Ir al contenido
Logo
Ciencia

Motivación: ¿Cómo encontrarla?

Gabriela González Alemán. Dra. en Genética del Comportamiento, explica la relación entre el sistema de recompensas del cerebro y la motivación, y da algunos consejos para aumentar la actividad de los procesos motivacionales.

Motivación: ¿Cómo encontrarla?

La vida se trata de proponernos cosas y de intentar lograrlas. El camino entre dónde estamos y hacia dónde deseamos ir marca la trayectoria de nuestros días y el motor que nos lleva a transitarla es la motivación. Hay quienes disfrutan de cada momento y quienes ponen la mirada en la meta; esta diferencia en los procesos de la motivación la marca el funcionamiento del cerebro.

Las personas que disfrutan del tránsito hacia sus objetivos tienden a estar más enfocadas en el presente y en las sensaciones positivas que experimentan a cada paso. El sistema de recompensa del cerebro se activa como respuesta a estas sensaciones retroalimentando a la gratificación y motivando cada vez más al disfrute del momento presente. Se trata de personas con gran capacidad para saborear y apreciar las pequeñas cosas de la vida y proclives a sentimientos de felicidad y bienestar general que devienen de la liberación de serotonina, una hormona que se caracteriza por la producción de bienestar en el largo plazo.

En cambio, las personas que ponen la mirada en sus metas suelen estar más enfocadas en el futuro y en la recompensa que obtendrán cuando lo alcancen. Son personas dispuestas a sacrificios en el presente con tal de lograr lo que desean. En general, la motivación, en estas personas, se vincula a procesos frontales que están implicados en la planificación y la ejecución de acciones que son necesarias para alcanzar los objetivos deseados.

Cualquiera sea el caso, los centros que siempre se activan son el de recompensa cerebral y el sistema límbico, que es responsable por el procesamiento de las emociones. A la hora de decidir, nuestras emociones nos definen; y si se trata de transitar por éste u otro camino, serán las emociones quienes en última instancia nos dicten el veredicto.

Si la elección fue positiva, nos generará placer y nuestro cerebro se encontrará listo para renovar esa sensación siempre que sea posible. El neurotransmisor implicado en este sistema es la dopamina, responsable por las sensaciones placenteras, por la gratificación y por el ansia de sentirse bien.

El peor enemigo para nuestra motivación es el estrés. Tiene la capacidad de disminuir la actividad del sistema de recompensa cerebral y de reducir la gratificación que habitualmente experimentamos frente aquellas cosas que nos motivan. También puede actuar negativamente sobre la actividad de la corteza prefrontal, que es esencial en la planificación de acciones dirigidas hacia objetivos. Realizar tareas específicas para lograr lo que queremos empieza a hacerse cuesta arriba y esas pequeñas cosas que nos llevan al futuro deseado ya no tienen el motor de la motivación que aporta la energía para su realización.

La actividad negativa del estrés no termina ahí. Si el estrés se convierte en crónico, puede afectar nuestra memoria de manera significativa, incrementando la desorganización para actuar, el olvido de las tareas y configurando un escenario en el que el logro de nuestras metas se vuelve tan lejano que no nos alcanza para motivarnos y movernos de dónde estamos.

Otros factores, en cambio, pueden incrementar la actividad de los procesos motivacionales. Mantener una dieta balanceada, niveles de sueño adecuados y hacer ejercicio diario, son formas de equilibrar la liberación de dopamina, serotonina y noradrenalina. Mejoramos nuestro estado de ánimo y nos sentimos más dispuestos a afrontar las tareas del día a día, a disfrutarlas y a esperar la recompensa de las metas a largo plazo.

Nuestras creencias sobre nosotros mismos, las narrativas personales, también influyen en nuestro nivel de motivación. Conocernos, saber nuestra medida para las cosas y trabajar en construir una autoimagen positiva es esencial para tener la confianza necesaria a la hora de perseguir nuestros sueños.

También es importante tener metas claras. Saber hacia dónde queremos ir nos ayuda a enfocar nuestras energías en alcanzar nuestros deseos. En este sentido, es útil fraccionar los objetivos a largo plazo en sub metas que sean a corto plazo. A medida que las vayamos alcanzando, iremos retroalimentando al circuito de recompensa cerebral y nuestra motivación se verá renovada a medida que nos dirigimos hacia el objetivo final. Cada éxito significará una recarga para el sistema de la motivación.

Es importante tomar lo bueno de aquellos que disfrutan el momento y de los que focalizan en sus metas. Una conjunción de ambas cosas es ideal para no desviarse del camino y disfrutarlo a la vez. Saborear el tránsito hacia nuestros objetivos nos ayuda a mantener activo el circuito de recompensa. Este circuito no funciona únicamente como premio posterior a la acción placentera, sino que genera la disposición para seguir experimentando placer. Por eso, es central en los procesos de la motivación. A la vez, enfocarnos en los resultados nos permite evitar las distracciones de los placeres momentáneos y construir, verdaderamente, el futuro deseado.

Gabriela González Alemán. Dra. en Genética del Comportamiento y fundadora de Brainpoints (MN 33343) @brainpoints.

    Ultimas Noticias