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El varón como medida de todas las cosas

¿Qué pasa con la anatomía femenina en los ensayos clínicos? ¿Por qué antes de darnos la vacuna contra el coronavirus no sabíamos de los cambios en la menstruación? 

El varón como medida de todas las cosas

Sabemos que los movimientos feministas no nacieron ni ayer ni en el 2015. También sabemos que la perspectiva de género aplicada a todo lo que nos rodea es una construcción que llevará años realizar. Lo sabemos. Lo que quizás desconocemos son las consecuencias de que eso aún no suceda.

Hablemos de la medicina, por ejemplo. Cuando se realizan estudios clínicos, investigaciones sobre vacunas, ingeniería de remedios o cualquier cosa que implique análisis sobre los efectos de tal o cual droga, las mujeres, las disidencias y nuestra anatomía no entran en la ecuación

Las razones son muchas pero principalmente dos: la primera es que somos más variables y menos constantes que los varones ya que tenemos otro tipo de ciclo hormonal y eso dificulta los estudios, la segunda está atada a la primera ya que al ser más complejo, es más caro. Pero ¿caro es realmente la palabra? ¿Se puede medir en dinero la salud de un país e inclusive de un planeta entero? Spoiler alert, no.

Este análisis y esta nota surgen luego de ver la cantidad de dudas y efectos secundarios que tiene la vacuna del covid en nuestro ciclo menstrual. Períodos que aparecen más temprano, flujos más abundantes y calambres más dolorosos son algunas de las afecciones más frecuentes. No son efectos graves ni que impidan la colocación de tan importante vacuna. Tampoco es la vacuna contra el covid la más indicada para analizar ya que la pandemia apremió y salvar vidas es la clave. No buscamos con este análisis generar miedo sino todo lo contrario, dar información chequeada y científica sobre esta vacuna y también sobre el resto. ¿Por qué? Porque al no estar contemplados nuestros cuerpos en los análisis de vacunación mundial ni de remedios en general, los problemas o efectos secundarios que vivimos son muchos y está bueno, no sólo alertar sino también visibilizar que lo económico no puede ser un impedimento para acceder a un sistema de salud que nos contemple.

Podemos hablar de estos cambios en el ciclo pero también sobre las pastillas anticonceptivas, por ejemplo. Que sucede lo mismo pero al revés. Hacer pastillas anticonceptivas para los varones que son quienes son fértiles todos los días del año es más caro y tiene efectos secundarios entonces sólo se hace para mujeres que también viene con efectos secundarios pero, ¿a quién le importa no cierto? 

O las alarmas cuando un ataque cardíaco está cerca. Aunque el dolor y la presión en el pecho sea común para ambos sexos, existen otros menos característicos que se manifiestan más en mujeres que en hombres: fatiga, malestar en la espalda, mandíbula o cuello o, simplemente, ausencia de dolor. Sí, los varones sufren más ataques que nosotras (cardíacos porque del resto ya sabemos ahre) y es una de las razones por las cuales se comunican esos efectos y no los nuestros. Y si no se hace un diagnóstico preciso a tiempo, el tratamiento puede verse retrasado y provocar un mayor daño al corazón.

Este sesgo, mal que nos pese, se puede encontrar casi en cualquier lugar en el que se busque. Cuando se trata de la otra mitad de la humanidad, frecuentemente no hay más que silencios. Silencios que tienen consecuencias en la vida de las mujeres, todos los días.
Consecuencias que tenemos completamente naturalizadas como los efectos secundarios de las pastillas, que los espéculos para los exámenes de PAP y las colposcopias sean incómodos y dolorosos pudiendo no serlo o que no sepamos bien qué onda con las pastillas que tomamos y sus consecuencias en nuestros úteros. En el ambiente científico este debate se está dado pero el sesgo de género continúa y el varón es el promedio en el que se basan aún una enorme cantidad de estudios

"Trabajamos con ratones machos. De hecho, cuando pedís ratones para el laboratorio, te mandan todos machos. Y si bien se trabaja así desde siempre porque se supone más barato, trabajar con machos es complejo también porque, por ejemplo, son mucho más violentos que las hembras”, explica el biólogo e investigador del CONICET Juan Carballeda. Pretends to be shocked.

"El hombre es la medida de todas las cosas" es una afirmación del sofista griego Protágoras. Es un principio filosófico que sostiene que el ser humano es la norma de lo que es verdad para sí mismo, o sea, que la verdad es relativa a cada quien. Podríamos decir que esta máxima filosófica se aplica a todos, todas y todes, pero lo cierto es que vamos a parafrasear a Protágoras porque nos sirve. En este caso, el varón es la medida de todas las cosas de nuestra vida en sociedad. Desde el diseño de las ciudades hasta los análisis de sangre.

En un sentido menos metafórico, aproximadamente un siglo después a Protágoras, Aristóteles escribía "Generación de los animales", una obra que trata de la reproducción y desarrollo embrionario de los animales, incluidos los humanos. Acá el filósofo griego caracterizó a la mujer como de "naturaleza defectuosa"como a una versión deformada del hombre; creencia que sirvió en ese entonces para sustentar "científicamente" los prejuicios y estereotipos ya fundados culturalmente por un mundo dominantemente masculino y que parece haber persistido hasta el día de hoy en la cultura médica.

 Histeria, mentiras y mala praxis

"¿Estamos locas y por eso tenemos endometriosis, o la endometriosis nos vuelve locas?". Así se titula un paper publicado en la sección “Feminismo y Psicología” de la revista científica SAGE Journals que indaga, en base a entrevistas realizadas a médicos generales y ginecólogos, los diagnósticos de la enfermedad conocida como endometriosis.

Se trata de una enfermedad muchas veces incapacitante, relacionada con anomalías en el ciclo menstrual, que durante mucho tiempo tuvo un discurso muy alineado con la histeria femenina y respaldado con mayor frecuencia cuando se hablaba de mujeres "difíciles", es decir, mujeres para quienes el tratamiento no era útil o que tenían una percepción de su enfermedad distinta a la de su médico.

"Las mujeres con endometriosis fueron construidas como cuerpos reproductores con tendencias histéricas", describe el artículo. "En lugar de reconocer las limitaciones del conocimiento médico, se esperaba que las mujeres tomaran el control (con sus mentes) de su enfermedad (en su cuerpo) simplemente aceptándola, haciendo cambios en su estilo de vida y adaptándose a sus roles sociales de género como esposa y madre. Los discursos moralizantes rodean a las que se rebelan; se las representa como irracionales e irresponsables", agrega el documento.

¿Por qué contamos esto? Más allá de tratarse de un ejemplo de la construcción del lenguaje alrededor de nuestra salud (o de cómo reforzar el discurso de la histeria sirvió para desestimar nuestros males), la clave está en las palabras "cuerpos reproductores". Nuestro aparato genital era la mayor fuente de diferencia para los hombres y, debido a que era diferente, era misterioso y sospechoso. O sea, todo lo que es la "otredad". Y en este caso, ser la otredad para la medicina tiene consecuencias hasta mortales.

Al principio se asumió que era la única diferencia pero después se descubrió el sistema endocrino o la fábrica de hormonas. Aún así, la medicina persistió en la creencia de que todos los demás órganos y funciones operarían de la misma manera, por lo que no había necesidad de estudiar a las mujeres. El ciclo menstrual y la liberación de hormonas en roedores, además, ponía demasiadas variables en un estudio y volvía la cosa muy complicada, así que simplemente se decidió no estudiar a las hembras. Listo, metemos las diferencias debajo de la alfombra y problema resuelto.

Como cuando a principios de los años 60, al observar que las mujeres tendían a tener tasas más bajas de enfermedades cardíacas hasta alcanzar la menopausia (momento en que los niveles de estrógeno empezaban a caer), investigadores realizaron el primer ensayo para ver si la suplementación con estrógeno era un tratamiento preventivo eficaz. Uno creería que notar esta diferencia nos haría ganar, finalmente, lugar en los ensayos clínicos; pero no: el estudio inscribió a 8341 hombres y ninguna mujer. 

O como cuando un estudio de los Institutos Nacionales de Salud de la Universidad Rockefeller analizó cómo la obesidad afectaba el cáncer de mama y de útero y tampoco inscribió a una sola mujer.

Y eso no es todo. ¿El Estudio Longitudinal de Envejecimiento de Baltimore  (BLSA, por sus siglas en inglés)? Empezó en 1958 e incluyó mujeres a la ecuación apenas 20 años después, en 1978. ¿El "Physicians' Health Study", que evaluaba los efectos de la aspirina en las enfermedades cardiovasculares y del betacaroteno sobre los riesgos de cáncer? 22.071 varones de 40 a 84 años, cero mujeres. ¿El "Multiple Risk Factor Intervention Trial" que estudiaba la relación entre el colesterol y el riesgo de muerte prematura por enfermedad coronaria? 356.222 hombres de 35 a 57 años, cero mujeres. Irónicamente su título habla de "múltiples" factores de riesgo; bueno, no fueron tan múltiples después de todo.

Y así, mil ejemplos en donde la medicina decide dejar de lado a quienes creen como "otredad" o cuerpos secundarios dentro de una lectura machista de la humanidad. La mayoría de los estudios, desde el cáncer hasta la farmacología, tienen como parámetro a hombres blancos de 25 a 30 años, que pesan 70 kg y miden un metro setenta

Todo lo que no dijimos

Este artículo era kilométrico así que decidimos no mencionar, por ejemplo, la creación de chalecos antibalas para mujeres policía en Neuquén, recién el año pasado, o las temperaturas de las oficinas a veinte grados más que lo que nuestro cuerpo aguanta. Tampoco hablamos de las consecuencias psiquicas que genera crecer en un mundo en el que es el cuerpo anatómicamente masculino es el que prima. Tanto en los libros de biología de la escuela como en los documentales. 

De hecho, el documental "El cuerpo humano" que sacó Netflix durante el 2020 tiene por primera vez en la plataforma mainstream la silueta de una mujer para demostrar cómo funcionan nuestros órganos. Esa decisión tomada, aunque parezca un detalle, es revolucionaria. Porque en definitiva el todo se compone de las pequeñas cosas. 

Pero ¿qué pasa con las diferencias en nuestros sistemas inmunitarios, en nuestras hormonas, en las diferentes formas en que hombres y mujeres absorbemos las sustancias químicas? ¿Qué pasa con los diferentes tamaños de nuestros cuerpos, de nuestra masa corporal, de la diferencias en nuestras pieles que nos hace tener un umbral de tolerancia más bajo a ciertas toxinas, con nuestros distintos circuitos neuronales, transmisores, receptores y genes que son relevantes para estudiar el procesamiento del dolor?

Incluso a los problemas de salud derivados de las condiciones laborales y de los sesgos en las investigaciones del cáncer se le suman muchas MUCHÍSIMAS cosas más: si sos mujer y tenés dolor de rodilla, es menos probable que te prescriban una prótesis; si tenés más de 50 años y caés gravemente enferma, corrés más riesgo de no recibir aquellas intervenciones que podrían salvarte la vida; al ser mujer sos también siete veces más propensa que los hombres a ser mal diagnosticada y ser dada de alta mientras sufrís un ataque cardiaco; si sos mujer y sufrís de incontinencia urinaria, las investigaciones, terapias y tratamientos están centrados en varones

La idea ya queda clara, ¿no? Gran parte de los datos estadísticos sobre salud no están diferenciados por sexo (en el mejor de los casos) o directamente toman a la anatomía masculina como el prototipo de la humanidad (en el peor). ¿La consecuencia? Una incorrecta generalización de los resultados que impacta negativamente enla salud de quienes quedamos excluidas.

Menstruación, covid y coso

Como informamos al comienzo de la nota, desde que Argentina comenzó a vacunar a su población, muchas dudas surgen. Una de ellas, la más frecuente dentro del ámbito "femenino", está relacionada al ciclo menstrual, ya que muchas mujeres cisgénero vacunadas indican tener modificaciones de tiempo y sangrado en su mesntruación.

Al ver que la perspectiva de género estuvo ausente en las pruebas para estas vacunas, un conjunto de ginecólogas y trabajadoras de la salud realizaron una encuesta online (que sigue aceptando respuestas) para poder comenzar a ver las consecuencias la Sputnik, Astrazeneca y Moderna. La idea es generar herramientas y conocimiento respecto a los efectos secundarios que, en principio, no parecen tener gravedad en los ciclos menstruales.

Cuando surgió esta nota, el miedo a no poder hablar de esto porque podía ser utilizado por activistas antivacunas existió. La realidad es que ante una emergencia, lo que se prioriza es la vida y son estas vacunas las que nos protegen de la muerte. Entonces no hay discusión respecto a si es mejor aplicarla o no aplicarla ya que la consecuencia es definitiva

Lo que tampoco significa que debamos omitir esta ausencia, que debamos no decir que la medicina tiene cara de varón y parámetros de varón. Que los cuerpos con vulva no están dentro de los estudios para remedios que van a ser ingeridos por esos mismos cuerpos con vulva. Que las consecuencias respecto a la nula perspectiva de género existen y persisten por la negación de un derecho adquirido: el derecho a la salud para todos, todas y todes

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