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Cine y series #Batman

La polémica versión de Batman de Tim Burton cumple 30 años

Con Michael Keaton al frente del elenco, la oscura versión de Batman de Tim Burton continúa vigente décadas después.

La polémica versión de Batman de Tim Burton cumple 30 años
Michael Keaton, de polémico a eterno (Warner Bros.)

El anuncio de la elección de Robert Pattinson como el nuevo Batman generó una revolución en internet. Los fanáticos, esos seres mitológicos que niegan la remota posibilidad de que un mortal pueda estar a la altura de sus personajes de ficción, consideran que el ex-vampiro no tiene lo que se necesita para ponerse en la piel del Caballero de la Noche. La situación no es nueva, claro está. Lo mismo se vivió hace treinta años, cuando Warner Bros. anunció que Michael Keaton interpretaría al héroe en la película de Tim Burton.

Hoy Batman es uno de los superhéroes más importantes de la industria pero durante casi dos décadas después del final de la serie de TV protagonizada por Adam West Hollywood no quería saber nada con el murciélago. El único héroe en el que valía la pena invertir era Superman y por eso a Michael Uslan, un joven productor, le tomó casi diez años e incontables rechazos convertir su visión de Batman en una realidad. La que iba a ser una película de Universal Pictures cambió de manos varias veces y paradójicamente volvió a Warner Bros., que era dueña de los derechos del personaje a través de su división Warner Publishing.

Burton, el animador devenido en director, salía de dos grandes éxitos de taquilla: Pee-Wee’s Big Adventure y Beetlejuice, dos películas con un estilo único que (en particular Beetlejuice) fueron la base de lo que sería la interpretación burtoneana de Ciudad Gótica. El primer conflicto apareció cuando el director decidió que Michael Keaton, con quién ya había trabajado en Beetlejuice, era el indicado para el papel. 

Burton estaba buscando una cara poco conocida aunque el estudio prefería una figura de renombre. Después de considerar a Mel Gibson, Charlie Sheen, Ray Liotta y hasta Pierce Brosnan, el productor Jon Peters propuso a Keaton, que acababa de estrenar el drama El coraje de volver (“Clean and Sober”), su primer papel dramático, un año antes. Al director le gustó la idea de volver a compartir la producción con el actor (con quien había trabajado en Beetlejuice) y el resto es historia

El problema es que Keaton era reconocido casi exclusivamente por sus papeles de comedia y su perfil parecía contrastar con la imagen oscura y opresiva de una Ciudad Gótica en la que el vapor ascendía desde el pavimento “como el infierno hubiera hecho erupción a través de las veredas” según el guión. Los puristas y fanáticos temían que la adaptación se convirtiera en la versión casi satírica que había sido la serie de la década del sesenta y decidieron tomar (literales) cartas en el asunto. Sin internet ni redes sociales para resongar, Warner recibió más de cincuenta mil cartas pidiendo que el casting fuera reconsiderado.

“Michael Keaton es básicamente un tipo común, un ser humano normal,” decía la carta de Beau Smith citada por The Wall Street Journal. “Si lo ves en un callejón con el batitraje, te reís, no corrés de miedo. Batman tiene que medir un metro noventa y pesar cien kilos, ser un tipo atractivo con una imagen imponente y aterrorizante.”

Por fortuna la campaña no prosperó y tres décadas después confirmamos que ese fue parte del secreto del éxito de Batman: Bruce Wayne era un hombre común que no sobresalía y necesitaba ponerse el traje para convertirse en algo más grande de lo que era. Un personaje tan olvidable en carne y hueso que en la película los periodistas estrella Vicky Vale (Kim Basinger) y Alexander Knox (Robert Wuhl), no lo reconocen en su propia fiesta.

Keaton le imprimió una oscuridad particular al personaje basada en una clara dualidad, fundamental para que décadas después Christopher Nolan pudiera profundizar aún más y convertir al Bruce Wayne de Christian Bale en un héroe con tres máscaras: la del millonario playboy que se baña en una fuente con dos supermodelos, la del disciplinado ninja que nunca deja de entrenar, y la del superhéroe que salva el día.

Tim Burton y Michael Keaton convirtieron a Bruce Wayne en un personaje tasciturno y solitario, cuya única motivación es ponerse el traje y hacer justicia. Desde la mesa que lo aleja física y emocionalmente de Vicky Vale durante esa extraña cena hasta la escena en la secuela Batman Regresa (“Batman Returns”) en la que el milonario se encuentra encerrado y ensimismado en su estudio y se energiza únicamente cuando la batiseñal es proyectada sobre la pared. 

Esa dualidad, y la capacidad del actor de darle vida, lo han convertido en uno de los favoritos del público (incluso de aquellos caprichosos cincuenta mil) y para muchos en el Batman definitivo. De acuerdo a una reciente encuesta Christian Bale está apenas por encima de Michael Keaton en la aceptación de los espectadores de los Estados Unidos. Sorprendentemente George Clooney, protagonista la peor película de murciélago, Batman & Robin, quedó por encima de Val Kilmer y el pobre Ben Affleck, que para nosotros fue de los mejorcito del fallido experimento de Zack Snyder.

La encuesta realizada por The Hollywood Reporter

Pasaron treinta años pero la tormenta perfecta que resultó el Batman de Tim Burton con un intratable Michael Keaton, el infalible Jack Nicholson y la extraordinaria Kim Basinger (que fue la tercera opción para el papel) continúa siendo uno de los grandes debuts cinematográficos de un superhéroe  —sí, hubo una película de la serie de Batman pero era eso: la película de la serie— y la película que definió al personaje y a partir del cual se medirían el resto durante años. 

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