El estado de San Pablo, el más poblado y económicamente activo de Brasil, está bajo alerta tras la investigación de intoxicaciones por metanol. Actualmente hay más de 200 casos bajo observación en todo el país, dos muertes confirmadas y al menos 13 sospechosas. En ese escenario, el Ministerio de Salud de Brasil recomendó a la población "abstenerse de beber bebidas destiladas” hasta que se conozca el alcance de la adulteración de las bebidas.
En el sector la facturación de algunos locales cayó hasta 50% en la última semana, especialmente en aquellos que comercializan bebidas destiladas como vodka, whisky o ginebra, según la Federación de Hoteles, Restaurantes y Bares del Estado de San Pablo (Fhoresp).
“La demanda de bebidas espirituosas es mucho menor de lo normal, tanto que las ventas de estos productos han caído un 70% en nuestro bar. Incluso la de cerveza bajó, porque casi no hay público”, contó Valderi da Silva, propietario de Amarelinho das Batidas, en el barrio de Itaim Bibi.
Mientras que en otros locales, como Feirinha (Vila Olímpia), los encargados notaron una preferencia de los clientes por cervezas o bebidas sin alcohol, una tendencia que refleja la desconfianza generalizada.
Bebidas adulteradas en Brasil: hay dos muertes y 200 casos bajo investigación
El Ministerio de Salud de Brasil confirmó 225 denuncias de presuntos envenenamientos hasta el domingo por la noche, de los cuales 192 se registraron en San Pablo. De ese total, 14 casos fueron confirmados y otros 178 permanecen bajo investigación.
Hasta ahora, fallecieron 15 personas. Se confirmaron dos muertes en el estado de San Pablo y 13 están siendo investigadas.
“Hasta que no se aclare completamente el alcance de estos delitos, la gente debería abstenerse de beber bebidas destiladas”, advirtió el ministro de Salud, Alexandre Padilha, en declaraciones a CNN Brasil.
El gobierno federal distribuyó etanol farmacéutico —el principal antídoto contra el metanol— a los estados afectados y reforzó las reservas del sistema público con 12.000 viales adicionales y 2.500 unidades de fomepizol.
En paralelo, el gobierno de San Pablo intensificó las inspecciones en bares y licorerías.
Desde el 29 de septiembre fueron incautadas más de 7.000 botellas sospechosas y clausurados 11 establecimientos para realizar peritajes.
El gobernador Tarcísio de Freitas ordenó además cancelar el registro estatal de los comercios que hayan vendido bebidas adulteradas.
Golpe para la industria gastronómica
Desde Fhoresp remarcan que tanto los empresarios como los consumidores son “víctimas” de un esquema de falsificación que pone en jaque la reputación del sector.
“Los establecimientos, restaurantes, bares y hoteles, así como los consumidores, son todos víctimas de este proceso de falsificación. El gobierno es responsable de combatirlo”, sostuvo Enio Miranda, director de planificación estratégica del organismo.
Mientras se busca determinar el origen de las bebidas adulteradas, los dueños de bares coinciden en que el daño ya está hecho: una caída del 30% en las ventas semanales podría traducirse en cierres temporales o despidos si la situación no se revierte pronto.
“Cuando afecta al negocio, afecta a todo”, resumió Da Silva, desde su bar en Itaim Bibi, en una frase que resume la incertidumbre de un sector que intenta sobrevivir a una crisis inesperada.