Nadie sabe ya lo que es escribir una carta de puño y letra con declaraciones de amor. Nadie sabe ya lo que es discar un número de teléfono que se buscó en la guía telefónica, ni nadie espera que suene el timbre de su casa cuando no hay un encuentro pactado. Todo esto sucede porque los tiempos cambiaron, las costumbres también y las relaciones aún más.

Las redes sociales pueden ser muy buenas para muchas cosas y muy traicioneras para otras tantas. Hoy todo está al alcance de todos, todo se vuelve más fácil, y como todo lo fácil, aburre. Hoy nos aburrimos mucho más rápido y, en un abrir y cerrar de ojos, cambiamos el rumbo como quien desecha un plato roto sin tomarse un segundo por intentar remediarlo.

La vida termina reduciéndose a Facebook, Instagram, Whats App, Snapchat, y cualquier otra red social, y ahí está el punto en cuestión. "Está claro que no le importo, me clavó el visto", "No me mandó un Whats App, no le intereso", "No me da likes en Instagram, no le debo gustar", "Seguro está hablando con otro/a, está conectado/a y no me habla", y podría seguir enumerando frases del estilo que resuenan en nuestra vida cotidiana.

Pero... ¿Cuántas veces nos detenemos a pensar realmente el concepto de relación? Una relación no se construye de la mano de las redes sociales, si bien pueden ser un gran puntapié para iniciarla, es un grave error que la queramos armar basándonos en ellas. Que no te responda un mensaje no significa que no le importes, simplemente pudo haber tenido cualquier contratiempo que le impidió ser inmediato con la respuesta. 

Nos convertimos en extremistas diplomados. Si tardó un segundo más en responder que el tiempo que estimábamos o publicó una foto en un lugar que no sabíamos que estaba, lo magnificamos al punto de hacer de eso un hecho catastrófico, cuando en realidad la simple razón pudo ser que no tenía planeado estar ahí o que justo lo llamó su mamá para hacerle un encargo.

Debemos aprender a controlar la ansiedad 2.0 de los tiempos que corren. Estamos presos de la tecnología, casi ciegos, sin poder ver más allá de un teléfono o una computadora. El amor traspasa pantallas, no nos dejemos engañar.

La vida está afuera, y para poder disfrutarla y enamorarse se necesita más que un like en una foto que, aunque no te des cuenta, no está ni cerca de mostrar lo que en verdad sos. Tratemos de no construir vidas de plástico, salgamos a vivir la vida, a respirar el verdadero aire y a amar tan fuerte hasta que te hagas invencible.