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Día Mundial del Ambiente, lo que las fotos de la pandemia no muestran

¿Por qué es necesario comenzar a responsabilizarnos de los residuos que generamos?

Día Mundial del Ambiente, lo que las fotos de la pandemia no muestran

Hoy se conmemora el Día Mundial del Ambiente, enfocado este año a la biodiversidad. En este sentido, desde que comenzó a propagarse el coronavirus, fuimos testigos de como el abordaje de la enfermedad de COVID-19 tuvo consecuencias para nuestro planeta, algunas parcialmente buenas y otras (en su mayoría) malas.

Vimos, desde entonces, menores niveles de contaminación del aire por la desaceleración económica provocada por la epidemia, y hasta una gran cantidad de máscaras faciales y guantes de látex esparcidos a lo largo de un fondo marino francés. También circularon por redes sociales imágenes del resultado de nuestra interacción con cientos de ríos en todo el mundo.

Las fotos del antes y el después hablan por sí solas. Pero si nos preocupa lo que vemos en estas fotos, más nos tendría que preocupar lo que no es visible, lo que seguramente no es de nuestro conocimiento.

Imagen del mar Portsmouth, cuyo color se transformó en un tono mucho más cristalino.

Según la OMS, alrededor de 56 millones de personas fallecieron en 2017 en todo el mundo, 12,6 a causa de la insalubridad del medio ambiente, casi una de cada cuatro personas.

Alejandro Sturniolo, ingeniero directivo de ALADYR (Asociación Latinoamericana de Desalación y Reúso de Agua) y Vicepresidente de IDA (Asociación Internacional de Desalinización) explica que no todo el dióxido de carbono que nos preocupa del calentamiento global emitido a través de actividades industriales humanas permanece en la atmósfera. "Entre el 25% y el 50% de estas emisiones son absorbidas por los océanos, volviéndolos más ácidosEn 75 años pueden extinguirse 30% de las especies marinas".

Por otro lado, en los ríos arrojamos efluentes y descargamos nuestros desagües pluviales. "En el caso de los efluentes no tratados, cuentan con la presencia de organismos patógenos (provenientes en su mayoría del tracto intestinal), metales pesados, productos de higiene personal, fármacos, plásticos y microplásticos (menores a 5 mm), químicos cancerígenos, fertilizantes y pesticidas que hacen que estas aguas sean consideradas extremadamente peligrosas", sostiene Sturniolo.

En algunos lugares, estas vuelven a ser consumidas sin tratamiento llegando a gran parte de la población mundial, generando que 1,8 millones de personas mueran cada año por enfermedades diarreicas (incluido el cólera); donde un 90% de esas personas son niños menores de cinco años, principalmente procedentes de países en desarrollo.

"Nuestra esperanza es que además de comenzar a responsabilizarnos de los residuos que generamos, contamos con la tecnología y la ingeniería para evitar continuar contaminando el medioambiente o intoxicarnos de la forma que lo venimos haciendo. Estas tecnologías incluyen desde la utilización de energías renovables (solar, eólica, biomasa, e hidráulica), el reúso de efluentes, tratamiento de aguas residuales con remoción de nutrientes (nitrógeno y fósforo), de lixiviados de residuos sólidos urbanos, hasta los tratamientos de membranas de múltiples barreras para la remoción de contaminantes emergentes para la generación de agua realmente pura", finaliza el ingeniero.