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Salud

La autoexigencia y su relación con el estrés

En esta nota, la Lic. Melisa Mirabet habla de algunas medidas que podemos tomar para reducir la autoexigencia y, por lo tanto, prevenir la aparición del estrés.

La autoexigencia y su relación con el estrés

En los diferentes ámbitos de la vida, ya sea laboral, académico, deportivo e incluso cuestiones de índole personal, para muchas personas el anhelo de conseguir el éxito se ha convertido en un ideal que guía los comportamientos de cómo afrontarán sus compromisos. Sin embargo, esa tendencia a imponernos metas y estándares quizás demasiado elevados, puede llevarnos al afán de ser muy autoexigentes y por lo tanto, conducirnos hacia un camino donde las consecuencias negativas repercuten en la salud y en nuestro bienestar general.

Cuando hablamos de autoexigencia nos referimos a la tendencia de las personas por exigir un rendimiento perfecto en todas las áreas de la vida, estableciendo metas y estándares muy altos para sí mismos. Las personas pueden ser autoexigentes por diversas razones, y estas razones a su vez, pueden variar de una persona a otra. Dentro de las posibles causas podemos ubicar desde las expectativas sociales y culturales, a la búsqueda de validación externa, el deseo de evitar un juicio de valor negativo o incluso el miedo al fracaso o cometer errores.

Si bien para algunas personas exigirse a dar lo mejor puede ser una fuente de motivación y crecimiento personal, cuando se vuelve excesiva y constante, trae como consecuencia que la persona tienda a ser muy crítica consigo misma y se impongan una presión excesiva para alcanzar un nivel de excelencia irrealista.

La autoexigencia sostenida en el tiempo puede llevar a las personas a un estado constante de insatisfacción y otras emociones displacenteras como tristeza, culpa, enojo e identificar este patrón de trato hacia uno mismo es muy importante, porque puede ser una vía de acceso directo hacia el estrés.

Cuando las personas se exigen de más, tienden a imponerse expectativas desproporcionadas, generando una carga excesiva de presión sobre ellos mismos. Esta presión constante puede desencadenar diversos comportamientos poco saludables como asumir más responsabilidades de las que podemos abordar y por lo tanto tener sobrecarga de trabajo, descuidar el propio bienestar y privarse de tiempo para el descanso haciendo que falte el equilibrio y el tiempo para el autocuidado.

Todas estas respuestas conllevan al estado de estrés ya que son perjudiciales para nuestra salud, conduciendo a un agotamiento emocional, donde se ubica la pérdida de motivación, alegría, interés genuino por los quehaceres, como también un agotamiento corporal, pidiendo contribuir a dificultades para conciliar el sueño o alteraciones en la conducta de alimentos, bajo rendimiento y disminución de la capacidad de concentración u otras alteraciones cognitivas. 

Por ello, algunas de las medidas que podemos tomar para reducir la autoexigencia y por lo tanto, prevenir la aparición del estrés, podrían ser:

- Ser flexibles y más permisivos con nosotros mismos.
- Aprender a tolerar la frustración.
- Fijarnos metas que sean alcanzables y realistas acordes a nuestros recursos.
- Practicar la autocompasión en lugar de la autocrítica.
- Establecer límites y saber decir que no.
- Aprender a delegar o pedir ayuda cuando no podemos con todo.
- Tomar tiempo para el descanso y el autocuidado.
- Aceptar que cometer un error no es necesariamente una confirmación de nuestra incapacidad o falta de valía.

Como la presión constante por la autoexigencia nos conduce a mantener altos niveles de demanda personal pudiendo generar un estrés crónico, será importante tener presente los efectos que esto conlleva a nuestra salud y por lo tanto, buscar alternativas para alcanzar un equilibrio saludable entre el cumplimiento de nuestras metas y nuestro bienestar.

* Lic. Melisa Mirabet (MN 65390), psicóloga especializada en gestión emocional y alto rendimiento (@MelisaMirabet).

 

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