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Cine y series #Historias de miedo para contar en la oscuridad

Análisis | Del Toro y sus Historias de Miedo para Contar en la Oscuridad

Con el sello de Guillermo del Toro, llega la oscurita adpatación de una clásica serie de cuentos para los más chicos, aunque los sustos pueden ser enormes. 

Análisis | Del Toro y sus Historias de Miedo para Contar en la Oscuridad

A esta altura no hace falta presentar a Guillermo del Toro. El realizador mexicano, ganador del Oscar por “La Forma del Agua” (The Shape of Water, 2017) todavía está planeando su próximo proyecto como director pero, mientras tanto, no pierde la oportunidad de meter mano en otras grandes apuestas como la serie animada “3Below: Tales of Arcadia” o “Historias de Miedo para Contar en la Oscuridad” (Scary Stories to Tell in the Dark, 2019), adaptación de la colección homónima de cuentos infantiles escritos por Alvin Schwartz.

Del Toro produce y colabora en el guión, junto a Dan y Kevin Hageman -habitués del cine familiar y las historias para pequeñines-, pero deja la dirección de este thriller de misterio en manos de André Øvredal, el cineasta noruego que deslumbró con “La Morgue” (The Autopsy of Jane Doe, 2016), otro relato terrorífico, esta vez, no apto para todo público. Podemos decir que es la combinación perfecta para esta traslación que juega con los sustos y los monstruos (los preferidos de Guillermo) sin necesidad de excederse con la sangre y el gore.

Estamos en la víspera de Noche de Brujas, allá por el año 1968 en el pueblito de Mill Valley, Pennsylvania, un lugar cargado con sus propios mitos y casas embrujadas. Stella (Zoe Margaret Colletti) -una joven aspirante a escritora amante del horror-, Auggie (Gabriel Rush) y Chuck (Austin Zajur) son tres amigos inseparables que, tras jugarle una broma a Tommy Milner (Austin Abrams) -el abusivo del pueblo- se refugian en un autocine donde se cruzan con Ramón Morales (Michael Garza), un jovencito que no anda en busca de problemas. Tras evadir a la pandilla de Milner, el trío invita a Morales a la vieja mansión abandonada de los Bellows, una familia adinerada que ayudó a fundar Mill Valley, pero que también ocultaba un par de oscuros secretos. Entre ellos, los de la jovenSarah Bellows quien, según cuenta la leyenda, fue responsable de la desaparición de varios niños, allá lejos y hace tiempo.

Dentro de la casa, el grupo encuentra una habitación secreta donde, supuestamente, estaba recluida Sarah. También los diarios de la chica y un tomo donde escribió sus propias historias de terror, esas que les contaba a los jovencitos a través de las paredes de su ‘celda’. Tommy y sus compinches logran seguirles los pasos y encerrarlos junto con Ruth (Natalie Ganzhorn) -la hermana de Chuck-, en el tétrico cuarto. Pero algo o alguien los libera, antes de que le miedo se termine de apoderar de ellos.

Después de la agitación de la velada, y con el auto de Ramón destrozado por la pandilla, Stella resuelve darle albergue en su casa, mientras ojea las historias escritas por Bellows en el libro que tomó prestado. Para su sorpresa y delante de sus propios ojos, un nuevo relato empieza a tomar forma: una historia titulada “Harold” protagonizada por el mismísimo Tommy. Esta será la primera de las tantas narraciones que cobrarán vida y marcarán el destino de los personajes, al mismo tiempo que intentan descubrir la verdad sobre Sarah y su familia.

Ese espantapájaros tiene mi camisa

Así, “Historias de Miedo para Contar en la Oscuridad” se convierte en un relato detectivesco adolescente donde sus protagonistas deben escapar de sus propios temores que cobran vida, el arma que utiliza ¿Sarah? para esparcir su revancha. Øvredal se esmera por crear una atmósfera terrorífica cargada de tensión y escenarios muy diferentes (también desde lo visual) para cada uno de los ataques que se suceden, pero no puede evitar caer en varios convencionalismos del género y algunos jumpscraes desgastados.

Lo más interesante de la película son las criaturas salidas directamente de los diseños originales de Stephen Gammell, ilustrador de la primera edición de la serie, allá por 1981. El director, del Toro y su equipo técnico se aseguraron de que el miedo sea palpable y real, para eso no echaron mano a los efectos por computadora, sino de los servicios de contorsionistas, maquilladores y expertos en FX físicos.   

Punto a favor para el simpático elenco juvenil, no tan reconocido. Los chicos, en especial Colletti, se lucen a la hora de darle verisimilitud a la historia, más allá de su trasfondo fantástico. La época también juega un papel importante, más si tenemos en cuenta los conflictos raciales en los estados del Sur y la peor etapa de la Guerra de Vietnam. Los realizadores se hacen eco de estos tópicos con una mirada actual, pero dejan que la creación de Schwartz se luzca por sobre todas las cosas.

No duermo, la señora me come

Sí, la premisa de “Historias de Miedo para Contar en la Oscuridad” puede sonar parecida a “Escalofríos” (Goosebumps), esa otra serie literaria de terror para niños escrita por R. L. Stine en 1992, que llegó a las pantallas en varias oportunidades. Acá, la gran diferencia es el tono más oscuro y maduro que le impregnan Øvredal y del Toro, quienes dejan sus marcas personales, más allá de que estén lidiando con relatos más aptos para un público menudo.  

  • Historias de miedo para contar en la oscuridad

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