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Cine y series #The boys#amazon

The Boys: descubrí la parodia ultraviolenta de superhéroes de Seth Rogen

Amazon Video se suma a la ola superheroica con una historia comiquera que se corre bastante de los parámetros, y nos muestra una cara muy diferente de estos semidioses en spandex. 

The Boys: descubrí la parodia ultraviolenta de superhéroes de Seth Rogen

Evan Goldberg y Seth Rogen ya nos regalaron locuras como “Este Es el Fin” (This Is the End, 2013), “Future Man” y “Black Monday”. No es la primera vez que la dupla productora se mete en terreno comiquero de la mano de las historias de Garth Ennis, por eso, mientras “Preacher” se despide después de cuatro temporadas, vienen a llenar ese vacío existencial (¿?) con “The Boys”, la apuesta superheroica de Amazon Video, que logró su renovación para una segunda entrega, incluso antes de este estreno. Y ya sabemos por qué.

Junto a Eric Kripke, creador de “Supernatural”, el violentísimo cómic de Ennis y DarickRobertson salta a la pantalla chica, con la misma intensidad, ironía, hemoglobina y análisis sociocultural. Uno, inclusive más profundo, que el que se podía hacer en el año 2006, cuando empecé a editarse la serie. En este mundo ficticio los justicieros en spandex son cosa de todos los días. Se pasean por la vida con su fama, su gallardía y sus millones de seguidores en las redes sociales a cuestas, llevándose a todos y todo por delante, sin medir mucho las consecuencias. Para eso está Vought International, la compañía que los “administra”, los supervisa, se hace cargo legal de las contingencias y, por supuesto, los explota para su propio beneficio.

Para la vicepresidenta de Vought, Madelyn Stillwell (Elisabeth Shue), y su poderosa y aceitada infraestructura administrativa, todo gira en torno al vil metal: películas protagonizadas por los supers, merchandising, hasta los actos ‘heroicos’ están programados y filmados para que el público los disfrute y siga alimentando esta locura. Los superhéroes, y en especial los llamados “Los Siete” (algo así como la Liga de la Justicia, o los Avengers, si lo prefieren), son el mejor producto de este presente que, además, busca ponerlos al frente de la seguridad nacional.

“The Name of the Game”, dirigido por Dan Trachtenberg -responsable de “Avenida Cloverfield 10” (10 Cloverfield Lane, 2016)- arranca en la ciudad de Nueva York con el joven Hughie Campbell (Jack Quaid), empleado de una tienda de electrónica que vive con su papá (Simon Pegg) porque ni siquiera tiene las agallas para pedirle a su jefe un aumento. Su novia Robin (Jess Salgueiro) lo alienta a tomar el toro por las astas y a mudarse juntos, pero entonces la chica muere de una manera HORRENDA, tras ser embestida por A-Train (Jessie T. Usher), el hombre más veloz de la Tierra.

Para Vought es un pequeño daño colateral que se atravesó en el trabajo del superhéroe y se resuelve rapidito con un cheque de 45 mil dólares, pero Hughie pretende su venganza o, al menos, una disculpa formal por parte del velocista superhumano. Ahí es cuando entra en escena Billy Butcher (Karl Urban), un supuesto agente del FBI, que aprovechando el dolor del pibe, intenta utilizarlo para sus propios fines revanchistas. La falta de carácter de  Campbell y cierta cobardía innata no hace juego con la violencia desbordado y los malos modales de Butcher, pero pronto empieza a descubrir la verdadera cara de estos ídolos, mucho más corruptos y mal llevados, que ejemplos estoicos a seguir.  

Del otro lado del espectro tenemos a Annie January/Starlight (Erin Moriarty), una joven que nació con superpoderes y desde chica sueña con formar parte de Los Siete. Tras un duro entrenamiento y el casting de rigor, se convierte en el nuevo miembro de esta famosa familia, pero las cosas no son como ella lo esperaba. Sus ídolos son aún peores que los villanos que combaten, y a ella le toca experimentar la peor parte cuando el abusivo The Deep (Chace Crawford) le da la bienvenida. De esta manera, en plena era del #MeToo, Trachtenberg y Kripke se las ingenian para darle una vueltita de tuerca a la misógina historia de Ennis, mostrando la dura realidad que deben atravesar las mujeres (incluso la superheroínas) cuando se trata de lidiar con hombres en situaciones de poder. De a poco, Annie le va a encontrar la vuelta y dejar bien en claro que ella también puede jugar sucio.

Los "chicos" en plena tarea justiciera

Stillwell es otro gran ejemplo de “fuerte personaje femenino”, aunque encarne la peor parte de las corporaciones. Ante todo, Madelyn es una empresaria que cuida de su terruño, sin dejar que nadie se interponga en su camino; pero también está expuesta a la maquiavélica conducta de Homelander (Antony Starr), el más patriota e ‘incorruptible’ de este conjunto de semidioses.

Entre “The Name of the Game” y “Cherry” -los primeros dos episodios de la temporada-, vamos descubriendo el entramado que se esconde bajo la fachada de Vought, el lado más oscuro de estos justicieros, y las motivaciones de Butcher, que pronto empieza a sumar más gente con habilidades a su grupo vigilante (los “The Boys” del título) que busca ponerle un freno a estos héroes sin moral ni límite alguno. De alguna manera, van a buscar combatir fuego con fuego, aunque de entrada estén del lado perdedor. En el medio tenemos a Hughie, cuya monótona vida va a cambiar para siempre.

Queda claro, de entrada, que a Ennis no le caen bien estos semidioses modernos, y no podemos culparlo. Qué pasaría si Superman, Wonder Woman o el Capitán América no tuvieran ese espíritu altruista que conocemos, y anduvieran por ahí desatados, echando mano a todos los excesos inimaginables porque, hasta donde sabemos, estos héroes son humanos y arrastran las mismas miserias e impulsos naturales que cualquiera de nosotros, con la salvedad de ser (casi) invencibles.

Lasapariencias superheroicas engañan 

“The Boys” es divertida, ultraviolenta y no apta para estómagos debiluchos, tiene espíritu clásico y se agarra de los tropos más reconocibles, pero también se toma su tiempo para destrozarlos y analizar nuestra relación con los superhéroes de la cultura pop, la fama, el poder y las redes sociales, entre muchas otras cosas. Hay parodia, sí, pero también hay unas cuantas verdades escondidas entre las aventuras de comiqueras que Amazon suma a su repertorio para no desentonar con otras cadenas, ni los tiempos justicieros que corren.

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