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Análisis | Pienso en el Final: el nuevo drama introspectivo de Charlie Kaufman

El siempre surrealista Charlie Kaufman se vuelve a parar detrás de las cámaras para este thriller basado en una novela ajena. 

Análisis | Pienso en el Final: el nuevo drama introspectivo de Charlie Kaufman

Tras sus primeros años como guionista televisivo, Charlie Kaufman encontró su mejor salvoconducto cinematográfico en conjunción con realizadores como Spike Jonze y Michel Gondry, y películas como “¿Quieres Ser John Malkovich?” (Being John Malkovich, 1999) y “El Ladrón de Orquídeas” (Adaptation, 2002). “Eterno Resplandor de una Mente Sin Recuerdos” (Eternal Sunshine of the Spotless Mind, 2004) le dio su primera estatuilla dorada y la confianza necesaria para expandir sus habilidades detrás de la cámara con el debut de “Synecdoche, New York - Todas las Vidas, mi Vida” (Synecdoche, New York, 2008). Después de la animada Anomalisa (2015) y varios años de andar sin rumbo, Kaufman vuelve a la carga con “Pienso en el Final” (I’mThinking of EndingThings, 2020), adaptación de la novela homónima de IainReid.

Es la primera vez que el realizador toma prestadas las ideas de otro autor, pero la novela inaugural de Reid le calza como anillo al dedo a todas sus obsesiones y temas recurrentes. Tal vez, demasiado. Kaufman se la apropia y la regurgita con su estilo particular, sumergiéndonos en su propia psique. ¿O es la nuestra? “Pienso en el Final” arranca con la protagonista (Jessie Buckley) dispuesta a pasar una velada en la granja de los padres de Jake (Jesse Plemons), su pareja desde hace unas seis o siete semanas. Ante sus ojos, la relación va muy bien y el muchacho es un buen partido, pero las dudas sobre el futuro de este noviazgo no dejan de atormentarla. Un interrogante se atasca en su cerebro como un parásito (obviamente, la frase del título) y no la suelta a lo largo de toda esta extraña jornada.

Y allá parten los dos por la carretera, en medio de una tormenta de nieve que va empeorando con el paso de las horas. Novia -así le diremos de ahora en más- se pierde entre las imágenes de un paisaje blanco y un tanto desolador y los constantes comentarios de Jake: sobre sus padres, la granja donde creció, citas de diferentes autores, momentos cinematográficos que visionó y los infaltables cumplidos para su pareja y su trabajo. ¿A qué se dedica ella? ¿Es artista? ¿Es científica? ¿Es ambas cosas? Después de un comienzo bastante “normal”, queda claro que no hay nada de genérico en este relato. La realidad de la protagonista empieza a mutar y borrar sus líneas más claras, así como la percepción del espectador, que también empieza a notar estos cambios sin poderles adjudicar una razón valedera.

Todo tiene su explicación, pero acá no podemos raspar más que la superficie sin caer en spoilers o revelaciones que arruinen la intención del guionista y director. De este lado de la pantalla, apenas somos testigos del viaje cuasi pesadillesco de Novia (o el nuestro). Algo así como un recuerdo distante que se va borrando o, mejor dicho, mezclando (sí, al mejor estilo de “Eterno Resplandor…”) con los de otros personajes que, en principio, no parecen formar parte de esta historia. O de esta condenada relación que se pone a prueba cuando finalmente llegan a la casa de mamá (Toni Collette) y papá (David Thewlis).

Extrañas reuniones familiares 

Si hasta este momento habían estado dispersos y no captaron del todo las pequeñas migajas surrealistas que Kaufman va dejando por el camino, es en la granja de esta peculiar familia donde todo pierde o comienza a cobrar sentido. Buckley -a quien el año pasado vimos en “Chernobyl”- y Plemons se roban todos los aplausos, en medio de una danza que nos lleva y nos trae en el tiempo sin moverse en el espacio. “Pienso en el Final” bien podría ser un thriller de terror psicológico (o social) al mejor estilo de Jordan Peele y su “¡Huye!” (Get Out, 2017), pero nada más alejado de la verdad. Esta es una película de Charlie Kaufman y todas sus angustias y obsesiones quedan reflejadas en la pantalla.

Al final, puede resultar un tanto repetitivo dentro de su obra, aunque estas también son las marcas que lo caracterizan como artista. La soledad, los arrepentimientos, la introspección sobre el paso del tiempo y todo lo que dejamos atrás, son algunos de esos tópicos que Charlie no puede ignorar y exacerba en esta historia que lo interpela, seguramente, casi tanto como a nosotros. El realizador nos invita a recorrerla como si nos asomáramos dentro de su propia cabeza, y la experiencia sensorial es indispensable para no “desviarse” del camino de ida y vuelta que propone, también para su pareja protagonista.        

Helados en la tormenta 

“Pienso en el Final” es una reflexión que (extrañamente) remata con un “plottwist” que se construye a lo largo de todo el relato. Esto es lo más exasperante de la nueva película de Kaufman, quien no logra evitar caer en sus propios lugares comunes. Una vez más, no podemos dar muchos detalles al respecto sin arruinar el efecto general, pero después de 134 minutos de recorrido -gran parte de ellos cargados de diálogos desconectados y bastante absurdos-, el entusiasmo por escarbar en esas capas de verdad y los distintos significados, cae ante la misma realización de “no todo es lo que aparenta a simple vista”.       

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