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Japón conmemora 76 años del bombardeo nuclear norteamericano sobre Hiroshima

El 6 de agosto de 1945 y en el marco de la segunda guerra mundial, la administración Truman de los Estados Unidos arrojó la primera bomba nunca antes probada en la historia de la humanidad. 

Japón conmemora 76 años del bombardeo nuclear norteamericano sobre Hiroshima

El 6 de agosto del año 1945, a las 08:15, el mundo fue testigo del arrojo de la primera bomba nuclear sobre el centro de la ciudad de Hiroshima, parte del Imperio del Japón. 

Hace 76 años, la bomba “Little Boy”, un constructo de fisión que usaba una carga explosiva convencional para disparar una masa subcrítica de uranio a otra aterrizó sin ningún antecedente en la materia. 

21 días antes el cuerpo científico de los Estados Unidos que integraba el Proyecto Manhattan, había logrado detonar con éxito la primera de las pruebas nucleares de la experiencia “Trinity”, ubicada físicamente en Nuevo México. Las tres semanas de ese tránsito y con la guerra todavía en el Pacífico, dieron forma a lo que terminaría por ser el ataque sobre Japón.

Y en efecto, la bomba tuvo un rendimiento explosivo superlativo, generando olas de fuego que elevó las temperaturas de la zona a los 4.000 grados, convirtiendo Hiroshima en la escenificación más real de un infierno que la Tierra experimentó, generando ondas de choque más rápidas que la velocidad del sonido, así como un proceso de radiación que inmediatamente acabó con la vida de quienes se encontraban a menos de un kilómetro del hipocentro.

Si bien las estimaciones sobre la cantidad de víctimas fluctúan, el archivo atómico norteamericano refiere a un acumulado de 135.000 decesos, asesinando en lo inmediato a unas 66,000 personas. Por su parte, la administración nipona refiere a un rango de entre 90,000 y 166,000 muertes en los primeros cuatro meses tras el suceso. 

A este trágico saldo, lógicamente se suman posteriormente un sinfín de enfermedades producidas a partir del envenenamiento por radiación, así como centenares de fallecidos por leucemia y cáncer de distintas índoles, como consecuencia de la toxicidad presente en el aire. 

Sin embargo, la devastación de Hiroshima no logró obtener la rendición inmediata de los japoneses, y el 9 de agosto el mayor Charles Sweeney lanzó otro bombardero B-29, Bockscar, desde Tinian.

Sucedido el ataque sobre Hiroshima, tres días después, en la mañana del 9 de agosto, un segundo avión de los Estados Unidos anclado en la base aérea de Tinian en el Océano Pacífico, se dirigió hacia la ciudad de Kokura para concretar el segundo ataque. 

Con la bomba nuclear “Fat Man” a bordo, la tripulación del avión debió reorientar su destino debido a las condiciones climáticas de la jornada (en parte una capa de nubes que afectaba la visibilidad requerida) y redireccionarse hacia el objetivo secundario, Nagasaki.

Nuevamente, la bomba detonó a una altitud de 500 metros, con un rendimiento de impacto de 21 kilotones y generando entre 60.000 y 80.000 muertes inmediatas, a partir de los datos recopilados desde la Radiation Effects Research Foundation. 

Los bombardeos ocurridos se justificaron desde la administración Truman (quien había asumido cuatro meses antes tras la muerte de Franklin Roosevelt el 12 de abril de 1945) se justificó como un mal necesario para finalizar la guerra y evitar una invasión física sobre el Imperio japonés. 

No obstante, el cuestionamiento moral estuvo presente tanto por la continuidad de los medios diplomáticos en el conflicto, así como por el pragmatismo estratégico que la declaración de guerra realizada por parte de la Unión Soviética hubiera generado.

Lo cierto es que cuando el bombardeo de Nagasaki se conoció en Tokio, el ministro de Relaciones Exteriores japonés, Shigenori Tōgō, propuso la aceptación de la Declaración de Potsdam que establecía los términos de la rendición para Japón y fue firmada por Estados Unidos, Gran Bretaña y China.

Finalmente, el 10 de agosto de 1945, Kantaro Suzuki, almirante de la Armada Imperial Japonés, suplicó al emperador Hirohito tomar una decisión. En una decisión inédita en la historia del país, el propio emperador convocó una Conferencia y al mediodía del 15 de agosto, anunció la rendición de Japón. 

Si bien el acuerdo formal de rendición se firmó el 2 de septiembre a bordo del acorazado estadounidense Missouri, anclado en la bahía de la ciudad de Tokio, fue en esa histórica jornada que la guerra terminó.