Aunque la dosis de alcohol más saludable que se puede tomar es ninguna (ni siquiera con moderación), lo cierto es que en fiestas, recitales, salidas con amigos, cenas o simplemente para relajarnos en casa, es bastante común tomar cerveza. La cantidad de bebida —esta o cualquier otra— que es segura y saludable varía de persona a persona y depende de distintos factores como el peso, la edad, el sexo y la salud general; pero hay situaciones en las su consumo que es menos recomendable que en otras.

Por ejemplo, puede ser peligroso mezclar alcohol con determinados fármacos y no todos los medicamentos se ven afectados por igual. Hay algunos que ven sus efectos disminuidos por el alcohol, otros en los que aumenta o unos cuantos en los que se puede producir daño hepático. Pero, además, algo curioso es que hay algunos que solo se ven afectados por determinados tipos de alcohol. Es el caso de algunos antidepresivos que pueden ser peligrosos si se mezclan con bebidas fermentadas, como la cerveza o el vino, especialmente si son artesanales. ¿Por qué sucede esto?

En primer lugar, es necesario entender cómo funcionan los antidepresivos. En términos generales, afectan los niveles de ciertos químicos en el cerebro llamados neurotransmisores. La depresión y otros trastornos del estado de ánimo se cree que son causados ​​por un desequilibrio de estos neurotransmisores, especialmente la serotonina y la noradrenalina. En este sentido, los antidepresivos ayudan a equilibrar ciertos químicos en el cerebro, lo que puede ayudar a mejorar el estado de ánimo y a aliviar los síntomas de la depresión.

Un tipo de antidepresivo común son los conocidos como inhibidores de la monoamino oxidasas. Como su nombre lo indica, funcionan al inhibir (bloquear) en el cerebro la actividad de una enzima llamada monoamino oxidasa, un tipo de proteína cuyo papel es favorecer la degradación de ciertos neurotransmisores, como la serotonina, la noradrenalina o la dopamina. Como es lógico, al inhibir esa degradación aumentan los niveles de todas esas sustancias que, entre otras funciones, tienen un efecto positivo sobre el estado de ánimo.

¿Qué tiene que ver la cerveza artesanal en todo esto? Algunos alimentos como el queso, la carne, el vino tinto y la cerveza contienen grandes cantidades de tiramina. La tiramina, que también es un neurotransmisor que se encuentra naturalmente en el cuerpo, ayuda a regular la presión arterial ya que interviene tanto en la contracción como en la dilatación de los vasos sanguíneos. El exceso de esta sustancia química, sin embargo, puede producir migrañas por la constricción de los vasos sanguíneos cerebrales y también contribuir a la aparición de síntomas como ansiedad, taquicardia y agitación.

Dado que la tiramina es una monoamina, como los neurotransmisores mencionados arriba, su exceso se suele regular a través de los monoamino oxidasas. Y he aquí el peligro de mezclar cerveza y ciertos antidepresivos: si se inhiben las monoamino oxidasas, se evitará que se degrade la serotonina o la dopamina, pero también se evitará que se degrade la tiramina, que se seguirá acumulando. 

El efecto inicial son los dolores de cabeza, pero si la dosis de tiramina es muy elevada, también puede darse un incremento de la presión arterial. Como esa dosis varía mucho de unas personas a otras, lo que para algunas puede implicar solo un dolor de cabeza, para otras la consecuencia puede ser una subida de tensión grave. Además, es difícil saber la cantidad de tiramina presente en los diferentes alimentos. Lo que sí sabemos es que la cerveza contiene mucha más si es artesanal.

Y dado que interrumpir bruscamente un tratamiento con antidepresivos puede ser muy peligroso —además de generar síntomas de abstinencia, el regreso de los síntomas depresivo y náuseas, entre otras cosas— lo lógico es prescindir de esas bebidas alcohólicas.