Cada vez son más los que sueñan con crear su espacio de trabajo y ver en marcha sus ideas pero son pocos los que lo ponen en práctica. “Cuando comencé con Intizen mis hijos y mi mujer me ayudaban a poner los tés en las bolsitas y salían a venderlos por el barrio”, recordó Guillermo. Además, explicó que para poner un proyecto en marcha hay que tener ganas y pasión.
“Estaba muy cómodo en las multinacionales, tenía presupuestos enormes y podía hacer cosas buenísimas”, confesó el emprendedor. Sin embargo, la crisis del 2001 lo empujó al desafío de crear su espacio de trabajo.
Casarotti considera que es muy importante buscar un complemento, es decir, sumar integrantes que, a veces, no piensan exactamente igual pero hacen más rico el desarrollo.
Hablamos de un hombre que pudo salir de su zona de confort para construir un camino diferente, en el que ninguna certeza tenía, y llegar lejos por sí mismo. Y vos, ¿Te animarías a llevar adelante tus ideas?