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SAOCOM 1B: todo sobre el increíble satélite argentino

¿Cómo se transporta un enorme satélite desde el territorio argentino hasta las instalaciones de SpaceX? ¿Para qué sirve un satélite? ¿Por qué es tan importante para nuestro país en materia de desarrollo tecnológico y recursos humanos? Le preguntamos a tres protagonistas de la misión.

SAOCOM 1B: todo sobre el increíble satélite argentino

En los tiempos que corren la academia está trabajando a velocidades inimaginables, dejando en evidencia la importancia del respaldo económico y la calidad y cantidad de recursos humanos interdisciplinarios en el desarrollo de la tecnología así como la necesidad de un sistema científico sólido y con continuidad de sus políticas púbicas.

Vimos, como nunca antes, una multiplicidad de investigaciones en torno al nuevo coronavirus que van desde lo social, con psicólogos, psiquiatras, economistas y muchos más, informando sobre las adversidades que enfrentamos en este contexto respecto a nuevos hábitos de sueño, repercusiones en la las relaciones interpersonales y dificultades financieras; hasta lo sanitario, con virólogos, médicos y biotecnólogos trabajando en medidas preventivas, vacunas y tratamientos para pacientes con covid-19.

En este sentido, vimos también como las áreas de la ingeniería y la astronomía no se quedan atrás y continúan su camino hacia la conquista de lo desconocido más allá de la superficie terrestre con naves espaciales rumbo a Marte, fotografías a las cercanías del Sol impensables hace unos pocos años atrás y hasta nuevos satélites orbitando la Tierra.

Tal es así el caso de nuestro país, que está próximo a lanzar desde las instalaciones de SpaceX en Cabo Cañaveral, Florida, el SAOCOM 1B, y que junto a su predecesor 1A y otros cuatro satélites de la Constelación Italiana COSMO- SkyMed de la Agencia Espacial Italiana (ASI por sus siglas en italiano) integran el Sistema Ítalo Argentino de Satélites para la Gestión de Emergencias (SIASGE), creado por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) y la ASI para beneficio de la sociedad, la gestión de emergencias y el desarrollo económico.

Para conocer en profundidad los detalles de otra histórica jornada en materia de desarrollo tecnológico, Filo.News habló con Raúl Kulichevsky, Ingeniero Aeronáutico y Director Ejecutivo y Técnico de la CONAE, Hernán Socolovsky, Ingeniero Electrónico y Jefe del Departamento de Energía Solar de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y José Luis Randazzo, Contador y Gerente General de VENG, la empresa de servicios y desarrollos tecnológicos de alto valor agregado, con especialidad en la actividad espacial, designada por la CONAE para comercializar y distribuir las imágenes del Satélite SAOCOM.

El viaje hasta SpaceX y el ascenso a órbita

Para tomar real dimensión de la magnitud del satélite así como de su logística hablamos, como ya adelantamos, con Raúl Kulichevsky, egresado de la Universidad Nacional de La Plata y quien además de dirigir desde hace más de dos años la CONAE, es Magíster en Ciencia y Tecnología en Materiales por la Universidad Nacional de San Martín.

Pero empecemos por el principio, ¿cómo se hace para transportar desde nuestro territorio nacional hasta el sudeste de Estados Unidos, donde se ubica la empresa norteamericana de transporte aeroespacial SpaceX, un enorme satélite listo para ser puesto en órbita?

"El satélite se transporta en un container especial, que es parecido a los containers que vemos en el puerto cuando se transporta cualquier otra mercancía, que tiene las dimensiones adecuadas y que además tiene una serie de sistemas que hacen que el satélite pueda viajar de manera segura". Y especifica: "Va montado sobre una cama con un sistema de resortes que le permite amortiguar las vibraciones en el momento del aterrizaje y tiene un sistema de aire acondicionado que no solo nos permite mantenerlo en las condiciones de temperatura y humedad que nosotros queremos sino también con una pureza de aire —a través de filtros— que permiten asegurar que el satélite va a llegar en perfectas condiciones".

¿Cómo comienza la travesía? "Eso luego se transporta en avión hasta el aeropuerto más cercano, en este caso al perteneciente a las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos, y una vez que llegás bajás ese contenedor y lo transportás hasta las instalaciones donde después lo vas a lanzar". Pero ojo, no se transporta solo el satélite sino que junto a él también viajan muchos equipos que se necesitan durante el mes anterior para poder tenerlo perfectamente preparado para el lanzamiento. "En el caso del SAOCOM, en total fueron 35 toneladas entre lo que fue el satélite propiamente dicho en su contenedor más todos los equipos que tuvimos que traer hasta la base".

Finalmente, a un horario determinado, específicamente a las 20 horas, 19 minutos, 56 segundos —momento en el que la trayectoria del cohete permite que se posicione exactamente en el lugar donde se lo necesita—, el satélite asciende de la mano de un cohete y en un lapso de 14 minutos sale de la atmósfera y se ubica en donde debe estar.

El satélite

De este gran desafío tecnológico, que empezó hace aproximadamente diez años, participaron desde ingenieros aeronáuticos y electrónicos hasta doctoras en física, técnicas e ingenieras mecánicas; así como también encargados del procesamiento de la información, como ingenieros agrónomos y biólogos, "te diría que en total, seguro más mil científicos han participado en este proyecto".

Y esto forma parte del Plan Nacional Espacial que elabora la CONAE desde 1994 donde definen qué es lo que se quiere hacer en los próximos diez años. "Es la manera de poder prever políticas de mediano y largo plazo fundamentales para este sector. La CONAE elabora ese plan espacial que luego se revisa cada dos años y que aprueba el poder ejecutivo de la nación, o sea el presidente de la nación, respecto a lo que van a ser las tareas de la CONAE en los próximos diez años", agrega Kulichevsky.

"Básicamente lo que nosotros hacemos es detectar todas las necesidades de los sectores públicos y privados de la Argentina, entonces en función de esas necesidades definimos prioridades, porque por supuesto no podemos atender todas las cosas con un mismo satélite; pero tratamos de pensar en un satélite que pueda cubrir con la mayor cantidad posible de necesidades de esos sectores". 

"Entonces ahí es donde aparecen, por ejemplo, el sector del agro, el sector de control de fronteras, el sector de la pesca ilegal, el sector de la salud...".

Antenas, radares y experiencia

El SAOCOM se diferencia de la gran mayoría de los satélites de la Tierra en su Radar de Apertura Sintética que, mientras los demás usan instrumentos ópticos (cámaras fotográficas especiales) que cuando tenemos nubes o es de noche no pueden "ver" lo que está por debajo, no necesita la luz del día porque "emite la señal que luego toma rebote y a través de un procesamiento matemático crea una imagen de la superficie de la Tierra".

De hecho, se trata de un tipo de tecnología que al día de hoy tiene en su haber solo la agencia espacial japonesa JAXA en sus satélites Alos I y II. "Las ondas de radar atraviesan las nubes y en cualquier condición vos siempre vas a poder obtener una imagen", explica Kulichevsky.

Este instrumento es la clave del satélite y viene en forma de una gigante antena de 35 metros cuadrados de superficie radiante dividida en 7 paneles y con un peso de 1200kg, poco más de la tercera parte del peso total del satélite (que es casi de 3000 kilos).

Mientras tanto, sus paneles solares se encargan de transformar la radiación solar en energía eléctrica a través de celdas fotovoltaicas que generan corriente eléctrica cuando le incide luz, "de modo tal que en un panel compuesto por muchas de estas celdas interconectadas entre sí se pueden obtener valores de tensión y de corriente adecuados para abastecer de energía eléctrica a los distintos subsistemas que forman parte del satélite y cargar la batería para cuando el satélite está detrás de la Tierra [respecto al Sol]", explica Socolovsky, ingeniero del área de desarrollo de tecnologías asociadas a la aplicación de la energía solar de la CNEA.

En esto último trabajaron, en parte, desde la Comisión Nacional de Energía Atómica. Específicamente lo que la comisión realizó en el proyecto SAOCOM fue la integración eléctrica de los paneles solares más la realización de algunos ensayos eléctricos para asegurar el producto, junto con la empresa VENG, la CONAE y la Universidad Nacional de La Plata.

Y como la práctica hace al maestro, los experiencia trabajando en el desarrollo del satélite gemelo SAOCOM 1A sin dudas fue de gran provecho. "Los satélites SAOCOM son dos satélites gemelos, es decir, idénticos; lo que hicimos en realidad fue duplicar todas la cosas del 1A para el 1B", agrega.

"Cuando uno hace un desarrollo en un proyecto espacial lleva muchísimos años tener a punto todos los diseños, realizar los procedimientos de integración y calificar el personal. Además la actividad aeroespacial es una actividad que es muy fuerte desde el punto de vista del sistema de calidad que utiliza, se requiere trazabilidad para todos los procesos. Eso lleva mucho tiempo y quizás para el SAOCOM 1A fueron muchos años de desarrollo mientras que para el 1B fue simplemente repetir lo que ya se había hecho para el primer satélite". 

Sobre esto habla también Randazzo, gerente general de VENG, una sociedad anónima —cuyo accionista mayoritario es el estado nacional— que en este proyecto se encargó de la integración de la antena y actualmente es responsable de la operación del satélite y de la comercialización de la información satelital.

"La integración sola de la antena del 1A llevó dos años, y la integración del 1B se redujo mucho ya por tener toda esa experiencia anterior. Eso es un ejemplo de cómo vas optimizando tiempopero para llegar a eso tuviste que trabajar muchos años antes: en ingeniería, en desarrollos, en pruebas, en prototipos, en todos los instrumentos y todos los mecanismos que necesitás para manipular esos tremendos paneles... Es un trabajo arduo de mucho tiempo", explica. Y esto también aplica a las capacidades, terminaste esa tarea y te quedás con infraestructura y con gente muy calificada para encarar cualquier desarrollo a nivel satelital.

"Argentina es uno de los pocos países que tienen capacidad de desarrollar sus propios satélites y lo hizo más que destacado con dos satélites radar y encima en banda L, que tienen requerimientos muy complejos. Estas capacidades hoy quedan en el país y se pueden aprovechar no solo para la actividad espacial, sino que además tienen aplicaciones en muchas industrias de tecnología de alto valor agregado, como la industria aeronáutica, automotriz, electromedicina, etc...".

¿Para qué sirve un satélite?

En el centro espacial de Córdoba se encuentra la estación terrena y el centro de control de misión de SAOCOM, así que una vez que el satélite se separa del vehículo lanzador inmediatamente se prenden los transmisores y tres minutos después tenemos disponible información proveniente del satélite.

Todo este gran despliegue para poder ofrecer servicios que, si bien son muchísimos, tienen tres objetivos principales relacionados con:

  1. información que permita mejorar lo que es la producción agropecuaria;
  2. manejo de emergencias —inundaciones, incendios, erupciones de volcanes—, para poder gestionar y tratar de minimizar el impacto que esos desastres naturales producen;
  3. el control de las fronteras y del mar argentino.

"Esto por un lado representa la ventaja o la independencia de poder tener satélites que están pensados o diseñados para las necesidades propias de la República Argentina —más allá de que uno después puede brindar esa información a cualquier parte del mundo—; y por otro, el desarrollo de una serie de empresas que tienen capacidad de exportar el conocimiento que adquieren en el desarrollo del producto, y en algunos casos, hasta de cosas que no tienen que ver con el satélite, como INVAP que desarrolló los radares de control aéreo para el país y que fue un conocimiento en el que empezó a trabajar a partir del proyecto SAOCOM", sostiene Kulichevsky.

¿Durante cuánto tiempo? Bueno, como todo equipo tecnológico se piensa para una determinada vida útil, un tiempo en el cual pueda satisfacer la función para la cual fue creado. En este caso, la vida útil está proyectada en siete años. Ahora bien, está preparado para garantizar un tiempo mínimo pero puede durar más, como el SAC-C también de la CONAE que fue pensado para durar cuatro años y terminó estando en órbita durante trece.

Orgullo nacional

"Este tipo de proyecto trasciende barreras, motiva, integra... La ciencia y la tecnología tienen esa cualidad, y cuando logran este tipo de proyectos el efecto multiplicador es muy grande, no solo para el país sino para cómo te ven de afuera", afirma Randazzo. "La capacidad tecnológica es un factor muy importante en el posicionamiento estratégico y global de un país, y tener capacidad de construir y diseñar tu propio satélite, operarlo y que encima esté a primer nivel mundial es algo muy significativo". 

"Para todos los que participamos hace tantos años en este proyecto genera orgullo, pertenencia... Proyectos así como el SAOCOM que son tan largos constituyen gran parte de la vida de las personas y es esa motivación, ese compromiso que se logra, ese empuje, son lo que dan ese extra para que el proyecto se convierta en realidad. Es infinita la cantidad de situaciones que uno conoce de gente que eligió quedarse, de gente que decidió estudiar esto... Realmente te emociona y va multiplicando ese esfuerzo hasta que completás algo que a priori parecía imposible".

"Hace falta visión, implementar la visión con políticas de Estado de largo plazo y darle continuidad. Las capacidades están, las necesidades también. Es un circulo virtuoso en el que el país realmente avanza", concluye.

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