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La homofobia va a las urnas: Polonia y un ballotage para elegir Presidente

Con un sistema de votación mixto a raíz de la pandemia, el domingo será la segunda vuelta entre el oficialista por Ley y Justicia (PiS), Andrzej Duda y el alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski. 

La homofobia va a las urnas: Polonia y un ballotage para elegir Presidente
El domingo 12 de julio será la segunda vuelta presidencial

Con Berlín como punto intermedio, las ciudades capitales de Varsovia y Amsterdam están separadas por algo más de 11.000 kilómetros. 

Pero mientras en Holanda se estudia suprimir la inscripción del sexo en los documentos de identidad, este domingo Polonia puede reelegir como Presidente a Andrzej Duda, quien entiende a la “ideología LGBT” como destructiva, al tiempo que tensiona la retórica señalando que “en la Constitución debe declararse explícitamente que cualquier persona en una relación del mismo sexo tiene prohibido adoptar un niño".

Lo cierto es que el pasado 28 de junio tuvieron lugar las postergadas elecciones presidenciales en Polonia donde el ultraconservador oficialista por Ley y Justicia (PiS), Andrzej Duda, ganó la primera vuelta con el 43,5% de los votos, resultado que no evita la segunda vuelta frente al aspirante de la centroderechista Coalición Cívica (KO), el alcalde de Varsovia, Rafal Trzaskowski (quien obtuvo el 30,5% de los sufragios). 

Y si la antesala al llamado de junio estuvo marcado por la legalidad o no en el sistema de votación mixto aprobado a raíz de la pandemia del coronavirus, el cierre de esa campaña y el eje central de cara a este domingo se trasladó prontamente a la deriva autoritaria que vuelve a incluir la homofobia de Estado como parte de la agenda política.

En efecto, Duda hizo pública la firma de un documento abiertamente homófobo titulado “declaración de valores familiares” desde el cual se supone la búsqueda de “proteger a los niños de la ideología LGTB” al tiempo que planteó un correlato entre la homofobia y el nacionalismo polaco bajo la premisa de que “esta es una ideología extranjera, que no vamos a permitir que se introduzca en nuestro país”.

En sintonía con esta lectura, el primer ministro integrante del PiS Mateusz Morawiecki, integra activamente la campaña al calificar a los miembros de la comunidad LGTB como parte de un “experimento ideológico”, retórica que el propio Duda refuerza a partir del entendimiento de los derechos LGTB como una ideología “más destructiva que el comunismo”. 

Por su parte, el legislador del PiS, Tomasz Rzymkowski, afirmó desde sus redes sociales que el país enfrentaba una "opción civilizatoria", publicando una caricatura en la que compara el matrimonio homosexual con el de un hombre y una cabra.

En oposición a Duda, Trzaskowski firmó en el tránsito del año pasado una declaración en la que se comprometía, entre otras medidas, a la introducción de programas sobre educación sexual y tolerancia en las escuelas. 

Si bien el papel del Presidente en el marco de esta República Parlamentaria es limitado, sí dispone de la facultad de veto en leyes aprobadas por el Legislativo, algo no menor si se considera que el octubre último el oficialismo revalidó su mayoría absoluta en el Congreso. 

La realidad polaca exhibe el ascenso del odio como retórica a cargo de exacerbar las emociones frente a la nulidad de propuestas. El voto como protesta, el odio como política. 

En esto, frente a los avances de las libertades individuales y la conquista de derechos, una porción de la sociedad está siendo cooptada por espacios donde el conservadurismo promovido da un nuevo impulso a la erosionada legitimidad de los partidos. 

El discurso que entiende al odio como política ya no se calla. Y además, gana elecciones o consultas. La semana pasada fue el caso de la Federación Rusa con la posible eternización de Putin y la institucionalización de la homofobia, previamente el caso de Orbán en Hungría y las leyes de emergencia como norma. Restará saber si Polonia elige un contrapeso o profundiza este modelo.