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Ciencia

¿Cuál fue el peor accidente nuclear de la historia argentina?

Tras el éxito de Chernobyl, de HBO, revisamos un incidente poco conocido que tuvo lugar en 1983 en el Centro Atómico Constituyentes, ubicado en la General Paz.

¿Cuál fue el peor accidente nuclear de la historia argentina?

Aunque muy pocos lo sepan, en buena medida porque la política de ocultamiento de la dictadura militar funcionó de manera eficaz, Argentina tuvo su propio accidente nuclear, que alcanzó el grado 4 en la Escala Internacional de Accidentes Nucleares (INES). Las dimensiones y las consecuencias son, desde ya, incomparables con las de Chernobyl (que fue catalogado con el grado 7, el máximo de la escala, y que fue una verdadera catástrofe tanto humana como ambiental), pero vale la pena conocer la historia. 

Chernobyl, de HBO viene recibiendo críticas muy elogiosas.

Antes que nada, hay que entender qué es lo que hace un reactor nuclear. Muchos lo habrán aprendido estos últimos días por Chernobyl, la serie de HBO que algunos consideran la mejor de la historia. Básicamente, aprovecha la enorme energía que libera la fisión de algunos elementos como el uranio-235, para generar otros tipos de energía. En el caso de la central soviética, se trataba de energía eléctrica.

Este proceso se debe dar de manera controlada, para evitar que se escape de la planta diversos tipos de radiación y elementos radioactivos que pueden resultar extremadamente dañinos para toda forma de vida. Alcanza con haber visto algún capítulo de la serie para entender de qué estamos hablando. 

Por los protocolos de control que existen, es extremadamente raro que se desencadenen accidentes nucleares, aunque por supuesto que no es imposible. Cuando eso ocurre, en general por errores humanos, se liberan sustancias radiactivas y radiación por fuera de los límites de la planta.

El accidente del RA-2

El 23 de septiembre de 1983, mientras se reconfiguraba el núcleo del reactor de investigación de baja potencia RA-2 del Centro Atómico Constituyentes, hubo un problema como consecuencia del cual el operador recibió una dosis letal de 2000 rad de radiación gamma y 1700 rad de neutrones. Como parámetro comparativo:  una radiografía de tórax normal implica exponerse a 0,05 rad. Murió a los dos días. Otras 17 personas recibieron dosis mucho menores de radiación. 

¿Qué había pasado? El RA-2 había comenzado a operar en 1966 con el objetivo de estudiar y experimentar cómo debía configurarse el núcleo del reactor de investigación RA-3, ubicado en el Centro Atómico Ezeiza (CAE), que aún hoy continúa en servicio. A la tarde de ese día, se iba a realizar una modificación en el núcleo para realizar un experimento particular, para lo cual era necesario llevar a cabo una serie de procedimientos indicados en el protocolo de seguridad.  

Pero el operador, un técnico con 14 años de experiencia, pasó por alto varios de los procedimientos. Así, por ejemplo, no removió por completo el líquido moderador antes de que se modificara la configuración del núcleo y dejó dentro del reactor dos combustibles que, también, deberían haber sido retirados por completo.

Como consecuencia, se liberó una cantidad importante de radiaciones ionizantes y neutrónicas en un lapso brevísimo de tiempo (entre 50 y 70 milisegundos). Alcanzó para que el técnico recibiera una dosis letal de radiación, aunque no representó un riesgo hacia fuera del establecimiento. 

El gobierno de facto se ocupó de que la información no trascendiera: el RA-2 se puso fuera de servicio ese mismo mes. En octubre de 1983, la Comisión Nacional de Energía Atómica le envió un escueto informe a la United States Nuclear Regulatory Commission (Comisión de Regulación Nuclear de Estados Unidos), que puede leerse completo acá. En mayo de 1984, se agregó un suplemento en el que está detallada la información. 

Recién en 2005, luego de un acondicionamiento, se volvieron a utilizar los sectores del edificio expuestos a las radiaciones. 

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