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Bolivia: la economía que deja Evo Morales

Hay crecimiento económico, mejora en la desigualdad del ingreso y desdolarización pero también pobreza e informalidad estructural y el agotamiento de una estrategia. Aprendizajes y límites del país vecino. 

Bolivia: la economía que deja Evo Morales

El Estado Plurinacional de Bolivia tiene poco más de 11 millones de habitantes. Como su nombre lo indica, y lo avalan sus 36 idiomas oficiales, lo caracteriza la multiculturalidad, con una minoria de la población blanca (cerca del 5%) y un 41% de habitantes que se reconocen como parte de algún grupo indígena. 

Tanto el nombre del país como la incorporación de los idiomas oficiales (entre ellos el aymara, quechua y guaraní) se dieron tras la llegada de Evo Morales al poder en 2006. Evo fue el primer presidente indigena de Bolivia y ya cuenta con una reelección consumada (2010 - 2015) y una que no llegó a terminar (2015 - 2020). 

Con la noticia del golpe de Estado llevado adelante en el país hermano, vale la pena detenerse en la evolución de sus indicadores económicos, en cómo sortearon problemas estructurales de países de la región y los límites que encontraron.

Sin embargo, el actual golpe no tiene que ver con una crisis económica ni con una profundización en la desigualdad del ingreso: tiene un claro caracter político con un tinte colonial. No es casualidad que se haya quitado la bandera de los pueblos originarios de las dependencias públicas y que se haya llevado adelante principalmente en las urbes que más ingreso concentran, donde se ubica la minoría blanca. 

Si bien hubo un ralentizamiento en el crecimiento económico, acorde con la caída en los precios de los commodites en el comercio internacional, Bolivia pudo sortear este deterioro en los términos de intercambio mejor que varios países que enfrentaron la misma realidad, como Argentina, cuya economía se encuentra estancada desde que cayeron los precios de las materias primas. 

Estructura económica boliviana

El país limitrofe tiene una economía primaria y exportadora, casi una caracteristica de los países de la región. Ricos en recursos naturales, tienen un sector relacionado al extractivismo que exporta y consigue divisas y otro relacionado al mercado interno, que genera empleo pero consume divisas para importar sus insumos. Hasta acá podríamos estar hablando de Argentina. 

R. Hausmann, M.A. Santos, J. Obach en  The Atlas of Economic Complexity from Harvard University

Las actividades que más generan dólares por su exportación son la petrolera, la minera y la eléctrica. A su vez, los sectores manufactureros y artesanales destinados al mercado interno no sólo consumen dólares porque sus insumos son importados sino que a su vez tienen un nivel de informalidad (no registro impositivo) muy alto. Casi el doble del que tiene hoy en día nuestro país. 

La economía de Evo

Durante los mandatos de Evo Morales, se estatizaron áreas estratégicas (aquellas que generan dólares) de la economía, como el gas y la electricidad. De esta forma, se aseguró la transferencia de los excedentes del sector exportador al sector que más empleo y demanda genera, lo que mejoró la redistribución del ingreso al interior del país. 

Esta es una forma interesante que encontró el país para evitar que los excedentes de los sectores con mayores niveles de productividad terminaran yéndose en forma de fuga de capitales o pago de utilidades a inversionistas extranjeros (punto interesante para pensar nuestros problemas económicos actuales). 

¿Fue todo color de rosa? No. Uno de los grandes problemas de la economía boliviana es que más del 60% no está registrada, según el último informe del FMI. Esto implica que gran parte de la fuerza de trabajo, bajo la forma de pequeños artesanos y comerciantes, vive por fuera de los regímenes impositivos y carece de derechos laborales.

La desdolarización de la economía

El ministro de economía de Evo Morales, Luis Arce Catacora, tiene quiza uno de los mejores logros financieros de la región: conseguir la desdolarización. Logró que el pueblo boliviano deje de pensar en una moneda que no regula y confie en la de su propio país: el boliviano. 

Según los datos del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas, en los comienzos de este siglo, hace sólo 19 años, cerca del 3% de los depósitos estaba en bolivianos y el resto se nominaba en dólares. En 2015 los números son casi opuestos: un 94% de los depósitos son en bolivianos y sólo el 6% está en dólares.

Este punto es especialmente relevante para los argentinos, que hoy enfrentan serios problemas ante una economía cada vez más bimonetaria. La mala noticia para nosotros es que este proceso comenzó cuando los precios de los commodities estaban altos, lo que le permitió contar con un buen nivel de reservas internacionales que garantizaban un boliviano fuerte (no es nuestro caso actual).

Esta revaluación de la moneda nacional por un tiempo sostenido dio la señal de que quedarse en dólares era perder valor. Luego, desde 2011, se fijó el tipo de cambio, lo que hizo que se fuera atrasando el tipo de cambio real (por la inflación que si bien es baja, existe) y cada vez se fortaleciera más el boliviano.

La contrapartida del tipo de cambio fijo es que encarece las exportaciones de Bolivia en el comercio internacional. Sin embargo, un proceso devaluatorio podría generar una nueva dolarización de la economía y encarecer las importaciones necesarias para el sector interno. Toda política tiene costos y límites.  

En paralelo, se modificaron los impuestos para que gravaran las transacciones en dólares, encareciendo las operaciones y haciendo más atractivas aquellas nominadas en bolivianos. Si bien desde 2015 las reservas están en caída, la bolivianización de la economía ya es un hecho y la gente piensa en su moneda nacional. Como vemos, toma tiempo pero no es imposible ni pasajera.

In datos we trust

Hace 15 años que Bolivia crece continuamente, a un promedio anual del 5%. Esto se logró gracias a políticas monetarias y fiscales expansivas (posibles por la desdolarización y el ciclo de terminos de intercambio favorables) que dieron como resultado el creciemiento continuo más grande en la historia del país. 

La política de redistribución del ingreso hizo que la extrema pobreza bajara del 38% en 2005 al 15,2% en 2018 según el reporte del FMI. Lo cierto es que a medida que bajaron los precios internacionales aumentó la deuda pública como forma de financiamiento del deficit fiscal, la deuda creció de un 38% del PBI en 2014 al 53% en 2019. 

Uno de los límites claros fue no avanzar en las formalización de la economía y la falta de diversificación de la economía, lo que la hace vulnerable a los cambios en los precios internacionales siendo el gasto público la variable para financiar estas diferencias. 

Reflexiones finales

En términos relativos, el desarrollo de la economía boliviana durante la gestión de Evo Morales ha sido positiva. En principio se vio apoyada por buenos términos de intercambio pero logró maniobrar en la caída sin que se afecte el crecimiento económico y la mejora en la distribución del ingreso es innegable. 

Según proyecciones del FMI, se espera que el crecimiento de Bolivia sea de 3,9% en el 2019. Hoy en día este crecimiento viene principalmente motorizado por el consumo interno, potenciado por el gasto público y el consecuente deficit fiscal en un contexto de tipo de cambio fijo que reduce las reservas internacionales en manos del Banco Central de Bolivia. Esto podría indicar el agotamiento de una estrategia pero lejos estamos de hablar de crisis económica. 

En este sentido, vale remarcar que lo que se esta viviendo hoy en Bolivia no se condice con las variables económicas, que se desaceleraron con respecto a la etapa previa pero se mantuvieron en crecimiento. Si bien para los argentinos las crisis políticas vienen de mano de crisis económicas, acá la explicación viene desde otro campo. Lo que probablemente impacte en su desarrollo económico. 

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