Pasadas las 5 de la mañana, Fernando Báez Sosa perdió control de su cuerpo y su vida pendía de un hilo. Un grupo de rugbiers recien dejaba de golpearlo y se iba. Del otro lado, sus amigos y su novia estaban en shock y solo lloraban. Mientras tanto la policía patrullaba las inmediaciones del boliche, revisaba cámaras de seguridad. A los pocos minutos, el joven de 18 años fallecía.

Tuvo que llegar el primer asesinato a sangre fría para que se hable sobre un tema que la sociedad le escapó y en donde seiempre se lo escondió como un "hecho aislado". ¿Qué pasa con los rugbiers? ¿Quién es responsable? ¿Es culpable el rugby de las cosas que suceden en la calle?

Días antes de que se de la muerte de Fernando, en una fiesta en Punta del Este, Giano Bernardi, un rugbier uruguayo, golpeó por detrás a un joven argentino que trataba de evitar una pelea. El agredido, Alejo Iturrieta, sufrió una fractura de mandíbula. Una semana después, aparecieron denuncias en La Plata que acusaban a jugadores del Club Universitario de filmar y sacar fotos a mujeres sin su consentimiento para luego pasarse el material por redes y celulares. Casos aislados.

Sin embargo en la semana del 16 de enero todo iba a cambiar. El joven de 18 años llegaba a Villa Gesell con la idea era quedarse una semana, pasar un buen rato y celebrar, el domingo 19, los 10 meses de relación con su pareja. Por eso, en su segunda noche allí, decidieron ir al boliche Le Brique.

Para las 3 de la madrugada, el recinto estaba lleno de gente por un recital y solo media hora después, se dio un encontronazo que encendió la mecha que terminaría en su asesinato. Fernando chocó accidentalmente con otro joven, este se enojó y quería pelear, pero él le dijo que no había pasado nada. Minutos después, un amigo de Báez Sosa tuvo un cruce con otro chico quien lo golpeó, sacaron a Fernando y ahí los marcaron.

Eran diez chicos de entre 18 y 21 años, jugadores de rugby en el club Náutico Arsenal de Zárate, que a las 4:40 de la mañana, una cámara de seguridad captó cómo gente de Le Brique sacó a la fuerza a los rugbiers. Menos de cinco minutos después, estos chicos emboscaron a Báez Sosa y lo golpearon hasta matarlo.

Máximo Thomsen, Ciro Pertossi, Luciano Pertossi, Lucas Pertossi, Matías Benicelli, Blas Cinalli, Enzo Comelli y Ayrton Viollaz fueron los ocho de los diez que participaron del brutal ataque y hoy estan acusados de "homicidio doblemente agravado por alevosía y por el concurso premeditado de dos o más personas".

Sobre la avenida 3 de Villa Gesell, Fernando caía desplomado y pese a la asistencia médica en el lugar, murió por un shock neurogénico provocado por hemorragias internas en el cráneo producto de los golpes y patadas que recibió en la cabeza. El informe detalló que el ataque fue dirigido a su cabeza, cuello y abdomen.

Desde enero, los rugbiers estan presos y en febrero, la fiscal Verónica Zamboni, pidió liberar a Milanesi y Guarino (los otros dos del grupo) ya que no había evidencia suficiente para ubicarlos en el momento del ataque. En marzo, los detenidos fueron trasladados a la alcaidía de Melchor Romero y tras varios meses, el 17 de noviembre, se cerró la investigación y la fiscal pidió elevar la causa a juicio.

Sin embargo, mientras ahora se espera a la Justicia el camino va por otro lado: ¿Es culpa del rugby que muchos que lo practican estén involucrados en hechos así? La respuesta es no, ya que, obviamente, no todos los rugbiers son violentos o andan en grupo golpeando gente por diversión. Sin embargo, evidentemente hay un tema en la forma en que se socializan los jóvenes en los clubes y en cómo se los forma que construye un modelo de masculinidad problemático. Algo tiene que cambiar.