Hace quince años atrás Pablito Lescano, lÍder de la banda Damas Gratis, no tocaba en ningún boliche de Palermo ni Belgrano ni en el Konex. De hecho, "hace diez años no me dejaban entrar", expresó en una nota periodística hace algunos años. Pero la cumbia, así como tantos otros consumos, se volvieron más populares y hoy son remera.

Esta semana el concepto de "apropiación cultural" resonó y las redes sociales se volvieron una catarata de comentarios a favor y en contra luego de que la cantante Ángela Torres suba a la web una foto con un nuevo look: trenzas africanas cosidas.  

A raíz del look de la cantante, mujeres afros y de distintos sectores marcaron una falta al replicar, siendo ella una mujer blanca, un peinado tan atado (guiño guiño) a la cultura africana de forma "cool" y desdibujando así su significado tan arraigado al difícil pasado (y presente) de la cultura negra. 

Para entender un poco de qué hablamos cuando hablamos de apropiación cultural, Filo.News se contactó con Jennifer Parker. Ella es militante negra y feminista. 

"Hacerse trencitas no es apropiación cultural, hacerse trenzas que vienen de la cultura afro sí lo es. Son elementos de nuestra cultura que han sido banalizados porque tienen muchos significados, como por ejemplo, muchas de estas trenzas cosidas (que le quieren cambiar el nombre a trenzas boxeadoras), fueron creadas para marcar caminos de escape de los campos donde había gente esclavizada", explica Parker.

No es lo mismo ser mujer que ser mujer y ser negra. Y Jennifer lo sabe muy bien. "Durante mucho tiempo se nos dijo que ese peinado era feo, poco estético y que no quedaba profesional, pero cuando lo hace una persona blanca se la trata de exótica, copada, con estilo", agrega.

En el siglo X el pelo servía como portador de mensajes en la mayoría de las sociedades de África occidental porque estos africanos y africanas fueron transportados en barcos en los cuales no podían siquiera hablar. Entonces, el pelo comunicaba las comunidades, la edad, el estado civil, la etnia, la religión, la riqueza y el rango. 

Al ser un peinado tan característico por la cultura afro, hasta que la cultura hegemónica lo tomó, era señalado y discriminado. "A nosotras se nos niegan trabajos por tener este tipo de peinados, incluso en otros países de Latinoamérica se les paga un extra a mujeres negras para que se lo cambien porque 'no es lindo ni profesional'", explica Parker.

Lo que sucede cuando existe la apropiación cultural es que la cultura hegemónica toma características o consumos de otras culturas (en general históricamente abusadas y explotadas por dicha cultura masiva) y se las apropia. Cuando algo se vuelve mainstream, se diluye y cambia su significado. Eso es lo que la comunidad afro se niega a negociar. 

Así como sucedió con la cumbia, hace ya dos o tres años el rap y el freestyle se pusieron de moda. Cosa que también incomoda y mucho a esta comunidad. "La estamos pasando para el culo porque tenemos muchos y muchas raperas blancas que dicen 'nigga', y es una palabra que se usó para esclavizar a las personas negras porque se las deshumanizaba con este término", explica Parker.

"Nigga es una palabra muy fuerte que al día de hoy tratamos de no usar, incluso yo me siento zarpada diciendola y soy negra. La gente blanca nunca vivió la violencia de esta palabra. Es muy agresivo", finaliza.