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Medioambiente y política: los populismos de derecha y una grieta global

Con el Amazonas en el centro de la escena, la ola de este tipo de gobiernos y partidos ahoga compromisos y erosiona posibilidades. En esta nota te hablamos de los tomadores de decisiones, de los responsables. 

Medioambiente y política: los populismos de derecha y una grieta global
El problema, así como la solución, tiene que ser global. 

En el año 1992 Fernando Estenssoro, teórico de las relaciones internacionales, planteó una de esas necesidades que parece cuesta sean entendidas: admitir que la crisis ambiental como variable de conflicto político implicaba reconocer que la gestión del no es inocente o ideológicamente neutra. 

La idea apuntaba a que las sostenidas tasas de deforestación en el bosque de mayor biodiversidad del planeta ilustraban una vez más la urgencia de buscar entre todos los actores involucrados un debate democrático facilitado por la integración donde aceptar esta realidad era necesario no solo de manera retórica sino que real. 

Porque resulta evidente que la ley de Gestión de la Selva Pública impulsada por Lula hubiera sido un buen punto de partida, que la norma de Consulta Previa en Perú sería una gran herramienta si decidieran respetarla o incluso que las incorporaciones del Buen Vivir o Vivir Bien en las Constituciones de Ecuador y Bolivia, respectivamente fueron avances palpables. 

Todas buenas ideas, pero el problema, así como la solución, tiene que ser multidimensional, global. 

Es por eso que el debate en estas últimas décadas siempre estuvo mediatizado por las Naciones Unidas y la Unión Europea, desde donde, bajo soluciones erráticas (Protocolo de Tokyo) y readaptadas (Acuerdo Climático de París), se entendió que el cambio climático es el ejemplo más paradigmático sobre los límites del nacionalismo.

Esta necesidad es hoy un problema, porque si los síntomas son Jair Bolsonaro o Donald Trump, la enfermedad son los “populismos de derecha”. Para leer más sobre esto podés hacer click acá, pero lo importante a tomar en cuenta es la coyuntura global y los efectos directos de esta realidad en las políticas sobre el cuidado del medioambiente.

Que frente a un escenario tradicionalmente marcado por la globalización y sus bondades, poco a poco el mundo ve surgir y gobernar a espacios donde los valores emanados sostienen un discurso contrario al pleno de los compromisos globales. 

El traumático triunfo de Trump, el Brexit, el ascenso de la extrema derecha en parte de la Unión Europea y la victoria de Bolsonaro en Brasil son algunos de los puntos que cuestionan la estabilidad de las democracias de occidente más sólidas y decantaron en un sostenido rechazo sobre el orden global construido. Algunos ejemplos:

La lista sigue y podés verla acá, pero lo importante es entender que si bien los casos mencionados no son homogéneos, sí hay un denominador común y es el motivo de esta nota: de nuevo, entender que el sostenido rédito electoral de estos programas ya no solo se presenta como peligroso hacia los países que los eligen, sino que son una amenaza tácita en el lento avance contra el cambio climático. 

Lo cierto es que del otro lado de la vereda, si bien los ensayos regionales como el de una alternativa más allá de lo esencialmente comercial como fue (o es) el caso de Unasur o bien las políticas desde Washington auspiciadas por Obama no fueron suficientes, marcaron los primeros pasos de un camino hoy en riesgo de ser borrado. 

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

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Repito, no fueron experiencias utópicas, pero fueron ejemplos de posibles soluciones, no de potenciales problemas. Otros casos:

  • Entre 2003 y 2011, sin alcanzar el pleno del objetivo pero sí algunos avances, el Brasil de Lula planteó reducir las tasas de deforestación del Amazonas en un 80%
  • La Unión Europea, por el año 2005, marcó la entrada en rigor del Sistema de Comercio de Emisiones del bloque
  • Obama impulsó la negociación del Acuerdo Climático de París e implementó el Plan de Energía Limpia para reducir las emisiones de las centrales eléctricas de los Estados Unidos. 

La grieta es natural, pero lo importante no es esto sino que estamos en un punto de inflexión: Según la última reunión de Alto Nivel sobre el Clima y Desarrollo Sustentable de la ONU, se entiende que tenemos 11 años para prevenir el "daño irreversible" del cambio climático

Será entonces el reto aún pendiente modificar o reordenar las prioridades económicas y productivas para poder desarrollar un modelo donde el respeto y la conciencia sobre la importancia del medioambiente trasciendan los intereses económicos hasta ahora exclusivamente priorizados.  

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