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Freno al Calentamiento Global: por la razón o por la fuerza

El efecto colateral de la pandemia de Coronavirus es quizá también la oportunidad más grande que hayamos tenido como especie

Freno al Calentamiento Global: por la razón o por la fuerza
(https://edition.cnn.com/2015/09/04/asia/china-beijing-blue-sky-disappears-after-military-parade/index.html)

Desde la primera Revolución Industrial, y particularmente luego de la Segunda Guerra Mundial, toda nación sobre la tierra se embarcó en una carrera armamentista. No de armas de fuego o nucleares, pero si de destrucción masiva. Esta carrera se centró en incrementar los PBI, la riqueza y la generación de productos y servicios. No en vano gran parte de la terminología corporativa se apoya en analogías y metáforas bélicas. 

El alcance de dichos objetivos requería de estrategias comerciales donde todo valía. Las primeras víctimas de este proceso fueron invisibles y sólo comenzaron a ser tenidas en cuenta por el público en general a comienzos del siglo XXI, en gran parte gracias al documental de Al Gore "Una verdad incómoda". El film fue la presentación en sociedad del Calentamiento Global, un fenómeno hasta ese momento sólo circunscripto a círculos académicos. Lo cierto es que hoy en día, casi15 años después, una persona sensata no duda de la existencia y los efectos del cambio climático producido por las actividades humanas.

Independientemente de la conciencia mundial sobre el actual problema y las catastróficas consecuencias que pueda acarrear en las décadas venideras, poco se ha hecho para limitarlo. Hay muchas más declaraciones de intenciones  -como el Protocolo de Kyoto que finalizó este año, cuyo efecto ha sido cuanto mucho modesto- que acuerdos concretos como el de Paris para hacerle frente a las masivas emisiones de CO2 y gases invernaderos.

Precisamente, el Acuerdo de Paris, impulsado por las Naciones Unidas, es el esfuerzo de mayor alcance y con objetivos claros que hay en vigencia.
 

Propone:

  • Mantener el aumento de la temperatura media mundial muy por debajo de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5 °C con respecto a los niveles preindustriales
  • Aumentar la capacidad de adaptación a los efectos adversos del cambio climático y promover la resiliencia al clima y un desarrollo con bajas emisiones de gases de efecto invernadero, de un modo que no comprometa la producción de alimentos
  • Elevar las corrientes financieras a un nivel compatible con una trayectoria que conduzca a un desarrollo resiliente al clima y con bajas emisiones de gases de efecto invernadero.

Lo más irónico, sino trágico, del acuerdo de París es que muchos de los países miembros del G20,  los mayores contribuyentes al cambio climático, no poseen estrategias firmes para cumplir con los modestos objetivos propuestos. Y los Estados Unidos, quizá el principal señalado en la debacle climática, se retiró del Acuerdo de Paris en 2017.

La ambición, la codicia y otras características humanas negativas llevadas al terreno de los gobiernos nacionales y grandes corporaciones se convirtieron en un tren sin frenos morales, que no vacila en privilegiar crecimiento económico por sobre salud e higiene global.

Todo ésto cambió y se ha puesto en cuestión, de manera casi unánime alrededor del mundo al menos temporalmente, con la aparición del SARS-COV-2, que puso a una gran parte del mundo en cuarentena, frizó las economías globales y principalmente, redujo drásticamente el transporte mundial en cuestión de semanas.

Aquellas personas más espirituales podrán atribuir al planeta la capacidad de balancearse a sí mismo. Gaia tomando medidas contra los dañinos humanos. Desde el punto de vista de la teoría de la evolución, podríamos argumentar que los virus son un mecanismo de control poblacional, algo que realmente no es estrictamente necesario en este momento dadas las actuales curvas de fertilidad y mortalidad globales. Sólo necesitamos ubicarnos mejor en el espacio que tenemos disponible.  

Lo cierto es que por causalidad o casualidad, la pandemia se hizo presente justo en el año en que el Acuerdo de Paris definía como fecha límite para tomar acciones concretas para evitar una escalada irreversible en el cambio climático.

Los opacos canales en Venecia se vuelven aguas cristalinas como las de Cuba, animales silvestres invaden las calles de ciudades y pueblos alrededor del mundo, el característico y constante smog de ciudades como Beijing, desaparecido. 

Un evento incuestionablemente catastrófico puede transformarse en la variable que prevenga otra catástrofe órdenes de magnitud mayores.

El cliché de la observación de John F. Kennedy sobre la caligrafía China para describir Crisis como peligro y oportunidad nunca antes tuvo mayores implicancias. Estamos frente a una oportunidad inmejorable para alterar la manera en que funciona el mundo... mas la oportunidad no se va a materializar por sí sola. 

Cuando la pandemia sea controlada y el mundo vuelva a una nueva normalidad, los motores volverán a rugir, las fábricas a producir con mayor violencia para recuperar el tiempo -y dinero- perdidos, la gente volverá a recorrer Venecia y todos nos volveremos a subir al mismo tiempo al tren para llegar a las 9 a trabajar.  La oportunidad la tenemos para aprovechar o para desperdiciar. Si los aprendizajes de transitar este camino desconocido de resignaciones que nos toca vivir nos sirve de algo como sociedad, es probable que nos vuelque a la primera opción. 

Pero no olvidemos que el ser humano es un ser sincrónico y con memoria lábil: hoy me siento así porque ésto es lo que está pasando hoy; y mañana será otro día que me hará sentir y pensar diferente en función de lo que me encuentre cuando abra los ojos al despertar".

Hoy estamos unidos y somos solidarios porque hay un enemigo invisible que nos amenaza sin distinciones. Mañana, cuando la pandemia sea una anécdota, quizá -y esperemos que no-, muchos vuelvan, volvamos, a ser y hacer lo que éramos antes de una pesadilla que felizmente terminó.

Capitalizar este momento histórico que nos toca vivir requerirá de aún más esfuerzo que el que nos lleve a erradicar o mitigar el Coronoavirus. Esperemos, como sociedad y civilización, estar a la altura de la historia.

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