Luego de que se filtraran unos videos íntimos de Juan Cruz Sanz y el periodista fuera desvinculado de Corta por Lozano, decidió alejarse de los medios por un tiempo. Sin embargo, al querer retomar las actividades no fue lo que esperaba.
En una entrevista que brindó al ciclo que conduce Tomás Dente reveló, entre otras cosas, que " Le cerraron todas las puertas laborales" y fue señalado por el medio debido a acciones personales.
Una vez entrado en clima, Dente lanzó la pregunta que abrió paso para que el periodista contara cómo vivió esa época de su vida.
"Todavía me cuesta recuperarme de eso. Los que quisieron dañarme lo hicieron, pero no me define. El momento más oscuro es cuando pensás en no estar mas y cuando intentás", comenzó Juan Cruz cuando Tomás le preguntó sobre lo ocurrido. "Y que las personas que mas necesitabas que te dieran una mano desaparecieron", continuó.
El momento más duro del relato fue en donde confesó que debido a la falta de medios económicos no tuvo para comer.
"En un momento no tuve para comer, literal. Como no podía pedirles más plata a mis viejos comía galletitas de agua con mayonesa. Me dolía el estómago del hambre porque no tenía para comer. No tenía obra social, nada".
Y continuó con el relato: “Mi teléfono no sonaba más, los productores que te llamaban para los programas porque te decían que eras Messi te desconocían. No me llamaba nadie y seguía siendo el mismo periodista que pedía laburar”.
La filtración de los videos y su repercusión hizo que su teléfono no sonara más y que los productores que lo elogiaban desaparecieran. "No le había hecho nada a nadie, pedía laburar, nada mas", dijo antes de resaltar a quienes estuvieron ayudándolo. Mauro, a quien mencionó como su "hermano" y contador, es una de las personas más importantes de su vida y, según él, quien lo salvó.
“Todos los días pensás e intentás no estar más, y las personas que necesitás que te den una mano desaparecieron. Las personas que esperabas que estén ya no estaban”.
Por último, agradecido de una nueva oportunidad, Sanz cerró: “Mi amigo de la infancia me salvó la vida cuando sentí que todo había terminado. Ariel, mi jefe, que confió en mí cuando nadie confiaba y se la jugó. Había decidido abandonar, no podía prender la tele y aún hoy no puedo verla. Estaba muy enojado con el ambiente. Me señalaban con el dedo”.