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Dólar: primeros pasos hacia una actualización del esquema cambiario

Mientras en el mercado se apuesta por un salto en el tipo de cambio oficial, o una aceleración de las depreciaciones diarias, en las cotizaciones financieras comenzaron las medidas que apuntan hacia un nuevo régimen cambiario.

Dólar: primeros pasos hacia una actualización del esquema cambiario
El Banco Central comienza a definir el futuro del dólar luego del período electoral.

Finalizado el calendario electoral, el Gobierno comienza a dar señales sobre el futuro de la administración del mercado de cambios. Las modificaciones eran previsibles: por un lado, la cotización oficial administrada por el Banco Central se depreció por debajo de la evolución de la inflación durante todo el año; por el otro, la segmentación de los financieros a través de normativas dificultan las transacciones y generan “rulos” con ganancias fáciles para los operadores bursátiles. 

En ambos casos, el problema de fondo es la pérdida constante de Reservas del Banco Central. El organismo no sólo tenía una sangría de divisas “tradicional”, a través del abastecimiento a importadores y cancelaciones de deuda. Además, la autoridad monetaria intervenía en el mercado de bonos para mantener pisada la cotización del MEP y el CCL, y, en consecuencia, la brecha con el oficial. 

El tipo de cambio oficial

 

Las primeras medidas del Gobierno fueron a simple vista contradictorias. Cuando el mercado espera un salto en el tipo de cambio oficial, o una aceleración de la depreciación del 1% mensual actual al 4% o 5%, el BCRA disminuyó aún más las microdevaluaciones diarias. 

Para hacer frente a la búsqueda de “cobertura” cambiaria, el Banco Central tiene una posición vendida en dólar futuro que se ubica alrededor de los US$6.000 millones, según la consultora 1816. Pese a la magnitud de las apuestas contra el peso, la venta de contratos de futuros del BCRA fue una de las operaciones que más dinero le hizo ganar al organismo durante la gestión de Miguel Pesce, ya que siempre le ganó la pulseada a las presiones devaluatorias del mercado.

A esto se suman las suscripciones a bonos dólar linked, que crecieron exponencialmente durante las semanas preelectorales. Al igual que en el dólar futuro, los inversores ganan dinero en caso de efectuarse una devaluación. 

De este panorama se desprende la decisión del Banco Central: al desacelerar aún más la depreciación diaria del peso, da una señal de firmeza al mercado y empuja a los operadores a desarmar estas posiciones de cobertura, para aliviar la presión sobre el mercado de cambios.

Los dólares financieros y la brecha 

Por otro lado, el Gobierno terminó con la “brecha de la brecha” en las cotizaciones financieras de la divisa norteamericana. Durante la semana poselectoral, el BCRA abandonó sus intervenciones en el bono AL30, gracias a las cuales se conseguían dólares a alrededor de $180 en esa mercado, mientras en el resto de los activos la cotización implícita supera los $200.

Sólo con estas intervenciones, la entidad dirigida por Miguel Pesce lleva perdiendo US$2.500 millones desde octubre de 2020 para mantener los dólares financieros bajo control, según estimó el economista Fernando Marull.

A partir de una resolución de la Comisión Nacional de Valores (CNV), se terminaron los dólares MEP y CCL regulados, quedando en el mercado sólo las cotizaciones implícitas sin regulación. Todas ellas se ubican por encima de los $200, y es de esperar que con el tiempo cada una de ellas converjan hacia un valor más o menos homogéneo.

De esta forma, algunos mercados que habían ganado protagonismo con la segmentación de las plazas, como el SENEBI, dejarán de tener relevancia. Sin embargo, la brecha del dólar bursátil con el oficial se ubica por encima del 100%.

Este avance hacia la “normalización” de los dólares financieros puede leerse como un intento de transmitir certidumbre. Sin que implique ir a un desdoblamiento cambiario, estabilizar el mercado de cambios bursátil es una condición necesaria para intentar achicar la brecha.

En adelante, el Gobierno intentará que las cotizaciones implícitas se sostengan alrededor de los $200. Nadie cree que puedan perforar ese piso. En este sentido, para cerrar el spread entre los tipos de cambio, la única opción disponible es acelerar la depreciación del oficial. 

Hacia un acuerdo con el FMI

Por todo esto es que el mercado espera un salto cambiario o mayor ritmo devaluatorio hacia el verano. Pero además, para cerrar un acuerdo, el Fondo Monetario Internacional impone como condición una paulatina transición hacia una unificación cambiaria. Un primer paso en este largo camino es cerrar la brecha, para dejar de perder y, eventualmente, acumular reservas.

Las divisas guardadas en el Banco Central son el respaldo de última instancia para defender el valor del peso, pero también es de dónde saldrán los dólares para repagar el préstamo por US$45.000 millones tomado bajo la gestión anterior. Por esto, el nivel de reservas se mira con lupa, cuando en diciembre se deberían cancelar US$1.900 millones al FMI.

Para pasar el verano, el Gobierno confía en la liquidación de los dólares del trigo, donde se calcula que sus ventas externas sumarán alrededor de US$2.500 millones entre diciembre y marzo del 2022. Sin embargo, pese a la mayor estabilidad que se vio esta semana, el jueves el BCRA tuvo que vender US$70 millones para contener al dólar oficial.

El combo de la aceleración inflacionaria, la pérdida de reservas internacionales, y la negociación con el FMI acortan los tiempos para una definición sobre el futuro del régimen cambiario. Estos factores, sumados a la presión de los mercados, empujan al Banco Central a abandonar su política de "pisar" la cotización mayorista.

El problema de una mayor velocidad de depreciación del tipo de cambio oficial, que sería más grave en caso de un salto discreto, es el riesgo de un rápido traslado a precios y una espiralización que empuje hacia arriba al dólar y la inflación. Esta combinación tiene un final conocido: un empeoramiento del panorama socioeconómico.

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