizó funciones a la gorra para colaborar con todo lo recaudado con organizaciones culturales y estudios de danza.

"La cuarentena ha sido devastadora. Muchos espacios cerraron, muchxs se quedaron sin trabajo. Las redes sociales son importantes pero no definen, la virtualidad es una instancia muy relativa cuando la actividad requiere de la corporalidad en relación al espacio, las correcciones requieren el toque. Sin contar las danzas que se realizan en parejas o el contact improvisation. Por otro lado, no todas las personas cuentan con recursos técnicos o económicos para dar clases virtuales y si a eso sumamos las dificultades de conectividad en territorios alejados las redes e internet pierden efectividad", indicaron desde la organización a este medio.

Luego siguieron: "El aislamiento Social preventivo y Obligatorio vino a desnudar una realidad que tiene el sector de la danza de manera histórica. La danza es un sector desconocido para el Estado en Argentina, no se sabe de qué manera trabajamos, cuáles son las debilidades y no se considera como trabajador a la persona que desarrolla esta actividad. La pandemia evidenció la fragilidad e invisibilidad de nuestro sector".

Para hacer frente a esta realidad, desde la organización crearon el ‘Registro Nacional de Trabajadores de la Danza’, un relevamiento que tiene como fin conocer “cuántos somos, qué hacemos, en qué condiciones, cómo están las distintas danzas distribuidas en el país”: “Esta información nos permite trabajar en la puesta en valor de nuestra actividad, según las necesidades y características específicas de cada región. Es herramienta fundamental para visibilizar las problemáticas del sector y poder accionar de forma efectiva y concreta en conjunto con el sector en las distintas regiones y el Estado”, indicaron en sus redes sociales.

Foto: Instagram @movimientofederaldedanza

Esta iniciativa, además, funciona como impulso para el Proyecto de Ley Nacional de Danza, que que “permita a los y las trabajadores/as de la danza construir su sector con políticas de Estado que permitan un desarrollo sustentable de la actividad en todo el territorio nacional”. En junio se realizó formalmente la entrega de la legislación a la vice presidenta de la Comisión de Cultura de la Cámara de Diputados de la Nación, Carolina Moisés, quien se comprometió a realizar el trabajo correspondiente para ponerlo en tratamiento.

Mientras tanto, desde el Gobierno impulsaron diferentes medidas para ayudar al sector, como Fondo Desarrollar, línea de fomento de alcance nacional en la cual se destinarán 30 millones de pesos para asistir a los espacios culturales, del cual desde MFD indicaron que "representa una ayuda que no es suficiente y llega con retraso", ya que la "danza como expresión artística está en terapia intensiva".  Asimismo, desde el Fondo Nacional de las Artes, ANSES y el Ministerio de Cultura presentaron las Becas Sostener Cultura I y II, una ayuda económica de 450 millones de pesos a artistas y trabajadoras y trabajadores de la cultura.

Desde el Movimiento de la danza destacan las iniciativas, aunque explican que “es preciso y posible que comience el proceso de reapertura de los establecimientos de danza y el reinicio de sus clases atendiendo a los cuidados y protocolos necesarios”. Por esa razón crearon un protocolo para la vuelta de actividades en el marco de la pandemia. Entre las principales medidas que propone se encuentran el distanciamiento, desinfección, uso de tapabocas, registro de implementación y más. Podés ver los detalles haciendo click acá.

"El pensamiento respecto a las medidas sanitarias es dispar, hay quienes piensan que debemos salir a trabajar y abrir con determinadas medidas protocolares y quienes creen que no podremos hacerlo este año porque sería una locura arriesgarse dado que será muy difícil por no decir imposible cumplir el protocolo. Además para dictar una clase con estudiantado manteniendo la distancia obligatoria es preciso contar con espacios muy grandes, de lo contrario la clase será para muy pocas personas y no se justifica", indicaron.

Post-pandemia y los desafíos a futuro del sector de la danza

Escenarios vacíos

Mientras se extiende una y otra vez la cuarentena, Melina sigue estudiando y bailando. No todos atravesamos la crisis de la misma manera, aunque es la mejor forma para ella de sobrellevar la pandemia. “Sigo tomando clases de otros profesores para no quedarme estancada. Con un virus como este es importante mantener el cuerpo en movimiento”, explica.

Así, se anota tres días por semana para probar diferentes estilos de contemporáneo y alguna que otra clase de jazz, todo en formato online y dependiendo de los gastos de cada mes. “Es importante seguir manteniendo la resistencia, no perder la técnica ni atrasarse. Sin la danza la cotidianeidad es bastante triste, nos ayuda a sobrellevar esta crisis y descargar las emociones, lo hacemos a través del movimiento”, amplía.

¿Cómo será el mundo de la danza post-pandemia? ¿podremos adaptarnos a las nuevas normas? "En tiempos de pandemia puede pensarse en la cualidad utilitaria de la danza en tanto movimiento terapia promoviendo su consumo como elemento sanador. Es preciso establecer estrategias que nos permitan entender que esta emergencia es histórica y que sólo la tapamos una y otra vez con eufemismos. Va a terminar la pandemia, va a pasar el período de 'nueva normalidad' y si no hemos tomado las riendas de la construcción será en vano decir que danza es trabajo", señalaron desde MFD.

Melina, por su parte, prefiere no imaginarlo: “Se extraña tener cuerpos moviéndose al lado. Se me hace extraño pensar en un salón, clase o teatro sin contacto con la gente. Trato de no crearme expectativas para no decepcionarme”, indica. De todas formas, afirma que disfruta de bailar sola, con tiempo y a su manera en la cuarentena. Después de todo, eso es lo importante: que con pandemia o no el mundo nos encuentre bailando. 

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