Ian McKellen es uno de los actores más queridos del mundo del cine, gracias a dos personajes legendarios: el poderoso mago Gandalf del “Señor de los Anillos” y “El Hobbit” y el ambiguo villano Magneto de las películas de la serie “X-Men”.

En Inglaterra McKellen es una verdadera institución del teatro, un premiado actor shakespeariano que protagonizó varias de las adaptaciones televisivas de la obra del Bardo, y además un héroe para la comunidad LGBT desde el día de 1988 en el que reconoció su orientación sexual en un programa de radio, haciendo campaña contra una ley que hubiese prohibido hablar de homosexualidad en los medios británicos.

Esta semana McKellen apareció en el podcast #QueerAF, del evento pro-derechos LGBT de estudiantes universitarios National Student Pride, y dio su opinión sobre la razón detrás de los casos de abuso por los que fueron denunciados el actor Kevin Spacey (con el que McKellen trabajó en teatro) y Bryan Singer, su director en la serie “X-Men”.

“Lo que tienen en común es que estaban en el closet. De ahí salen todos sus problemas como gente, y su relación con la gente. Si hubiesen podido expresar sus deseos, no hubiesen abusado de nadie.”

La de McKellen es una teoría bastante común, y se ha usado para casos tan dísímiles como el de Michael Jackson o las constantes denuncias de abuso en la Iglesia Católica - pero no tiene ningún sostén psicológico, ya que los lazos entre el abuso y la homosexualidad han sido desmentidos una y otra vez por profesionales.

La APA (Asociación de Psicólogos Estadounidenses) asegura que no hay una tendencia mayor o menor al abuso infantil por parte de familiares LGBT, y que el abuso de menores es una cuestión de poder que no depende de la sexualidad. El mito persistente que relaciona la homosexualidad y la pedofilia suele ser utilizado por homofóbicos que buscan argumentar su posición discriminatoria.

Los conductores del programa no reaccionaron de forma negativa a las palabras de McKellen, que también respondió a la pregunta de si los acusados podrán alguna vez retomar sus carreras. 

“Creo que el público decide ¿querés ver a alguien acusado de algo que no aprobás? Si la respuesta es ‘no’, no compres la entrada o apagá la televisión. Porque hay otras personas a las que eso no les importa.”

El podcast se grabó con público, y el actor cerró la conversación con una broma de dudoso gusto.

“Francamente, estoy esperando que alguien me acuse de algo. Creo que me preguntaría si es que no están diciendo la verdad o nomás me olvidé.”

Más allá de lo poco atinado de sus comentarios, el compromiso de Ian McKellen con el activismo pro-derechos LGBT es innegable, y la razón de su presencia en ese podcast, una conversación informal en la que no se le pidió que desarrolle en profundidad su punto de vista.

Y lo más extraño de estos comentarios es que McKellen fue uno de los primeros en criticar las disculpas con las que Spacey quiso desligarse de las acusaciones de Anthony Rapp (quien alega que el actor quiso abusar de él a los 14 años, en los '80). En esa carta abierta, Spacey salió efectivamente del closet, lo que para McKellen fue "reprobable" porque "trazá una linea entre la pedofilia y la homosexualidad". Hoy, quizás sin notarlo, McKellen está haciendo algo parecido.

Un puñado de frases desafortunadas no hace a un hombre - en especial a un hombre de 79 años que ha dedicado muchos de ellos a pelear contra los mismos mitos que sus comentarios alimentan. En los próximos días McKellen seguramente tenga la oportunidad de aclarar sus palabras, como pasó con las polémicas declaraciones de Liam Neeson de hace unos días.