Las personas que donan sangre de manera voluntaria y habitual, sin recibir compensación, pueden salvar hasta cuatro vidas.
Cada 9 de noviembre se celebra en Argentina el Día Nacional del Donante Voluntario de Sangre, una fecha creada por la Ley 25.936 para homenajear a Luis Agote, el médico argentino que en 1914 realizó en el Hospital Rawson de Buenos Aires la primera transfusión de sangre con anticoagulantes del mundo. Ese descubrimiento marcó un antes y un después en la medicina moderna, ya que permitió conservar la sangre y fundar los primeros bancos, transformando las posibilidades de los tratamientos médicos y las cirugías.
Luis Agote en la primera transfusión de sangre con anticoagulantes del mundo.
La jornada busca reconocer a todas las personas que donan sangre de manera voluntaria y habitual, sin recibir compensación, y recordar que este gesto sencillo, gratuito y seguro puede salvar hasta cuatro vidas.
Donar sangre no representa un riesgo para la salud del donante: se utilizan materiales descartables y el procedimiento dura menos de media hora. Para hacerlo, basta con gozar de buena salud, tener entre 18 y 65 años, pesar más de 50 kilos y no haber tenido enfermedades transmisibles recientes.
En todo el país, hospitales públicos y centros regionales de hemoterapia reciben donaciones con turno previo o campañas móviles. En la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, funcionan los servicios de hemoterapia del Hospital Argerich, el Hospital Muñiz y el Hospital Penna, entre muchos otros. También se pueden consultar los puntos disponibles en el mapa nacional del Ministerio de Salud en el sitio oficial.
Más allá de su valor sanitario, la fecha también tiene un sentido simbólico: busca reforzar una cultura solidaria, en la que donar sangre sea un acto habitual y comunitario. En palabras del propio Agote: “dar sangre es dar vida”.