A medida que la pandemia de coronavirus continúa, la gran cantidad de personas que actualmente viven en cuarentena plantea un desafío sin precedentes para la humanidad: vivir en aislamiento representa para nosotros una amenaza única e inexplorada que va en contra de nuestro instinto humano básico de conexión.

En un ensayo publicado en la revista Current Biology, un equipo de investigadores argumenta que vivir en cuarentena y separarnos unos de otros contradice la necesidad de unirnos en tiempos difíciles.

Es común acusar a las personas que no cumplen con el aislamiento como irracionales e irresponsables, o incluso suponer que ignoran la amenaza. Si bien esto puede ser cierto, "conocer la amenaza es perfectamente compatible con buscar compañía de amigos y seres queridos", explican en el artículo. "Estar con los demás y obtener, pero también brindar apoyo social, es cómo lidiamos con el estrés. La amenaza creciente solo es probable que refuerce esta inclinación social".

Incluso en ausencia de amenaza, el distanciamiento no es natural. Los humanos, al igual que otros primates, nos mantenemos cerca para crear y mantener lazos sociales. La búsqueda de contacto puede ser un impulso "natural" de nuestra fisiología como respuesta al estrés, pero no sólo eso: constituye nuestra línea de base. Nuestros cerebros no responden positivamente a su presencia, sino negativamente a su pérdida.

Esto no quiere decir que deban levantarse las cuarentenas solo para que las personas podamos reunirnos, ya que hacerlo sería inimaginablemente peligroso desde el punto de vista de la salud pública. Sin embargo, si pone foco en la necesidad de que se otorgue un mejor acceso a herramientas que permitan a las personas unirse, como una mejor accesibilidad a Internet de alta velocidad o plataformas específicas que las personas pueden usar para socializar.

"El acceso a Internet y la comunicación son prioridad, especialmente cuando los más vulnerables coinciden con los menos conectados tecnológicamente", concluyen.